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Guillem López trae el vértigo cósmico a casa en su nueva novela ‘Lago negro de tus ojos’

Foto: Meet Mr. Campbell

El prolífico escritor de Castellón, referente en la fantasía nacional, estrena una novela que posee el aroma añejo y familiar de las historias de misterios de hoja áspera y portada blanda ilustrada

20/05/2019 - 

El del cómo encajaría nuestro mundo el asistir a un acontecimiento que por fin nos abriese las puertas a los auténticos dominios del universo es un género en sí mismo que interesa, y mucho: editoriales y nuevas plataformas de contenidos están apostando fuerte por estas historias que no prestan tanta atención al origen del suceso en sí como a sus consecuencias, a la forma en que lo inesperado -e incomprensible en principio- subvierte la realidad. De estas historias, las que a uno le resultan más atractivas son aquellas en que el suceso se asienta y más allá del asombro inicial y del acercamiento curioso y prudente de una humanidad científica, al final todo queda en un nuevo paisaje al que acostumbrarse, pero nada más. Hay más, claro, pero no es un algo espectacular, no es una flota sedienta de recursos y guerra interplanetaria, tampoco un cataclismo que manda al éxodo espacial a los más necesarios o mejor relacionados de nuestra especie ni un ser recién llegado portador de una gran revelación: lo que hay es un enigma cuya resolución discurre en segundo plano porque en el primero se encuentra la visión costumbrista de una sociedad que se ve obligada a asimilar -y que de hecho acaba asimilando con cierta facilidad- hasta lo más extraño, porque lo extraño deja de serlo en cuanto lo incluimos en la rutina de nuestras vidas, lo entendamos o no. Nuestros rutinarios y aburridos GPS funcionan porque tienen en cuenta que el tiempo va más lento a ras de suelo que a la altura a la que se encuentran los satélites por efecto de la gravedad de la Tierra. De hecho, no hace falta subir tanto: el tiempo es distinto en nuestra cabeza que en nuestros pies.

Quien más y quien menos se ha planteado una y un millón de veces como reaccionaría si los telediarios anunciasen que hemos encontrado vida fuera de nuestro planeta: hace años la premisa siempre incluía seres inteligentes, y si no, al menos visibles, de nuestro tamaño, pero tal y como enfoca actualmente el asunto la ciencia, parece más probable que un buen día -será bueno, sin duda, buenísimo- una misión encuentre trazas de vida microscópica en las nubes de vapor de los monstruosos géiseres de Encélado. Que hay más vida ahí fuera además de la terrestre, a estas alturas de lo que sabemos sobre las dimensiones del universo, parece una obviedad. ¿Qué pasaría sin embargo si a lo que asistiésemos fuese a un fenómeno cósmico para el cual no tuviésemos explicación y el cual ni siquiera pudiésemos atribuírselo a un ser vivo tal y como los entendemos, por muchas sospechas que albergásemos? ¿Y qué pasaría si el fenómeno no nos agrediese y sencillamente modificase el aspecto de nuestro pueblo y a lo sumo, algunos de sus hábitos? Guillem López es un escritor con recursos que no tiene miedo a explorar nuevos escenarios en el terreno de la ficción especulativa en el que hasta ahora principalmente le hemos leído: del realismo fantástico -que nadie eleve una ceja: en realidad se entiende bien a que nos referimos con esa etiqueta- de Challenger al guillempunk de El último sueño, pasando por el laberíntico horror cuántico de Arañas de Marte, el de Castellón ha sabido concretar sus ideas en historias de libro ejecutadas en distintos registros en función de lo que pidiese cada relato. Esto le ha valido, como sabrá el aficionado al género o a esta sección de Valencia Plaza que es La librería, un buen número de reconocimientos y la posibilidad de publicar de forma recurrente en distintos sellos.

En esta ocasión la confianza depositada en Guillem López por parte de Alianza Editorial nos ha regalado Lago negro de tus ojos, una novela que podríamos encuadrar en ese género del que hemos comenzado hablando en este artículo, el de los fenómenos que irrumpen en nuestras vidas y en ellas se quedan, de tal manera que podemos pasar junto a una laguna, la más grande de todas las que han aparecido en el mundo, sin prestar atención al hecho de que lo que en ella cae desaparece para siempre pese a que a priori yazca en el fondo a sesenta centímetros de la superficie, o de que sea una ventana que muestra alguna región del espacio próxima a Plutón. A esta tierra de la laguna llamada El Clot vuelve la protagonista, en el exilio voluntario durante años, con el objetivo de recopilar la suficiente información para escribir un reportaje sobre todo lo que allí acontece y en concreto sobre una desaparición todavía sin resolver. Desde el principio la novela tiene ese aire característico de las buenas historias de misterio sin artificios: todo ocurre a pie de camino de tierra, de barra de bar, entre las cañas. En El Clot la vida se ha hecho seguir con normalidad tras El Incidente, incluso se le ha sabido sacar partido turístico a la singularidad. Saber qué ocurre por debajo de la capa de la rutina del pueblo nos llevará hasta el final de la novela, pero lo que nos hará disfrutarla de veras es apreciar el sabor de la normalidad anómala a lo largo de sus páginas, porque como en cualquier pueblo, hay quien se fue sin mirar atrás, quien debió irse y no se fue, quien logró exactamente lo que quería y quien llegó para hacer negocio. Nos cuenta todo esto Guillem López con un estilo audaz -y resuelto con éxito- que lleva la narrativa del tebeo a la literatura para que veamos con los ojos de la viñeta, y no contento con esto, todavía tiene tiempo de desplegar un caos reptante de situaciones que recuerdan a esa brillante página de Watchmen en que se intenta ilustrar el aspecto de un tiempo no lineal. Lo peor de este libro, sin duda, es que el autor no saque uno parecido cada mes.

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