De feria vinosa

Innobles por Sanlúcar

Convocamos a nobles y plebeyos, hedonistas todos ellos, que hoy vamos de vinos desde Cádiz hasta el mundo y con ganas de jarana. Porque sí, estamos de festolín entre mucha botella rica y alguna margarita

| 28/06/2019 | 5 min, 10 seg

Entramos en plaza de feria vinosa y entre amigos, dispuestos a dar la vuelta al ruedo, la de beber bueno y tan a gusto, la que nos gusta. En Sanlúcar de Barrameda, pero con bodegueros de acá y acullá que traen sus creaciones más de dar a conocer, y nosotros tan dispuestos a aprender. Además de pasarlo súper, claro, con el humor bien puesto y en todo lo alto, y con venga de cateo, picoteo y esas personas que sí. Y así, entre redobles varios, nos ponemos flamencos y a bailar, que pensamos ganarnos una de rabo con patatas y otra de oreja picantona. En ésta, la jornada más Innoble.

Comenzando por las novedades novedosas que nos hemos encontrado. Unas pocas porque eran muchas y rerricas. Como el 3 Miradas 2016 (Alvear), primicia con sus tres años bajo velo de flor que nos llevamos a la boquita complacidos, que es liviano para su edad. Esa que le da sabiduría con peso y muchas cabezuelas. De las cero cabezonas y bien molonas al lado de nuestro preferido, un mollete tostado sólo por fuera, con jamón y bastante tomate ajoso. Empezamos con fuerza, tío.

Y para fuerza la que despliega el Fino Balbaína (San Francisco de Balbaína), descubrimiento del día que llega directo y serio para envolvernos entre sedas raciales y salinas. Redondo de vinazo que se ve las caras junto a su vecino del pago Macharnudo, que también está macanudo. Regocijos de apuestas seguras con unas ortiguillas bien fritas.

En el Socaire Oxidativo 2014 (Bodegas Primitivo Collantes) vemos un socairismo en crecimiento hasta hacerse con la edad adulta. Tras 60 meses descansando en su bota, sale a la luz sin perder pizca de chispa y ganando en sabiduría. Salobre fortaleza de sápida magnitud que colma de interminable alborozo. Tanto que nos ponemos la falda hawaiana de menear las caderas al son de una ensaladilla de las de bastantes gambas, varios encurtidos y nada de piña. 

Seguimos navegando en la Nave Trinidad (Bodegas Barbadillo). Manzanilla en rama de media crianza que combina frescura y complejidad con maestría. Equilibrio de equilibrista aventajado que tiene claro cómo hacer disfrutar. Con su biologismo y una ración de crujiente pescaíto adobado. 

Entre fósiles y toscas cerradas

Las agradables sorpresas continúan con el UBE Paganilla 2018 (Cota 45), venido de varios pequeños viñedos entre fósiles y toscas cerradas. Acercamos la naricilla y, descarado, nos la pinta con una tiza. Fresco, ligero y dadivoso se demuestra sabroso y larguilargo de acideces. Nos cautiva sin más historias y con un pinchito moruno de lubina muy jugosa.

La Manzanilla Añina 2015 (Callejuela) tampoco se queda corta con sus millones de cositas en  tremendísima energía. Frutos secos a tutiplén y aromático enorme que vuela desde el mar a montes de piedros gordos. Corpulencia en su total magnitud y al lado de unos caracolillos de temporada y en su vaso.

El Fino Caberrubia (Bodegas Luis Pérez) se arrebuja entre añadas variadas para ofrecer un trago de maravilla accesible. Reuniones en compañías que brillan con inteligencia y muy buen gusto. El saber hacer de los mejores que, afilado y con seriedad, nos regala buenos momentos y unas huevas de choco aliñadas.

Las gurbujas más gaditanas llegan de la mano del Etoile 2017 (Muchada-Leclapart). Fermentado y vinificado en bota de manzanilla rebosa del carácter de su tierra sin dejar de mirar a los maestros. Amargosix y molón no es nada remolón y nos refresca con finura y unas escupiñas al mojo verde. 

Nos quedamos en el sur, y por ahora, con algunos de los de siempre hasta la eternidad, con La Bota de Oloroso 51 (Equipo Navazos). Complejidad de nunca parar y el poder recrearse en su sustancia. Sueños que te rodean en abrazo delirante por saber que te encuentras ante algo único. Y sabiendo que en soledad está perfecto, le damos comparsa con un poco de buen queso.

Y no anda lejos el Tío Pepe 4 Palmas (González Byass). Tremendidad de aguda vehemencia que nos presenta a un artesano ebanista de los de trabajar contento, tranquilo y con mucha calma. Porque queda una vida para el deleite y mejor con una copa en paz, y una tapa de sangrecilla encebollá

Desde España al fin del mundo

De salto pequeño nos movemos por España y hasta el fin de la tierra entre algunos tintos, como el  Finca Piedra Infinita 2016 (Zuccardi). Malbec nacida en las alturas argentinas, que mira a horizontes lejanos entre rocosas montañas. Aire fresco de penetrante magnitud, armonía y poderío, para ponernos en situación de guateque con una pizza de chicharrones.

En la Francia más amorosa está la carnosa Cuvée Igor Nemausensis Anno 2015 (Domaine de Rapatel). Mucha garnacha con un poquito de merlot de suculenta fruta y pura expresión. Chulito como es, se pone mimoso y habla con entusiasmo al lado de unas huevas de caballa a la plancha.

No nos pesa volver a la península si es con el 4 Kilos 2016 (4 Kilos Vinícola). Callet de viña vieja mallorquina entre campos de árboles frutales y mucho pasto rozagante. Gozo con gravedad y pocas bobadas. Clase y sutilidad que acompañamos con unas costillitas de atún a la brasa.

Y tampoco cuesta despedirse si es desde El Bierzo y con Las Lamas 2016 (Descendientes de J. Palacios). Mencía con alguna que otra variedad que nos lleva a parajes soñados en los que corretean animalillos felices rodeados de manojos de violetas. Elegancia, redonda y texturosa que rematamos con una lengua guisada en tomate. Broche de oro para unos días de intensidad deslumbrante, la de esos blancos parajes a los que siempre volveremos. Prometemos.

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