Con una de las mejores vistas de Castellón, el restaurante Llavor será la mesa obligatoria para los viajeros y locales de esta temporada, en realidad de todas las que vienen, en Oropesa del Mar. Con panorámica marítima, Llavor se ubica en altura, su inquieto chef y artífice de la cocina -junto a Adrián Peralta y su equipo- es natural de Artana (Serra d’Espadà) y todos los pases del menú degustación tienen un sentido relacionado con el mismo nombre del restaurante. Llavor viene de semilla, de tierra, de raíces y es que Jorge siempre ha tenido la idea clara de cocinar por la cultura gastronómica de los pueblos de Castellón. 

Este cocinero con treinta años recién cumplidos ha creado su restaurante más personal con los dos mejores ingredientes: su amor por Castellón, su recorrido como cocinero -una década- y su experiencia como gestor y empresario en La Suculenta en Benicàssim. La Suculenta es ese espacio más informal que siempre estaría lleno en una ciudad como Valencia; esta cocina le sirve para experimentar y prototipar los platos que después estarán en Llavor. Así es como fui la única, junto al crítico Santos Ruiz, que probé hace dos años una de las novedades de esta temporada de Llavor. Jorge lleva años gestando Llavor en su cabeza y ahora que es una realidad, ha conseguido que lo sea con unas vistas panorámicas de vértigo que le sirven para conducir el homenaje al paisaje más representativo de la provincia: el mar y montaña. El menú comienza en la terraza y sigue en la sala, el interior. Aquí es casi preciso dejarse llevar por el maridaje, aunque con falta de referencias locales, consiguen unas armonías fantásticamente hiladas. 

Su mayor reto va a ser conseguir que los comensales respetemos los tiempos del personal y que nos dignemos a acortar la sobremesa, con tales panorámicas y hedonismo se vuelve muy difícil querer cortar la experiencia al menos, no antes del atarcerder. Avisamos a navegantes que va a ser muy difícil conseguir mesa para este verano.