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Ilustración desilustrada

La polémica sobre la posible ampliación del IVAM a costa del MuVIM (más mediática que real) debe servir para replantearse el futuro de la institución, sin olvidar su pasado

15/01/2018 - 

VALÈNCIA.-Tres lustros después de la inauguración del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM), nadie niega que València disfruta en el centro de la ciudad de un magnífico jardín y un singular edificio reconocidos arquitectónicamente. Pero las dudas sobre su contenido se han reabierto tras la sugerencia de que la fracasada ampliación del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno, inaugurado en 1989) pudiera tener en algún momento como destino el edificio de Guillem de Castro. Más aún sabiendo que la colección del IVAM es muy amplia, crece cada año y está guardada en sus almacenes. También siendo conscientes de la imposibilidad económica actual para afrontar aquel proyecto de ampliación diseñado por el equipo japonés Sanaa y cuyo coste rondaría en la actualidad los ochenta millones de euros (seis de ellos ya gastados en el proyecto en sí).

Sin embargo, ese debate (real o mediático) no deja de retrocedernos en el tiempo. Por un lado para preguntarnos si era necesario el proyecto de los japoneses para acabar guardado en un cajón, y no haber afrontado algunos de los que se hicieron con antelación y a un coste razonable. Por otro, plantearnos si era necesario un MuVIM como hoy lo conocemos cuando carecía de un proyecto base consolidado y una colección que lo justificara. Más aún cuando nadie se ha sentado realmente a razonar sobre su destino, más allá de las aportaciones singulares que cada uno de los directores, diputados del ramo y técnicos han ido sugiriendo durante todos estos años, según sus interpretaciones de Ilustración y Modernidad. 

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El objetivo del MuVIM tenía como verdadera razón recuperar un céntrico solar; la excusa fue construir un museo. Sería, además, en un espacio urbano que durante siglos albergó el antiguo Hospital General de Valencia y la Facultad de Medicina. Una parcela que desde el derribo del complejo —solo se conservó el edificio actual de la Biblioteca Pública, antigua enfermería del siglo XVI, y algunas de sus puertas y portadas de acceso— no logró encontrar un destino y sufrió todo tipo de contrariedades. 

El espacio donde se ubica el MuVIM vivió múltiples circunstancias y polémicas, tanto políticas como históricas o sociales. Tras su derribo en la década de los 60 y el expolio de gran parte de su patrimonio, las piezas que se encuentran repartidas por diversas poblaciones y algunas columnas de sus claustros pueden localizarse en la propia Plaza de Manises, Viveros o Na Jordana. 

* Lea el artículo completo en el número de enero de la revista Plaza

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