VALÈNCIA. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, protagonizó este miércoles su acto central de campaña en València. Un mitin para el que eligió el mismo escenario que en las pasadas elecciones generales: Feria Valencia, lugar que seleccionado por el PP en 2007 y con el que ya pocos partidos se atreven por su osado aforo, al menos en los recintos más amplios.
La cita guardó, eso sí, diferencias respecto a la 'asamblea' de abril. La primera, estética: la asistencia. Quizá fruto del hartazgo por esta segunda cita electoral, el líder morado logró reunir 600 personas frente a las 1.800 que acudieron hace seis meses. Con todo, aún tratándose de una tercera parte de los asistentes, podría calificarse de éxito teniendo en cuenta que el acto se celebró por la mañana -en horario laboral- y fuera de la capital mientras la anterior se hizo por la tarde en un momento de alta movilización del electorado.
La segunda y principal, el cambio discursivo. Si antaño la diana de las críticas de Iglesias fue la ultraderecha, las "cloacas del estado", las energéticas o la banca, en esta ocasión estos temas estuvieron presentes pero no protagonizaron su intervención. Siguiendo la táctica que ya empleó en el debate a cinco de este lunes, Iglesias señaló de forma directa al candidato socialista y actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por preferir buscar la abstención de la derecha y no a ellos para gobernar después la cita en las urnas del 10 de noviembre.
No en vano, apeló a los votantes socialistas que estén "molestos" con que el secretario general del PSOE haya pasado del "con Rivera no" a "con Casado sí" para que encuentren en su partido, Unidas Podemos, una alternativa de voto de izquierdas. En esta línea, puso de ejemplo el Gobierno de coalición valenciano donde el PSPV sí ha optado dada su minoría parlamentaria por formar un ejecutivo progresista en el que se integran los morados y los valencianistas: "Ximo Puig no fue tan arrogante, supo que tenía que pactar con Podemos y Compromís para llegar a los votos", sentenció.
La distancia que dividió al candidato del PSOE y al de Unidas Podemos durante las casi tres horas que duró el debate televisivo del lunes y que pasó a un segundo plano por la guerra encarnizada que protagonizó la derecha fue, sin embargo, puesta de manifiesto durante el mitin por Iglesias: "El otro día Sánchez dijo dos cosas que me preocuparon: a Casado le pidió que levantara el cordón sanitario a los socialistas igual que hacen sus compañeros en Europa, y después anunció que situaría a Nadia Calviño al frente de una vicepresidencia económica con la intención de que en el PP no tengan dudas de que las políticas económicas que aplicarán van a ser de su agrado".
"Hoy lo ha vuelto a dejar claro en una entrevista en la radio. Le han preguntado por qué insiste en tender la mano a la derecha y ha contestado con otra pregunta: ¿Y por qué no?", añadió el secretario general de Unidas Podemos para destacar el abandono de Sánchez del flanco de izquierdas. Tanto es así que durante el debate del lunes el secretario general de los socialistas peleó por ocupar el mismo espacio electoral que PP, Ciudadanos y Vox en el bloque de cohesión territorial donde tan solo hablaron de Cataluña.
En definitiva, prácticamente toda su alocución fue dirigida a evidenciar que el líder del PSOE se ha desentendido del espacio de izquierdas y es Unidas Podemos quien promulga las propuestas y políticas más sociales. Así, también hizo referencia a que es su formación la única que hizo mención a artículos de la Carta Magna que velan por los derechos básicos de cualquier ciudadano.
"Algunos se ponen medalla de constitucionalistas, pero fuimos nosotros los que hablamos de artículos concretos de la Constitución. El 31 dice que todos los españoles contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad, por tanto, sistema fiscal redistributivo. Queremos que los bancos devuelvan el dinero del rescate; artículo 35. Todos los españoles tienen derecho al trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, por lo que pedimos un salario mínimo de 1.200 euros mensuales; artículo 47, derecho a una vivienda. Queremos frenar los desahucios, poner límites a los fondos buitre, y eso se hace interviniendo el mercado del alquiler. La Constitución es un documento que se puede aplicar sin tener que tirárnoslo a la cabeza", zanjó el candidato morado a la Presidencia del Gobierno.
Más allá de este enfrentamiento ideológico para tratar de absorber a ese electorado, a su juicio, "molesto", conviene apuntar que Pablo Iglesias no hizo mención alguna al principal problema de la autonomía que el Gobierno valenciano del Botànic ha tratado durante la pasada legislatura y la actual situar en la agenda nacional: la infrafinanciación que sufre de la Comunitat.
Un error significativo, pues aunque en el debate del lunes fuera el único candidato que hizo alusión a él, olvidarse de esta cuestión al visitar el territorio afectado por esta falta de recursos es un tropiezo nada trivial.
La referencia al problema valenciano, no obstante, sí estuvo presente en el discurso de la síndica de Podem en Les Corts, Naiara Davó, que intervino junto a otros siete representantes de la formación morada: desde candidatos nacionales como Héctor Illueca o Txema Guijarro hasta el vicepresidente segundo en la Comunitat, Rubén Martínez Dalmau.