En la Comunitat habrá más de mil chiringuitos, arrocerías, restaurantes de mantel de papel o tela… cuya oferta gastronómica de primera línea estará basada, cómo no, en la paella. Alguna versión de receta de arroz, más o menos acertada, mejor o peor cocinada, pero que hará las delicias de visitantes con ganas de la foto definitiva. Paella al centro con mar de fondo y sonrisa infinita.
Aquí no te venimos a hablar hoy de esos restaurantes totémicos de nuestras costas, con años de historia, y peregrinos venidos de todos lados para hacer el check en su tradicional experiencia veraniega. Hoy te traigo tres sitios que hace dos años no te habría recomendado. Ya fuera por reformas, cambios de propiedad, porque no existían o porque no estaba seguro de lo que me iba a encontrar.
Pero ahora sí, puedo poner mi cuchara en el fuego porque estos sitios te van a ofrecer la experiencia paella vista mar completa. Vistas privilegiadas, arroz memorable y servicio a la altura de tus expectativas. Promesas, que tratándose de la temporada más exigente y apretada que se recuerda, no está mal ir a apuesta segura cuando recibas amigos de fuera o tengas que hacer el brindis del verano.
Colonia de Carmela. Playa de Patacona.
Ya fuimos los primeros en hablarte de la arrocería definitiva que abrió Toni Novo (con Marta en la sombra) en Patacona. La hermana pequeña de Casa Carmela ha ido de cero a mil sin defraudar un ápice la expectativa que nosotros mismos generamos (no recuerdo un local que hayamos recomendado aquí con mejor feedback después de un artículo. Enhorabuena equipazo)
Arroces de factura marca de la casa (aka matrícula de honor), entrantes a la altura, bodega que va cogiendo cada vez más ritmo y dos complementos veraniegos que toca reseñar.
Uno es la orientación total vista mar. Hay algo que pasó desapercibido en nuestra primera visita (nos disculparás, pero el delirio de cerrar la herida de una buena paella con paella vistas al mar en Valencia fue demasiado) y es el pequeño GRAN detalle de que todas las mesas están anguladas al mar.
Puede que en la terraza inferior sea un lugar común, pero en la planta superior no es poca cosa. Toni al entrar en el local y supervisar las obras se percató que el anterior restaurante tenía muchas mesas sin orientación al mar. Dispuestas en ángulos ciegos en los que podrías estar comiendo en primera línea de playa, o en el centro de la ciudad. Tener que salir del local para encontrarte con nuestro amigo Mediterráneo... no sé yo.
El segundo es la terraza del paseo, el último espacio en abrirse es también el más informal de la propuesta, en el que ya no sabes bien si estás en la playa o sigues en el restaurante. Faltaba este complemento para chiringuitizar un poquito la Colonia y meterse de lleno en modo verano, sin perder de vista la calidad del conjunto. Si estás en la ciudad, añade un punto veraniego a tu día a día.

- - Foto: Kike Taberner
Mare Mar – Playa de Pinedo
Lila sigue a todo gas en el primer verano desde que la descubrimos y la trajimos a la primera plana gastro. Si ya eran una delicia esas paellas y arroces top en su sala reformada, ahora en verano salimos a la terraza y todo encaja en el plan estival perfecto. Por la orientación de las terrazas del paseo de Pinedo, el mar parece estar más cerca, y la sensación de comerte el arroz encima del agua es casi real.
La atención y el servicio diligente y profesional aun cuando tiene el restaurante a tope en plena temporada veraniega es un hito al alcance de muy pocos.
Si te quedaste con las ganas de probar el restaurante por aquello de la playa no es para el invierno (no sé de quién dijo esta máxima, pero en el mediterráneo no vivía), ahora es tu momento, la mezcla de poder estar tumbado en la arena y subirte a la terraza para meterte de lleno en una propuesta de chiringuito gastronómico no tiene precio. Bueno, sí que lo tiene, pero te aseguro que no es el que imaginas.

- Maremar -
L'Olleta – Playa de l’Olleta - Altea
L’Olleta es un restaurante diferente al que conocías, quizá al fin, es el restaurante que todos esperábamos cuando visitamos el más increíble balcón al mediterráneo que tenemos en la terreta.
Y es que con el estreno esta temporada de su flamante barra, rematan la última pieza que les faltaba para redondear una de las mejores propuestas de arroz con vistas que encontramos en la Comunitat.
El hermano mayor del Cranc no ha tenido el foco, ni la fama que tiene el chiringuito de chiringuitos. Una marca consolidada con más de 40 años, que más que clientes, reúne hooligans. El Cranc no necesita más foco y dedicación, sobran las presentaciones. Pero, ¿qué pasaba con l’Olleta? Cada vez que habíamos ido nos habíamos encontrado una experiencia diferente, siempre decepcionante, no por nada, sino porque esa ubicación era un regalo envenenado.
Un rincón como ese tiene el listón en el infinito, y con el Cranc llevándose todas las atenciones… a l’Olleta le faltaba alma.

- - Foto. Rafa Molina
La que le han dado Pepa y Vicente con el cambio de rumbo en la propiedad y César Marquiegui a los mandos de la cocina. Ya tenemos nueva mejor paella vista mar. Porque no hay mejor vista mar. Y la propuesta, al fin, está a la altura. Viva.
En l'Olleta encontramos producto de primer nivel, pescados, carnes, elaboraciones un poquito más atrevidas que en su hermano pequeño, y sobre todo encontramos arroces muy serios. Se nota la mano alicantina de César Marquiegui, caldos elaboradísimos y ligeros y sofritos generosos y profundos.
Si hay que recomendar uno, lánzate por el que da nombre al restaurante y la playa, el de Olletes (erizos). “Anarse’n d’olletes” en Altea es “irse de erizos”, prohibida la pesca de este escaso manjar, permitida su ingesta en crudo en la misma playa. En el restaurante puedes disfrutarlo en formato arroz con ajos tiernos, rape y gambita. Insuperable.
Es una suerte tener un restaurante elegante, con una experiencia de hospitalidad más allá de la que esperas, con una oferta gastronómica de muchos quilates y que al levantar la mirada tengas el paraíso en forma de paisaje mediterráneo soñado. Pinos, mar, sonido de olas chocando en la piedra, y la altura justa para tener perspectiva y disfrutar plenamente del privilegio que estás viviendo.