VALÈNCIA. El futuro del planeta está en nuestras manos. Una convicción que llevó a los hermanos Amaia y Julen Rodríguez a poner de su parte para acabar con el plástico que contamina los océanos y hábitats, matando a miles de animales cada día. Y es que, según datos de Greenpeace, en la actualidad solo el 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido hasta la actualidad a nivel mundial se ha reciclado, el 12% se ha incinerado y el 79% ha terminado en vertederos o en el medio ambiente. Estadísticas que la propia Amaia vio ante sus ojos mientras viajaba por Asia, donde descubrió muchas playas paradisiacas repletas de plásticos y un mar sucio y contaminado. Una realidad que le encogió el corazón.
Aquella realidad la dejó atrás —que no es lo mismo que olvidarla— y a su vuelta a España comenzó a trabajar como directora de Marketing en una empresa de Pamplona. Sin embargo, aquella conciencia sobre la situación de los océanos también caló en su hermano Julen, que cursó la carrera de Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN) en la Mondragon Unibersitatea. Ambos por separado pero con una misma idea: hacer algo por el planeta y por el Mediterráneo. “Un día Julen vino a casa y me dijo que había encontrado el proyecto de nuestras vidas y si quería hacerlo con él”, recuerda emocionada Amaia. El proyecto consistía en enseñar técnicas a los pescadores tradicionales para respetar los ecosistemas y cuidar de las zonas donde faenaban recolectando los plásticos que quedaban entre sus redes.
Y es así como nació la startup The Gravity Wave. Era noviembre de 2019 y Amaia no dudó ni un segundo en dejarlo todo y hacer realidad ese proyecto: “Me encantó la idea, era hacer de una preocupación personal un proyecto profesional junto a mi hermano”.
El objetivo inicial era poner freno a una problemática: cada año se vierten entre ocho y doce millones de toneladas de plásticos en mares y océanos. De esas toneladas, las artes de pesca representan aproximadamente el 10% de esos desechos pues entre 500.000 y un millón de toneladas de artes de pesca se abandonan o se pierden en el océano cada año. Un dato que corrobora Amaia: “Desde que empezamos con The Wave Gravity lo que más recogemos son las llamadas redes fantasma, aquellas que abandonan los pescadores en el mar y suponen un peligro para el hábitat pues en ellas se enredan distintos seres vivos”. Después, detalla, se encuentran las redes de puerto y ruedas de camión. Ya en una cantidad menor las bolsas de plástico y botellas.
Una limpieza de nuestros mares que no sería posible sin la colaboración de los 2.000 pescadores que actualmente colaboran con esta iniciativa. Son ellos los que día a día, cuando salen a faenar, recogen todos esos vertidos que se han arrojado al mar. Y es cierto que perciben una cantidad de dinero por cada kilo de plástico recogido (dos euros por kilo) pero la recompensa es mucho mayor: la calidad de las aguas ha mejorado. “Los pescadores de Atenas, por ejemplo, han visto que en un año las zonas en las que ellos suelen faenar están más limpias y el pescado se ha recuperado”, comenta Amaia. Y lo hace destacando que Egipto es uno de los países que más contamina el Mediterráneo "a través del Nilo, que trae una gran cantidad de plásticos".
Esa idea de limpiar los océanos la llevaron más allá: utilizar los residuos que encontraban en el océano y transformarlos en productos. La primera idea fue transformar ese plástico recogido en el mar para hacer fundas de móvil. Sin embargo, el resultado no les terminó de encajar y decidieron comenzar de cero. Por eso, lo mejor era volver a plantear el proyecto, aunque eso supusiera estar un año parados. “La idea de reconvertir el plástico en fundas de móvil no terminó de encajarnos y en noviembre de 2020 comenzamos de cero porque supimos que no queríamos ser una empresa de fundas sino proteger el planeta”.
¿Qué idea tuvieron? Centrar los esfuerzos en hablar con empresas para involucrarlas en la recogida de plásticos a través de proyectos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) relacionados con la recogida de plásticos en los océanos. “Fue un año de reuniones y de encuentros para explicar nuestro proyecto a las empresas y, hoy, ya contamos con un montón de colaboraciones con empresas que emplean ese plástico para la fabricación de productos o incluso que colaboran de otra manera, como colaborando por producto o por bolsa comprada”, detalla.Hoy la empresa colabora con más de cuarenta firmas, como Flying Tiger, Bit2ME, Reale Plastic Neutral, Vidu Plastic Neutral.
Unas alianzas que han permitido en 2021 recoger 70.000 kilos de plásticos del Mediterráneo (Grecia, España e Italia) y que para este año prevén recoger 150.000 kilos. Kilos de plástico que tienen distintas aplicaciones pues se elaboran desde muebles, hasta letras de localidades —como las de Calpe— merchandising o elementos de decoración. De esta manera, se contribuye a la economía circular, uno de los objetivos de la startup: "Igual de importante es limpiar el mar de plásticos como transformar todo eso". Para ello, emplean una máquina.
Una proyección que ha hecho que hoy The Gravity Wave tenga dos oficinas (una en Calpe y otra en Madrid) y un equipo de siete personas. Pero además que haya ganado distintos premios, como el Impacto ODS que concede Impact Hub Madrid.