VALÈNCIA. La venta de Iberdrola del 50% que poseía del complejo comercial, hotelero y de oficinas Aqua Multiespacio se materializó con el pago de 61,5 millones de euros por parte de la familia Montoro -la parte compradora y, hasta ese momento, socio mayoritario del 50% restante-. Así lo revela la memoria anual adjunta a las cuentas anuales depositadas por la compañía eléctrica, en la que la enseña concreta que la operación por la que traspasó su participación en la sociedad Oceanic Center se hizo oficial el 1 de junio de 2016.
La venta, como adelantaba este martes el diario Expansión, ha reportado a Iberdrola una plusvalía bruta de 17 millones de euros que la mercantil ha registrado en el epígrafe “beneficios en enajenación de activos no corrientes” del resultado del ejercicio 2016.
Como informó este diario, la familia Montoro cerró la transacción a través de las sociedades Blanal Inversores, Invesmon3 Ziel y Azzofinanz. Entonces se hablaba de un precio de alrededor de 90 millones de euros, una cifra lejana a los mencionados 61,5 millones abonados finalmente -si bien no se descarta que la asunción de deudas o el contrato de alquiler de Iberdrola, que seguirá en el inmueble, hayan podido abaratar la operación-.
La transacción, sin embargo, todavía puede tener que ser defendida en los tribunales. Bankia y la familia Ferrando se opusieron a la compra directa por parte de los Montoro y anunciaron que lucharían hasta el final para tumbarla. La guerra entre ambas partes venía de lejos.
Los tres eran socios en Navisa, sociedad que poseía el 50% restante del complejo comercial y hotelero y en la que los Montoro contaban con la mayoría -y, por lo tanto, con el voto de la mercantil-. Así, en la junta de accionistas de Oceanic Center -la matriz que aglutina la propiedad de los inmuebles de Aqua- la operación fue aprobada sin contratiempo alguno.
Pero lo último que querían Bankia y la familia Ferrando era verse en el escenario de absoluta minoría respecto a los Montoro. Pese a que porcentualmente su peso en Oceanic Center sería el mismo el mismo, eran conocedores de que el dominio total de los Montoro los relegaría a la irrelevancia y les privaría de rentabilizar su participación.
Así, ante tal horizonte, la entidad financiera -que tiene el mandato de Europa de deshacerse de sus participaciones inmobiliarias- maniobró de forma astuta para entorpecer la operación. En concreto, el tándem Bankia-Ferrando manifestó su voluntad de que el comprador de la parte de Iberdrola fuera la propia Navisa haciendo uso de su derecho de adquisición preferente -para impedir que lo fueran los Montoro en solitario y poder sacar tajada en el futuro de una hipotética venta-. La alianza de los minoristas apuntaló esta propuesta presentando un plan de financiación de la operación en la que participarían varias entidades bancarias.
Sin embargo, los Montoro tumbaron esta iniciativa haciendo uso de su mayoría en Navisa, una decisión que para Bankia -según trasladó la entidad bancaria a Valencia Plaza- "puso de manifiesto un claro conflicto de intereses por parte de la familia Montoro, que se negó a ejercer el legítimo derecho a la adquisición preferente a través de Navisa mientras permitía que tres sociedades de su grupo se la quedasen en solitario".
"Bankia va a seguir defendiendo sus intereses"-afirmaron entonces ante tal panorama-, si bien la entidad no concretó la fórmula para hacerlo. En cualquier caso, finalmente Bankia también se desprendió de su parte en el marco de la venta de NAU para que posteriormente la asumiera Atitlan, que es ahora quien ha de lidiar con los Montoro.
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