El Gobierno estudia aplicar, entre otros más, un impuesto a las bebidas azucaradas para rascar de los bolsillos los miles de millones que Bruselas reclama por el desastre de gestión que desde hace muchos años nos acompaña. Ahí estará incluida la horchata: agua, chufas y azúcar. Tiempo al tiempo
Primero modificaron la terminología. En lugar de llamar imputado a todo aquel que ha ido, va o está a punto de circular camino del banquillo por mala praxis, se le conoce como investigado, que es más fino, elegante y distinguido. Ahora tampoco lo definen directamente. Subir impuestos o gravar aún más al contribuyente es “exploración de medidas económicas”, como decía esta semana el propio ministro Cristóbal Montoro. Se nos terminaron los días de alegría, por mucho que Isabel Bonig haya lanzado una campaña con el eslogan “que no te borren la sonrisa” para que afrontemos con “algarabía de queja” la también subida de impuestos autonómicos.
Vamos a pagar de nuestro bolsillo todos los incumplimientos con Bruselas que simplemente responden a lo que debemos por el desgobierno y el mal uso que se ha hecho del dinero público o se han llevado. Si por ellos fuera, en realidad, el tajo iría directamente a mayores recortes. Pero resultaría extremadamente sangrante y traería bronca. Y por mucho que Ciudadanos nos quiera convencer de que ellos no apoyarán nunca unos presupuestos recortistas o que la deuda salga del dinero de la clase media y trabajadora, la misma que continua pagando la parranda, al fin y al cabo sale de esos mismos bolsillos, aunque de otra forma. Dice Rajoy que los españoles debemos demostrar ante los socios europeos que somos serios. Siempre lo he sido. Quizás es que además he perdido ya mi pasaporte y condición nacional.
Según un estudio de Tele 5, los españoles dedicamos 160 días al año de trabajo para pagar nuestros impuestos directos, sin contar los que van añadidos en facturas al consumo ordinario de supervivencia, o el IVA correspondiente de todo aquello que se nos antoja o necesitamos. Sin embargo, estamos salvados. Aseguran estos Indiana Jones o “exploradores” de impuestos, que los cinco mil millones que nos reclaman no saldrán del IRPF ni del IVA. No. Aparecerán del consumo de las clases medias, esto es de los ahora denominados “impuestos especiales” –menudo eufemismo- hidrocarburos, o sea gasolina; tabaco, canon de la energía hidroeléctrica, para entendernos, consumo de luz, y hasta las bebidas azucaradas. Nos van a cobrar impuestos hasta por consumir horchata porque lleva agua, azúcar y chufas de Alboraia. Al tiempo. Para algo es bebida azucarada.
Pero nada dicen de reclamar lo que les perdonaron a quienes se acogieron a la generosa amnistía fiscal. Todos esos que tenían el dinero en el exterior y quisieron regularizar su situación -30.000 millones en total- y que en lugar de pagar un 10% por su patriótico gesto de retornar los billetes al lugar de origen se quedó en un simbólico 3%. Ya no sirven las advertencias del ministro de Hacienda sobre que los casos de los amnistiados nunca caducan. Eso es una boutade dicharachera. El propio presidente de la Asociación Española de Asesores Fiscales, José Ignacio Alemany, afirmaba rápidamente que la revisión más allá del 30 de noviembre, fecha de la supuesta caducidad para meter mano en profundidad, es "técnicamente imposible". Cualquier actuación según sus deducciones, sería "inconstitucional" y provocaría multitud de recursos judiciales. Además, los procesos los pagaría Estado y dudarían muchísimos años.
En fin. No van contra los defraudadores a la Seguridad Social, amigos del poder incluidos como incluso hay por esta zona con empresas que colaboraron muy de cerca con las administraciones autonómicas. No. Pagamos los de siempre. Las clases medias y la clase política que abona el porcentaje de lo que nosotros les pagamos pese a llevar un año sin haber hecho absolutamente nada. Pero eso sí, cuando debes un par de recibidos que suman un centenar de euros te cortan la luz, el agua, el gas o directamente te embargan. Aunque te mueras. Luego todos se echaran la culpa y aquí no habrá pasado nada tras unos días de ruido.
Es el gran cambalache de la política más insolidaria que hemos visto y vivido en mucho tiempo por muy europeos que creamos ser. Nos llaman tontos dos veces. Nos vuelven a rascar el bolsillo. Todo queda justificado con un “no” al IRPF y el IVA. Pero no vamos a poder ni siquiera tomar dos cervezas. Tendremos que contentarnos con una. Y horchata, la justa.
"Después de tantas promesas, lo primero que hemos visto, además de una subida de impuestos, no ha sido una mesa negociadora"
Sin embargo, como reconocía al Financial Times el otro ministro de los ajustes, Luis de Guindos, en 2007 España recaudó 40.000 millones en impuestos de sociedades. Ese año serán 20.000. Albert Rivera, por su parte, aseguraba más sibilino que el Gobierno les había transmitido, tras los supuestos primeros toques de atención en su particular “exploración”, que valoraba la posibilidad de subir el IVA del turismo y la hostelería del 10% al 21%; algo que desde la secretaria de Hacienda se apresuraban a negar en voz baja. Desatar el miedo no es ahora lo más oportuno. Menos aún con puentes al acecho, Black Fridays, sin saber qué pasa con las verdaderas black, compras de Navidad a la vista, reservas y ofertas de Pascua en los escaparates.
Después de tantas promesas, lo primero que hemos visto, además de una subida de impuestos negada durante meses y campañas desmintiéndolo, no ha sido una mesa negociadora para eliminar todas esas duplicidades administrativas que nos impiden ver la luz y lastran nuestra economía, o tanto pelota suelto con derechos añadidos. Sólo hemos observado un mordisco al cuello. Y un aviso: las pensiones ya no están muy claras.
En pleno debate sobre los vestidos y escotes que ha de llevar la Corte de Honor de la Fallera Mayor de Valencia escucho en Locos por Valencia de la SER una declaración muy lúcida de alguien próximo al mundo fallero. Entra en una razón de fondo.
Recuerda que más allá de estos debates anacrónicos y protocolarios -eso lo aporto yo- las fallas son un interminable motor económico en sí. Duran un año completo. Mueve sociedades musicales, restauración, artistas, gremios de todo tipo, sector turístico, pequeña economía, sastres, modistas, telas, zapatos, floristería y cultivo, pólvora, movilidad urbana… Genera riqueza y empleo. Es más que un sector económico. Es una fuente de economía para una ciudad y su provincia. Por eso entraron en su día a saco contra las entidades falleras. Qué más les daba la sociedad valenciana y sus tradiciones Patrimonio de la Humanidad.
Ahora volvemos a pagar lo que muchísimos no han sabido gestionar y al parecer continúan demostrando su ineptitud y falta de imaginación. No nos preocupemos. Un anuncio de Loterías del Estado nos saca la fibra sensible. Nos van a machacar con el Sorteo Extraordinario del próximo 22 de diciembre. Repartirá 2.310 millones de euros en premios, lo que supone 70 millones más que el año anterior. Que no les engañen. Desde 2013 los premios que superan los 2.500 euros entregan un 20% al fisco. Casi el tanto por ciento que deberá subir el precio de la horchata.
De momento, yo ya he conseguido un completo kit de fabricación artesanal. Y también un manual. Sale fantástica. Pero siempre lo negaré, no sea que también me reclamen un porcentaje de “exploración”.
Por cierto, hasta quieren que paguemos más aún con tarjeta y ya no en metálico. Así, abonamos comisiones. Y las cobran. Listos.