“Me interesan los cuentos, la narrativa oral, las canciones y las leyendas porque guardan el ADN de quienes hemos sido, y de cómo como grupo nos hemos mirado e intentado entender el mundo. Contamos historias para entender y entendernos más, eso se va pasando de generación en generación y llega a nosotros”, explica Solà sobre su manera de construir historias que están repletas de todas las que han completado su vida. Historias que lejos de mostrarse neutras “hablan de maneras de ver, ser y pensar que hemos heredado”, todo esto dentro de un relato al que el concepto de novela se le podría quedar hasta corto.
Solà cuando se refiere a su obra siempre la llama proyecto, en parte porque estudió Bellas Artes por lo que confiesa que se siente más cómoda comprendiendo que trabaja desde metodologías típicas del arte contemporáneo, en las que el proceso es clave: “Cuando escribo una novela nunca sé qué novela voy a escribir y no me importa mucho, empiezo intentando entender a qué temas y conceptos le quiero dedicar los próximos meses y años de mi vida y a partir de ahi empiezo a leer mucho, visitar archivos y bibliotecas y hablo con expertos sobre temas diversos”, explica sobre su proceso creativo.
Este proceso nunca está marcado por el resultado final, sino por el camino, cobra mucha más importancia contemplar los proyectos con “reflexión, escucha, paciencia, aprendizaje y mucha curiosidad”, lo que le permite comprender la profundidad de lo que escribe a la vez que lo trabaja, hasta que tiene “patas y cola y puede empezar a andar solo, momento de decir adiós y abrir otro para seguir reflexionando sobre nuevos temas, pero jugando a otro juego”.
En su obra -como proyecto y no como novela2- bebe de estas historias del folclore siempre desde el punto de vista “crítico y contemporáneo”, que le permite entender sobre quiénes somos y qué hemos heredado, algo que también enmarca en el espacio donde le nace esta curiosidad: “La raíz de lo que yo hago es contar historias, que pueden pasar en cualquier lugar y pueden entenderse desde cualquier lugar. Empleo estas historias para reflexionar sobre diversos temas y las construyo en un espacio donde pueden desarrollarse, siempre movida por la curiosidad y con tanto rigor como puedo”, explica. De esta manera en Te di ojos y miraste las tinieblas habla de una fábula en la que cada mujer que la cuenta le falta a una cosa, desde lengua hasta un corazón entero, algo que nace con un pacto con el diablo y que es lo que siembra la semilla de la curiosidad para la creación de esta obra.
“El pacto con el diablo es una premisa clásica tanto del folclore catalán como del resto de folclores, yo quería que esto fuera el núcleo de esta historia desde la que hablar de una familia del siglo XVI cuando Joana, matriarca de la familia Clavel, le pide al demonio un marido, que quiere que sea heredero, con una casa y tierras, lo que llaman un hombre entero”, un argumento que conforme se desarrolla hace que Joana rompa el pacto al descubrir que a su marido le falta un dedo del pie deshaciendo la historia de “hombre entero”, por lo que decide quedarse con la casa y el alma sin ser consciente la consecuencia que afectará a todos sus descendientes: a todos les faltará una parte del cuerpo, de alguna manera, y sobre eso se cuenta la historia de esta familia supuestamente maldita, en la que las mujeres toman el relato y lo transforman.
Su historia está repleta de magia, terror y un universo enorme en el que Solà demuestra toda la investigación que le ha traído hasta su propia fábula. En esta desvela las pequeñas trazas de lo que le atormenta y le preocupa, pudiendo transformar la problemática de las mujeres de la época en una actual a través de pasajes que relatan desde un prisma crítico y feminista, y que de una forma única convierte a Solà en la creadora de las nuevas fábulas que marcarán a las futuras generaciones. Unas historias que bien podrían pertenecer al folclore que estudia y sobre el que trabaja, que tal vez en unos años se estudie como el propio de la autora.