El 15M nos recordó que la ciudad es el espacio político que lidera los cambios. Es el lugar donde la creatividad y la resistencia se cruzan generando posibilidades antes inexploradas. La ciudad es el territorio donde las personas se encuentran, conviven y comparten experiencias; donde se reconocen, se mezclan y se hacen fuertes contra agresiones que de otra forma sólo vivirían en privado. Y sobre todo, es el espacio en el que se conjuga la imaginación y el deseo colectivo.
Pero la ciudad no es un espacio ya dado. Reconocer la ciudad como espacio de intervención implica reconocerla como espacio en disputa. En la València del Partido Popular se gobernaba a golpe de grandes eventos privilegiando los intereses de una minoría, era una “ciudad de amiguetes”. Ofrecer respuestas a esta situación exigía diseñar una alternativa al ese horror institucional y a su ausencia de proyecto. Y para eso debíamos contar con todos los colectivos que nos han enseñado que otra política, además de necesaria, es posible.
El hecho de que Podemos no se presentara a las elecciones municipales de 2015 fue una apuesta por estos colectivos, por la gente que día a día trabaja en la calle, las personas que conocen las necesidades de nuestro pueblo. Cuando hablamos de municipalismo no nos referimos a otra cosa que a la puesta en valor de estas relaciones y, como consecuencia, a la puesta en práctica de una política a escala humana. Y el resultado ya es historia viva de nuestro Estado: el municipalismo triunfó en las principales ciudades y ha generado un espacio inmejorable de trabajo en red para pelear, con propuestas alternativas, contra las ruinosas políticas Estatales del Partido Popular.
"El hecho de que Podemos no se presentara a las elecciones municipales de 2015 fue una apuesta por estos colectivos, por la gente que día a día trabaja en la calle"
Desde Podem València tuvimos claro que sólo a esa escala podíamos construir un proyecto que sentir como propio. No nos cabe la menor duda de que el municipalismo no solo tiene sentido en el presente, sino que es la única opción de futuro para profundizar el cambio político en València. Pero para que València en Comú sea el espacio idóneo para desarrollarlo, hoy, nos hace falta un importante ejercicio de reflexión colectiva y de autocrítica. Una parte importante de esa autocrítica exige que volvamos a hablar de feminismo. El machismo sigue encontrándose cómodo en la política.
Tal vez sea normal que la política heredada, atravesada por las luchas de poder, sea el espacio propicio para las batallas de egos y de los excesos de testosterona. Pero la nueva política debe cuidarse mucho de este tipo de prácticas. No hemos venido a hacer política en despachos, en los bares ni a pactar sillones en horarios nocturnos. Las mujeres no podemos ni queremos entregar nuestra vida íntegramente a la política, pero queremos estar en política. Y no porque una lista paritaria lo exija. Queremos que la política cambie de raíz, que se desarrolle por cauces transparentes, en horarios accesibles y en espacios constantemente abiertos a la ciudadanía. Todo esto pasa por no ser absorbidas por estructuras de partidos donde la violencia es insoportable y necesaria para obtener el poder.
Desde el Ayuntamiento estamos realizando un trabajo honesto, recuperando espacios para la gente, como el Teatro El Musical; o defendiendo el derecho a la vivienda, a través de las ayudas al alquiler y el plan de vivienda. Trabajamos para reconstruir unas estructuras devastadas por años de gestión corrupta e interesada de lo público. Pero para poder consolidar esta opción necesaria, debemos reconocer en nuestros espacios la diversidad de opiniones, de liderazgos, y enmarcarnos todos bajo un proyecto que nos aglutine. Únicamente en el reconocimiento del otro podremos consolidar una apuesta que tenga la fuerza de ser alternativa. La diversidad que somos es parte de la diversidad que es la propia ciudad. Y nuestra responsabilidad es cuidarla y hacer que funcione.
Pluralidad y feminización, respeto a la diferencia y política de cuidados, esas son las coordenadas políticas del municipalismo y del cambio que se le hermana. Nuestros logros políticos en la institución se quedarán cojos si no somos capaces de articularlos generando un proyecto común que nos represente a todas. Hace casi tres años, mirar hacia delante y no ver nada fue lo que nos hizo dar el salto a la política, abandonar nuestras carreras profesionales y nuestros proyectos de vida e impulsar el cambio institucional desde el activismo. Soñar una ciudad mejor, con nuestras calles y nuestras plazas como paisaje de fondo, fue lo que nos dio fuerza y es lo que nos sigue emocionando.
María Oliver es concejala de València en Comú y consejera de Podem València
Jaime Paulino es secretario general de Podem València