Paellas Hedonistas

La única paella a leña a domicilio es el descubrimiento del año

Vicente, desde su (auténtica) Casa de la Palmera en Castellar. Entre la huerta donde cultiva y recolecta los ingredientes (todos) que luego usará en su paella, y la V30 por las que habrás visto millones de veces su centenaria y protegida palmera. Ha volado todo el panorama paellero por los aires. Así, suave.

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Déjame ponerte en contexto para entender el cataclismo mental arrocero que he experimentado en el mes del arroz por antonomasia.

La idea del artículo era un paseo por la oferta de paellas a domicilio. Ese puñado de opciones que cubren el expediente con nota. Desde las resultonas raciones para llevar de Rice Paella, a los buenísimos arroces para recoger en Rausell o Goya Gallery, pasando por las muy correctas paellas de Tu Arrocero (los últimos en llegar, pero creciendo a lo grande). Todo en orden.

 

Buscando, buscando, alguien a quien quiero y admiro me recomienda “un tío en Castellar que desde su casa hace paellas de 10”

Le habíamos dado la Cullera de Fusta en Wikipaella (la burguesía arrocera con aroma a leña) pero erróneamente lo ubicaba en restaurante, igualmente ya era buen aliciente como para acercarme.

Una web destartalada, redes sociales abandonadas, pero fotos sospechosas de haber algo grande ahí en la huerta, terminan de convencerme. Me cruzo La Punta mirando el GPS para no perderme, desvío de tierra desde la V30 con socavones incluidos y de pronto, Vicente y su Casa de la Palmera.

Vicente es sencillo, tranquilo, apasionado de su estilo de vida, de sus paellas y de su palmera (centenaria y protegida).

Bastantes lugares pintorescos he visitado ya como para percatarme de que estoy ante algo especial. Un garaje transformado en paellero adosado a su casa particular, con una isla con la capacidad perfecta (10+10 paellas a leña).

Rodeado de campos de huerta perfectamente trabajados (los fue comprando a familiares cercanos que no querían seguir labrando) en los que planta el mise en place vegetal de la paella: tomate, bajoqueta, rochet, garrofó (ojo, pintat), y en invierno alcachofa y habas.

 

Cuidadísima leña de naranjo (sin resina), depósito de agua propio, azafrán ecológico DO la Mancha con buena molienda, arroz Albufera DO Valencia de Riuet, proveedor maravilloso detrás de muchos buenos restaurantes y no pocas marcas. Y tratamiento hiperartesanal en cada elaboración:

 


El caldo en boca ya apuntaba lo que me podía encontrar en el plato final. Contundencia, profundidad, y perfecto equilibrio carne verdura, eso sí, sin rastro de romero ni caracoles. Cada maestrillo…

Se venían cosas. Sí.
 

Quise volver a casa y probarla otro día para ver la experiencia “servicio a domicilio”. Temperatura, punto de arroz, entrega y recogida... una cosa es la paella que se cocina (con las mejores expectativas) y otra la que te llega.

Y, ¡¿cómo llega?!
 

Puntual, a temperatura perfecta y un punto de arroz indescriptible para una paella a domicilio. La pinta y el aroma ya lo decía todo.

 

En cuchara grano perfecto, suelto, y entero, y en boca. Increíble.

Verdura sabrosa, garrofó como en muy, muy pocos sitios, tierno y sabroso. Carne entera para el estrés del sofrito que ha necesitado para el caldo. Trozos grandes y generosos.

 

Podría seguir describiendo la experiencia atómica de descubrir otro nuevo estándar de paella perfecta que tenemos en Valencia. Pero lo único que puedo hacer es invitarte a probarla, porque la otra gran sorpresa es el precio al que la ofrece.

 

Al terminar solo pude llamarle para transmitirle mi sorpresa y agradecimiento por existir. En la conversación Vicente rehúye la fama, solo saca pecho del boca a oreja, y sonríe cuando le digo que podría hacer lo que quisiera. Porque él ya es feliz así. Y yo también, al conocer de cerca a otro pescador de la fábula.
 

Vicente se sienta a la mesa de los Carmelas, Riojas, Margos… con todas las de la ley. Porque no estamos ante la mejor paella de Valencia, pero no hay mejor paella en Valencia.

 

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