ALICANTE. El PSOE y el PP lo han conseguido finalmente: sembrar un ambiente de alarma generalizada en toda España con respecto a la inmigración en general hasta el punto de que hoy figura dentro del top de las preocupaciones de los ciudadanos cuando hace escaso tiempo era una preocupación relativamente marginal. Se ha establecido subrepticiamente lo que el lingüista/sociólogo neerlandés Teun van Dijk acuñó ya en los 80 como "semántica del pánico" a propósito de la llegada de dos millares de tamiles a los Países Bajos, una minoría étnica de la antigua Ceilán (Sri Lanka) que huían de una incruenta guerra civil. Una minoría exógena, muy distinta a la inmigración de las antiguas colonias (Indonesia, Guayana/Surinam...). Los tamiles no estaban previstos como tampoco estaban previstos hasta hace nada los cientos de miles de personas de origen subsahariano que llegan a Las Canarias en incesante goteo. Son nuestros nuevos "tamiles", con especial mención a Mali, un Estado fallido sumergido en una guerra de guerrillas que ha convertido el país en un infierno.
En este contexto no entran los ucranianos (400.000 en números redondos) y se pasa más o menos de puntillas por los latinoamericanos por una cuestión de proximidad cultural; ni entran por supuesto los residentes blancos, ricos o de clase media, que pasan largas temporadas en España. Lo que cuentan son los negros y los moros. Racismo. Pecado capital.
Pues aquí estamos décadas después con lo mismo que describió el teórico neerlandés. Informativos de TV, radios y medios en general alertándonos de "nuevas oleadas", "llegadas masivas", "servicios desbordados" y "situaciones límites" de los servicios mínimos que debe prestar el país a los refugiados conforme a la legislación internacional en materia de ayuda humanitaria y de derechos humanos. Casi todos los medios reproducen la cadena del pánico, sobre todo los audiovisuales. Obvio citar a los menores no acompañados, "violadores en potencia", y obvio la actitud carroñera de la derecha extrema que está a la espera de que un niño sea apuñalado por un extranjero para montar la de dios (en Mocejón, Toledo, no hubo "suerte", y aún así intentaron montar lío).
Si los partidos mayoritarios, PSOE y PP, andan todo el día tirándose los trastos a la cabeza con un asunto tan sensible lo que percibe el ciudadano de a pie es que el problema es gordísimo: así es como consiguen acojonarnos en medio de flagrantes contradicciones: el PP dice un día que lo de la "migración circular" es una bobada y al día siguiente dice todo lo contrario. Núñez Feijóo se encuentra tensionado entre el ala dura del partido, empeñada en competir con Vox, y el ala sensata del mismo. También lo predijo Van Dijk: las élites convencionales se derechizan para no dejarles el terreno abonado a los extremistas iliberales. Migración circular por cierto es lo que hacían hasta bien poco miles de españoles acudiendo a la vendimia francesa. O las mujeres marroquíes que acuden a la campaña de la fresa en Huelva.
Pedro Sánchez juega a cierto grado de buenismo (bendito) pero habla a su vez de reforzar las expulsiones de los inmigrante sin regularizar (los "simpapeles") mientras crecen exponencialmente las trabas para los refugiados que piden asilo político (para mí los otros son igual de refugiados que huyen de la pobreza, de sistemas corruptos, y de estructuras laborales que bordean la esclavitud). Ahora se pone como ejemplo a Alemania donde se agarran a una frase descontextualizada del canciller Olaf Scholz sobre deportaciones masivas. De momento se han deportado a 28 afganos delincuentes convictos, algunos con graves delitos de agresión sexual. España por cierto practica más deportaciones que la Italia de Georgia Meloni, por mucho que el otro día un periódico intentara darle la vuelta a la tortilla para sugerir que el PSOE es un blandiblú y que la gira africana de Pedro Sánchez es humo.
Y el PP, el duro, cerrado en banda a pactar una reforma de la Ley de Extranjería para repartir cupos de personas migradas entre las distintas comunidades autónomas con criterios de racionalidad y proporcionalidad (también Junts). Anteponen la declaración del estado de emergencia migratoria que no sé muy bien en que consiste (¿llevar a La Armada a las costas mauritanas como propuso Miguel Tellado en una de sus múltiples ocurrencias de descerebrado?). Y, hay que decirlo, Marruecos haciéndose de nuevo el sueco consintiendo la llegada a nado de adolescentes y jóvenes desde Castillejos a Ceuta tras el gran pacto de Sánchez con el rey/autócrata tras el escuadrón de jóvenes que llegaron de Castillejos a Ceuta en mayo de 2001. Sánchez reconoció la marroquinidad del Sahara Occidental a cambio, entre otras cosas, de atajar de cuajo las pateras y las travesías a nado entre dos poblaciones, las citadas, que se encuentran a poco más de 5 kilómetros de distancia; Santa Pola-Tabarca.
Hablar de generosidad de los partidos en estas materias es una ñoñez, lo sé. Instrumentalizan la inmigración a su antojo y siempre como arma arrojadiza. Por no hablar de la última diatriba del Papa Francisco exigiendo absoluto respeto, dignidad, y comprensión para las personas que surcan los mares en búsqueda de una vida mejor. La derecha extrema no escucha al Papa, es obvio. Son catolicones a tiempo parcial. Mejor no hablemos de ellos. Disfruten estimados lectores del inicio del mes de septiembre. Y no se dejen intoxicar. España va a necesitar 25 millones de inmigrantes de aquí a 2053. No lo digo yo. Lo dice el Banco de España.
CODA: José Luis Ábalos, expulsado del PSOE por el 'caso Koldo' esta que arde tras el informe interno que se ha elaborado por el Ministerio de Transportes, Oscar Puentes, y que ya está rondando en la Fiscalía. "A partir de ahora me siento libre de votar en conciencia" ha afirmado uno de los gurús del socialismo valenciano. Un voto en el Congreso puede ser en estos momentos decisivo....Ábalos tiene cogida la sartén por el mango.