El vino es una bebida social capaz de dar conversación a ocho completos desconocidos. En manos de un sumiller, la botella de vino concluye su recorrido desde la bodega hasta la copa del comensal.
Hernán Menno, sumiller del restaurante El Poblet desde 2016, guió el pasado jueves 23 de octubre una cena con el vino valenciano como eje central. El menú estuvo a cargo del cocinero Luis Valls y consistió en pequeños bocados para disfrutar con las manos, sin cubiertos. En la parte salada, triunfaron Rodaja de tomate; Buñuelo de anguila beurre blanc; y el bocado Fideuà – un pequeño triángulo que traslada al fideo, el concepto de caramelización que Quique Dacosta aplica al grano de arroz para lograr el famoso socarrat –. En la parte dulce, destacó el postre Vaina de algarroba por su finca capa crujiente externa y el sabor intenso que aguardaba en el interior.
Un viaje sensorial consiste en despertar los sentidos. En este caso, a través de diez vinos valencianos elaborados por cinco bodegas distintas: Pago de Tharsys, Bodegas Vegalfaro, Javi Revert Viticultor, Bodega Mustiguillo y Celler del Roure. De cada una, Hernán Menno descorchó botellas de añadas dispares.
Dos cavas abrieron boca, seguidos de dos blancos y seis tintos. Entre estos, Pago de Tharsys X 2019 destacó por su frescura. El espumoso elaborado 100% con uva Xarel·lo se creó en su momento para celebrar el 20º aniversario de la bodega Pago de Tharsys. Vegalfaro Chardonnay 2002 de Bodegas Vegalfaro, sorprendió a los invitados por su aroma y sensación untuosa en boca. Simeta 2016 de Javier Revert Viticultor, despertó la nostalgia profesional de Hernán Menno quien, los primeros años de elaboración de este vino 100% Arcos, guardó unas pocas botellas en el restaurante y decidió abrirlas en la cena. Maduresa 2001 de Celler del Roure gustó por su sabor y la capacidad de mantener el vigor tras la larga crianza en botella; el tinto de guarda de la bodega ubicada en Moixent (Valencia) es considerado un clásico de su generación. Finalmente, Finca Terrerazo 2005 quedó en la memoria de los que disfrutan con la intensidad de la fruta roja madura; este vino antes comercializado como Vino de la Tierra es hoy en día, Vino de Pago elaborado 100% con uva Bobal.

La cena formó parte de la programación ofrecida en la octava edición de Valencia Culinary Festival, seis días en los que han tenido lugar catas, maridajes, rutas, meriendas, eventos con coctelería de autor… y cenas especiales, como esta en torno al vino.
Al beber, se abrieron diferentes debates. Cada persona sentada en la mesa tenía una relación particular con el vino: desde considerarlo un producto esencialmente hedonista, hasta centrarse en su función social y cultural. Hernán Menno supo guiar la cena y crear, en una sala recogida de El Poblet, un ambiente cómodo para hablar de vino, compartir y disfrutar.

Un comentario interesante que compartió durante la noche y dio pie a una conversación sana, fue en referencia a los prejuicios en el mundo del vino. Profesionales, consumidores iniciados y sencillos disfrutones del beber, tendemos – de manera consciente o inconsciente – a tachar nombres de zonas geográficas concretas antes de probar sus vinos. Cuando alguien nos habla de ellos, directamente no escuchamos. Esta es una actitud muy lícita, pero es importante ser conscientes de qué nos lleva a tomar esas decisiones porque al hacerlo, podremos entender mejor el vino como producto y tal vez, descubrir nuevas referencias y botellas deliciosas que añadir a nuestra lista personal.
El vino es sabor y el vino valenciano es parte de la terreta y su gastronomía. Las bodegas valencianas han evolucionado en los últimos años; aún hay mucho trabajo para que el vino valenciano siga dejando buen sabor de boca muchos años más.