qué se cuece

Historias de ultramarinos

La calidez y la amabilidad en el trato al cliente los definen. Te llaman por tu nombre y saben la clase de queso que te gusta. Los ultramarinos son historia viva del barrio. Huelen a jamón curado y a salazón. Solo por eso, nunca deberían desaparecer

| 21/10/2016 | 4 min, 6 seg

Pero la realidad es que sí están desapareciendo. Las cadenas de supermercados y grandes superficies hace tiempo que los arrollaron. Hace veinte años todavía podían competir en horario, (si usted tiene más de 35 años, su madre seguro que le mandó alguna vez al ultramarinos a comprar patatas a las diez de la noche), pero ya no. Ahora son supervivientes, elementos casi pintorescos que siguen congregando a una clientela fiel a la que conocen de toda la vida. Todos los ultramarinos tienen algo en común, además de buen producto, un pasado repleto de historias que se remonta a dos o tres generaciones.

Como El niño llorón de Ruzafa, cuyo nombre original era Cafés del Naguabo, una importadora de café y chocolate fundada en 1903. El dibujo del cartel que anunciaba el café donde un niño con cara de adulto lloraba porque se le había caído el chocolate hizo que los vecinos terminaran llamándolo así. En este ultramarinos, Mateo tuesta él mismo los frutos secos y te vende los ingredientes “pesados y medidos, y te digo la receta tradicional de mi casa, exacta para que te salga igual. ¡Y sale!”. La Xocolatera, muy cerca de la plaza de Benimaclet, es otro de esos ultramarinos que ha visto cómo cambiaba el barrio con los años a través de tres generaciones. “Mi suegro y su padre iban a las casas de la clase alta del momento a hacerles chocolate. Por eso el nombre de Xocolatera”, explica Salvador Bori, de 82 años. En esa tienda han crecido sus hijos, que hoy regentan el negocio. Esta es una de las constantes de la mayoría de los ultramarinos: entre sus paredes, en la trastienda o en el piso de arriba se ha criado la prole de los fundadores. Los hijos han correteado entre los sacos de legumbres y los botes de conservas, han echado una mano cuando hacía falta y han heredado esa cercanía que solo se consigue en los pequeños comercios. 

Es el caso de Teresa, Natalia y Sonia, las tres hermanas que despachan en Aves La Maña, otro ultramarinos que lleva intacto desde que abrió hace casi medio siglo en la calle Jesús. Aquí, entre las verduras selectas, los fiambres, el vino y las cervezas y las latas de bonito se han celebrado Navidades, Fallas e incluso una comunión. Ahora también preparan comidas para llevar y sobre sus paredes se mantienen algunas de las señas características de los establecimientos de antaño: ganchos de donde cuelgan jamones, carteles explicativos del despiece del animal con esos nombres que por mucho que nos repitan nuestras madres, nunca nos aprenderemos (yasaben: garreta, babilla…), tipografía original donde se indican los precios…

Estas tres historias, junto a otras, las recoge la guía de ultramarinos elaborada por Cerveza Turia que se presentó hace unos días en este último local. Son una selección de diez establecimientos emblemáticos, reunidos en un libro editado con mucho mimo, que tiene como objetivo homenajear al comercio tradicional de la ciudad al mismo tiempo que difunde la importancia que suponen para el comercio valenciano. La guía cuenta con 90 páginas en castellano y valenciano llenas de anécdotas y de recuerdos de cada establecimiento. Para su confección, Turia ha contado con la colaboración de la foto periodista Tania Castro, así como con la de la artista revelación Ana Penyas que ha reinterpretado la esencia de cada local a través de sus ilustraciones.

Cada uno de estos diez ultramarinos contará con una propuesta de ‘maridaje Turia’ que se podrá adquirir a un precio especial. Los packs-maridaje, que unen alimentos característicos de cada ultramarinos junto a una cesta de cerveza Turia, han sido elegidos por algunos de los chefs de Valencia con más proyección del momento: Alejandro Platero (de Macel·lum), Juan Casamayor (de Cooking Business), Carito Lourenço y Germán Carrizo (de Tándem Gastronómico), María José Martínez (de Lienzo), y Enrique Medina (de Apicius). Los primeros 1.500 visitantes que adquieran cualquiera de los maridajes obtendrán de obsequio una de estas guías de edición limitada.

Una excusa más para que la próxima vez que vaya a comprar, se olviden del supermercado y entren en cualquiera de estos ultramarinos. Y si no les basta, les dejo otra razón de peso. En todo ellos tienen papas Duso.

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