Las empresas tecnológicas ven a las ciudades como un gran mercado donde aplicar sus soluciones. En mi último artículo ‘¿Quién teme a la smart city feroz?’ explicaba que las ciudades que aspiraban a ser smart city, a ser ciudades inteligentes, se convertían en un cliente perfecto de esas empresas. El título del mencionado artículo, por cierto, era un guiño a la mala traducción al castellano del libro de Tom Wolfe ¿Quién teme al Bauhaus feroz? sobre la Bauhaus y el daño que hizo a las metrópolis y a los hogares —el original, en inglés, era From Bauhaus to our House—.
Las ciudades pueden utilizar la tecnología, adquiriendo los servicios de distintos proveedores, para mejorar la provisión de sus servicios: movilidad, residuos, energía, salud; y para tener más información sobre sus ciudadanos.
En primer lugar fueron empresas especializadas las que abrieron el mercado de las smart city; a estas se le sumaron tecnológicas tradicionales especializadas en el hardware y los software de gestión y, por último, ha sido el turno de las grandes tecnológicas que tienen una ingente cantidad de información de los usuarios a través del uso de las apps y las redes sociales.
Esa información sobre nuestros hábitos: cómo nos movemos, que deportes practicamos, cuales son nuestros patrones de sueño; es una información muy valiosa no solo para aquellos que quieren vendernos directamente productos sino para los planificadores y gestores de las ciudades que la pueden utilizar para diseñar nuevos barrios, rehabilitar los actuales o gestionar nuevos servicios.
Las empresas tecnológicas, con toda esa información, podrían ir un paso más allá y dominar un ‘mercado’ más, compitiendo con constructoras en el desarrollo de ciudades. De hecho Google, a través de Sidewalks Lab, parte de su matriz Alphabet, está ya desarrollando un nuevo tipo de “comunidad completa”, en el frente marítimo de Toronto, con usos mixtos (residencial, público y de oficinas), que combinará “un diseño urbano con visión de futuro junto a las nuevas tecnologías digitales para crear barrios centrados en las personas sostenibles, asequibles, accesibles y prósperos a unos niveles sin precedentes”.
El coqueteo entre grandes empresas y urbanismo tiene una historia larga: desde las ciudades utópicas vinculadas a empresas industriales al sueño visionario de Walt Disney plasmado en EPCOT (Experimental Prototype Community of Tomorrow). Pero ésta es la primera vez que una de los gigantes de los datos se atreve a jugar a “ser alcalde”. Como afirmo Eric Schmidt (CEO de Alphabet) al enterarse de que Sidewalks fue la escogida para desarrollar esa zona de Toronto: “ahora, es nuestro turno”. Ser alcalde, por supuesto, sin que los haya votado nadie.