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Zeta Bar, la cervecera de Alboraya aterriza en la plaza del Patriarca

El bar de la cervecera de Alboraya Zeta, promete birra artesanal valenciana para todos los públicos y una carta donde se apuesta todo al buen producto

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 “Para ser internacional, primero hay que ser local”, esta frase de Joan Miró resume la sensación que provoca conocer Zeta Bar. Una cervecería donde toda la cerveza se produce en Alboraya, toda la comida se suministra desde el Mercado de Colón y donde seguramente la clientela extranjera acuda ansiosa por consumir productos de proximidad. Bienvenidos a Zeta Bar, allí donde hay “una cerveza para todos los gustos posibles”, y aunque ellos no lo digan directamente, una de las mejores cervezas que se pueden consumir en la ciudad. Rubias, morenas, tostadas, de trigo, IPA’s… un paraíso para los cerveceros, con una terraza envidiable y buen producto. Los ingredientes están ahí, ahora toca ir dando pasos para que todo funcione tan bien como sus 12 tiradores de cerveza. 
 

Eso sí, tras poco más de una semana abiertos, aún parece que les da un poco de vértigo lo que se les viene encima, por eso no han hecho inauguración ni han avisado de la apertura prácticamente ni a la familia y amigos. Quieren rodar el bar, que no haya malas experiencias, que funcione todo como un reloj antes de conquistar la plaza. Porque saben que a poco que se corra la voz, Zeta Bar será el nuevo referente del tardeo valenciano. No es la primera cervecería artesanal de Valencia, ya contamos en la ciudad con Tyris on tap, Olhöps, Alegría… pero Zeta Bar le da una vuelta al concepto para volver a los orígenes de la cervecería clásica. Hablamos con Cristian Jardel y Anabel Navas, que han impulsado este proyecto en colaboración con Zeta, la cerveza artesana de Alboraya que aspira a convertirse en tu cerveza favorita. 

Cristian, un francés nacido en África y afincado en Valencia desde hace ya muchos años, nos introduce en el concepto: “pensamos en abrir un local con cerveza km0, ofrecer tanto al vecino como al turista cerveza valenciana, cerveza local, ofrecer un producto de aquí para todos los públicos. Porque la cerveza craft no es solo para los jóvenes o una moda  pasajera, puede ser para todos los gustos”. Recoge el testigo para incidir en el concepto Carles Ramada, uno de los socios que abrió con ilusión Zeta hace 11 años para ir de bar a bar intentando vender barriles de Hell, su rubia más famosa. Ahora exportan a países como Italia o Dinamarca y fabrican 15 referencias diferentes, pero les ha costado mucho esfuerzo demostrar que la cerveza valenciana puede ser mejor que cualquier birra importada. “La gente antes hacía extravagancias con la cerveza artesanal y además estaban mal hechas. Se producía mucha IPA y cervezas muy difíciles de beber”, sentencia. Y añade “no es el caso de ZETA, estamos en la segunda fase de la cerveza artesanal, ahora cualquier consumidor inexperto puede tomar nuestro producto, hay cerveza más clásica tipo pilsen o lager pero con una calidad, unos aromas, intensidad y matices, que no tiene la cerveza industrial”. 
 

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Como se puede intuir la cerveza es la reina del local, 12 tiradores exclusivamente de Zeta, una instalación ex profeso para que la cerveza se conserve siempre en nevera, y un sistema que no usa prácticamente gas carbónico añadido -no te hincha-, y tiene un recorrido de serpentín mínimo. “Es la mejor instalación posible, con los barriles en frío detrás de la barra. Un barril no puede ver el sol y nosotros tenemos cerveza de proximidad que mantenemos siempre en frío, por lo que la calidad se mantiene intacta. Cuando tienes este tipo de instalación prácticamente no añades gas, evitas exceso de carbónico es lo que te llena. Así trabajan en Alemania, eliminando el exceso de gas para que no te sacies con la cerveza” explica Cristian. Anabel resume el concepto, “toda la cerveza de aquí es de calidad, conocemos la fábrica y todos los grifos son de primera. Nuestro objetivo es que todo el mundo encuentre su cerveza y quede satisfecho”.
 

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Ahora toca hablar de comida, y aquí la apuesta es por volver “al bar al que iba yo a tomarme una cerveza hace 40 años”. De momento una carta más bien corta donde destaca el producto por encima de las elaboraciones, ya que prácticamente todo lo traen del Mercado de Colón. “Las patatas agrias las cultiva Aurelio, el jamón y el queso los trae Manglano, la carne es de Varea, Luis -pescadero del mercado de Colón- nos proporciona el pescado fresco buenísimo, de hecho nuestro calamar o puntilla no tienen que ver nada con lo que hay por ahí”, relata Anabel. Que añade con cautela,“poco a poco introduciremos otros productos como brochetas de carne o torreznos, iremos creciendo pero con calma”. Así que nada de hamburguesas o nachos, y apuesta por producto de primera calidad, porque la buena cerveza bien puede ser compañera de caracoles, tomates del Perelló, boqueres caseros o puntilla rebozada. Por cierto, también tienen vino de dos bodegas valencianas, Mustiguillo y Vega Alfaro, y esperan poder servirlos directamente desde el grifo -como pasa en algunos locales de Francia e Italia- más pronto que tarde. 

Tortilla de patatas que cocinan al momento, champiñones, croquetas, choricitos, ensaladilla rusa y coca de espencat que les traen desde Oliva… pocas florituras o espacio para la imaginación. “Queremos una carta corta que no enmascare el producto”, y que se pueda cocinar desde las 10 o las 11 de la mañana hasta la 1 de la madrugada, una cocina non stop. “No pretendemos ser un restaurante, ni un bar de copas, sino un lugar para tomar algo en cualquier momento. Siempre habrá alguien en la cocina, nuestra ilusión es que puedas picar algo durante todo el día, que dentro de la gran oferta que existe en la zona, es bastante difícil tomarse un buen bocadillo a las 5 de la tarde o a las 12 de la noche”. Y lo puedes hacer en la imponente plaza del Patriarca, en un local que aún mantiene el arco de piedra de la antigua bolsa de Valencia en uno de los laterales y donde Cristian ha colocado la antigua mesa de trabajo de su padre, como homenaje. 
 

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Han pasado 11 años desde que abrió Zeta, poco después Carles y Manolo conocieron a Cristian, “¡estáis locos!” les decía por vender cerveza artesanal rubia en barril. Ahora se ha demostrado que esos locos tenían razón, la cerveza artesanal puede ser comercial y fácil de beber, no tiene que ser “como esas IPA’s de 200 ibus”. En resumen, pasa por allí y sí eres neófito en esto de las birras artesanales, siéntate en su terraza, tómate una Escape o una Trigger acompañadas por unos boquerones y redescubre una plaza que sería la envidia de cualquier ciudad europea. Si eres un profesional de los lúpulos, no te apures, la Malabroca, la Aeromancia, la Nublar o la Blackbell -con café de especialidad de Bluebell coffee-, junto con un poco de sepia con mayonesa, te enamorarán. Porque reinterpretando lo que decía Miró: miremos más a nuestro entorno, a nuestros productos, y entonces será cuando conquistemos el mundo. 

 

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