La vicepresidenta anunció en 'Forum Europa' medidas que afectan especialmente a empresas y empresarios
Mónica Oltra es una política especial, diferente a la mayoría. Lo era cuando estaba en la oposición y lo es en el Gobierno. Desde que sin poder contener las lágrimas de emoción llegó al Consell eligió, en ese gran teatro –a veces circo- que es la política, representar el papel más difícil para un gobernante, el de ‘yo sigo siendo la misma, a mí el coche oficial, la escolta y otras parafernalias no me van a cambiar’. Y lo lleva a rajatabla. Sus ruedas de prensa de los viernes –puntualidad, por favor, por respeto a los periodistas- destilan cercanía, naturalidad, coherencia. Oltra tiene unos principios y, al contrario que Groucho, si no te gustan, no tiene otros.
La vicepresidenta pronunció el otro día una interesante conferencia en el foro de debate Forum Europa, Tribuna Mediterránea, sonada por motivos ajenos a su contenido, en la que expuso cómo su manera de ver las cosas se va a trasladar a las políticas de la Generalitat, con permiso de Ximo Puig, presente en el desayuno informativo. Unas palabras muy a tener en cuenta por empresarios y empresas. Agárrense, que vienen curvas.
Ante un auditorio más bien conservador, Oltra dio la vuelta al dogma neoliberal según el cual los gastos deben ajustarse a los ingresos y cuando bajan los ingresos lo que toca es bajar los gastos e inversiones públicas. El dogma del déficit cero, que Rajoy y Zapatero nos colaron en la Constitución. Es al revés, según la líder de Compromís: los derechos de los ciudadanos no existen en función de la disponibilidad presupuestaria, existen porque son derechos, y por tanto, es el presupuesto de ingresos el que debe adaptarse a la necesidad de garantizar esos derechos. Por si alguien no había visto por dónde iban los tiros, la vicepresidencia bajó a terreno de lo concreto: "Se ha de revisar la fiscalidad, el sistema tributario, como garantía de redistribución de la riqueza". En román paladino: van a subir los impuestos, especialmente a los ricos.
Sobre este punto, conviene aclarar que la intención inicial del Consell era mantener la fiscalidad más o menos como estaba para 2016, a la espera de ver cuánto aumentarán las transferencias del Estado a la Comunitat cuando cambie el sistema de financiación autonómica. Pero finalmente no lo hará porque habría sido incongruente que dos partidos que se han hartado de criticar al PP por su política fiscal la dejasen igual al llegar al Gobierno de la Generalitat. A este respecto, comentaba con sorpresa Jesús de Salvador en su columna en Valencia Plaza, que el DOCV apenas ha recogido modificaciones presupuestarias en los más de tres meses que llevamos de nuevo Gobierno -las transferencias de dinero entre unas partidas presupuestarias y otras se tienen que publicar-, que era lo esperado tratándose de un Ejecutivo diferente.
Sin salir del terreno económico, Oltra habló de la "implicación colectiva en el bien común", que para que lo entiendan los empresarios significa, por ejemplo, un cambio inusitado en la contratación pública. Anunció que la Generalitat introducirá "cláusulas sociales" en los concursos, de manera que tendrán más puntos las empresas que demuestren tener planes de igualdad, paridad en los órganos de dirección, personal con diversidad funcional (se supone que por encima de lo legalmente establecido), "salarios justos" y compromiso medioambiental. E insinuó que los concursos serán de menor cuantía para que puedan concurrir las medianas y pequeñas empresas, no solo las grandes. En realidad, la inmensa mayoría de los concursos son de pequeña cuantía.
A Mónica Oltra se ve que no le gustan las grandes empresas. Los promotores de Puerto Mediterráneo deben estar temblando después de oír a toda una vicepresidenta decir que está en contra del megaproyecto en Paterna, que es una barbaridad, es insostenible y, además, es inviable. Como, después de todo, sea legal, tenemos un problema.
"Para nosotros, poder no es un sustantivo, sino un verbo", concluyó. Hermosa frase de la también consellera de Políticas Inclusivas, quien prometió una gestión presidida por el diálogo, el consenso y la participación de la ciudadanía. Una promesa que algunos empresarios acogerán con esperanza, dado que en estos tres meses se han enterado por la prensa de decisiones que les afectan directamente.
Es una lástima que Mónica Oltra eligiera como presentador de su conferencia a un maleducado que provocó hilaridad, estupor y/o enfado con sus descalificaciones a los invitados. Una pena que Oltra no pidiera disculpas y tuviera que ser la organización del acto la que lo hiciera. Y una desgracia que ella respondiese, desafiante, que la organización lo que tiene que hacer es invitar a Vicent Martí -otra vez- a expresarse en uno de sus desayunos (desayunos a los que se invita a personas de todas las ideologías para que digan lo que quieran, pero siempre con respeto). Si la vicepresidenta quiere hacerse acompañar de un bufón está en su derecho, pero en tal caso debería elegir a alguien que dominase el arte de la ironía. Manca finezza.