Tomamos nuevo vuelo a Hué donde nos reciben con los brazos abiertos para que nos dejemos las patitas por sus calles y riveras. Y tras tremendo menú de deliciosa comida local en Quan Hang Restaurant nos recreamos empezando con cocteleo del bueno. En el Alchemist con un Sazerac. Musicalidad que regala a los oídos melodías acompasadas para bailar sin medida con un cuenco de bún bò hué en Sen.
Afrontamos otra jornada más con los sabios consejos de amistades que son bondades y nos vamos al hotel Morin a por su Bob Roy. Todo un descubrimiento que nos embelesa en preciosa terracita. Romanticismo con clasicismo que no da lo mismo, porque son momentos especiales que rememoramos cuando la memoria nos lleva hasta Nina’s a por su ensalada de flor de plátano.
Marchamos al penúltimo destino, ese Ho Chi Minh que fue Saigón y que voló como un gorrión. Sentimientos encontrados por lo dejado atrás, pero siempre con ganitas de más. Y entre cavilaciones de recién llegados nos encaramamos a la piscina infinita del hotel Vela a por una consumición que no nos duela, un Margarita de libro. Con acideces propias de su género, que se apropian de nuestro corazón con esas vistas de auténtica sensación. Y supone nuestra rendición ante el cerdo a la parrilla de Thit Nuong Nguyen Trung Truc.
Seguimos de andurreo con uno de esos lugares que son nuestro recreo. Porque The Telephone es acogedora elegancia en forma de Vesper Martini y lo que le pidas. Las cosas bien hechas, servidas con maestría. De los de dejarte embelesada y hasta anonadada, porque no les falta de nada con el bánh canh cua del 14.

Locuras loquitas y bonitas
En Stir nos sorprenden con una rareza para dejarte la cabeza muy loca. Un Dry Martini de trufa que te noquea el paladar sin dudar. Advertidos estábamos, pero somo rebeldes de las causas perdidas. Porque probar es ganancia asegurada y todavía más disfrutada con el pho de tendones de vaca de Pho Le.
Continuamos alargando el veranito subiendo al Summer Proyect donde nos espera uno de los más riquísimos de todo el tiempo pasado en estos lados. Un Miso Martini con una seta que crece en su interior alimentando nuestros sueños. Los que se hacen realidad en cada escapada imaginada que se convierte en realidad con los bo la lot de Co Lieng.

En el Whisky Line se nos antoja un Boulevardier. Quitapenas que te da la energía para no parar. Con la perfección que contrasta con nuestro deambular errante. Una constante de arriba para abajo. Del cielo al suelo, porque es necesario pisarlo y hasta besarlo con el arroz partido con costilla y huevo de Com Tam Tran Qui.
Ahora sí, nos despedimos con muchas ganas de volver y con pedazo de cóctel, el Sichuan Gimlet de Refined. Casualidades que son causalidad de causarnos el mayor de los placeres. Picoso y delicado los querríamos a nuestro lado una y varias vidas. Para caminar de la mano como compañero de sinceridad y con toda la verdad de todos los caracoles del Oc Dao.
Así decimos casa adiós a este país, porque aún nos queda una bola extra para traeros pronto prontito.