Según Trip Advisor hay unos 400 restaurantes ranqueados como “arrocerías” en Valencia. Ni yo, ni el arrocero más experto podría recomendarte un 5% de esa cantidad, pero seguro que en las primeras posiciones de mi lista estaría este pequeño santuario de tranquilidad y paz que huye de la etiqueta “arrocería”.
MoodFood te sonará porque ese letrero lleva mucho tiempo colgado en el 7 de Pinrtor Salvador Abril, pero lo que sucede dentro no lleva tanto tiempo en la velocidad de crucero del disfrute en el que han instalado Encar y Alejandro a sus clientes-amigos:
Con un buen puñado de ingredientes incontestables, estos dos enamorados del buen hacer conquistan a cualquier cliente convirtiéndolo en amigo. A saber:
Una lista de fueras de carta amplia, de temporada y sugerente, casi tanto como su carta principal. Y agradecimiento especial por poner el precio bien visible.
Una oferta de platos de carne, pescado y ojo, cuchara, que te hará mirar la agenda para cerrar la siguiente visita una vez hayas terminado –qué maravilla, querer volver a un nuevo sitio–.
Una bodega tremendamente surtida, heterogénea y equilibrada de clásicos y rarezas, con un precio razonable.
Una atención de amiga-confidente que desde la primera mirada intuyes terapéutica.
Y de pronto, los arroces. Y qué arroces.
Aquí juegan con la soltura y la solvencia que da el pasaporte arrocero de la Ribera. Caldos delicados y obsesivamente trabajados. Ingredientes de primera calidad y elaboraciones bien amalgamadas para sorpresa del comensal.
El problema lo vas a tener en la elección, por lo que te recomiendo que vayas con compañía disfrutona y pruebes varios arroces. El de gamba roja (créeme es gamba roja) sepia, ajetes y tirabeques es fino, pero profundo en sabor a sepia y ajo fresco. Meloso en boca por la sepia, arriba en ajo, crujiente el tirabeque y delicada la gamba. Vaya cucharada.

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El de foie, boletus y vieira es un best seller con toda la razón. Y la paella valenciana desde el primer vistazo la coloca en el top10 de la ciudad. Color azafrán bien trabajado, olor profundo a huerta (que no a romero, otra vez la Ribera) y trozos de hígado. Ya te dice que han sacado el recetario de pueblo a pasear por el Cap i Casal. Bravo.
Arroz albufera de Santo Tomás, trozos de carne proporción grande, hígado a la vista, un fabuloso regusto a pimiento rojo (luego descubro que lo ha habido en el sofrito) y azafrán en hebra. Detalles que nos recuerdan que estamos ante un cocinero de la Ribera.

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En la conversación hablamos de por qué no plantear al comensal la oportunidad de probar la receta completa de la comarca (con pimiento rojo y pilotetes bien a la vista). Especial para abrir cabezas valenciacentrics y disfrutar con la maravillosa diversidad de paellas que tenemos en la terreta. Encar me cuenta que lo intentaron al principio pero no acabó de encajar. Ojalá sugerirla en la reserva. Con que un curioso la probara, la diversidad gastronómica de la Comunitat habría ganado un profeta. Encontrar un tótem arrocero como la paella valenciana riberenca en una no-arrocería, pura fantasía. A disfrutar.