VALÈNCIA. Tres hermanos sin estudios formaron hace 51 años Isaval, compañía valenciana especializada en la fabricación de pinturas que hoy factura 45 millones de euros. Así lo señalaba Francisco Vallejo, su consejero delegado, en la Cátedra de la Empresa Valenciana celebrada este jueves en la Facultad de Administración y Dirección de Empresas de la Universitat Politècnica de València. La empresa ha hecho un hueco a los jóvenes que acaban de terminar sus carreras y se lo ha hecho en los puestos de dirección, como el de Product Manager, que está ocupado por gente de 23 y 24 años.
La empresa familiar se inició con la pintura al temple, primer paso en el camino hacia el crecimiento. La aventura la emprendieron los tres fundadores con la ayuda de dos trabajadores más, a los que se sumaron nuevos compañeros de viaje. Actualmente cuenta con más de 300 empleados y forma parte del 88,8% de las empresas familiares en España, que aportan el 57,1% del PIB, y del 91,1% de las valencianas.
"Es una empresa que ha estado muy vinculada a sus empleados", explicó Vallejo. Los fundadores se preocuparon por la formación de la siguiente generación. "Desde pequeños, vivimos la empresa. Yo he trabajado mucho veranos desde el puesto más bajo", añadió.
El viaje empezó en 1968, pero ha tenido más paradas, como la incorporación de la nueva generación en 1994 o el inicio de la profesionalización en el 2012, etapa en la que conformaron la Dirección General externa a la empresa. A partir de 2014 empezó la institucionalización. "A mí me echó de la empresa el director general porque me dijo que le ayudaba más si me dedicaba a generar negocio y a hacer marca", afirmó Vallejo, quien ensalzó los valores de sacrificio, confianza y optimismo que promueven.
"Mi primo y yo nos llevamos ocho días. A la empresa le ha ayudado mucho el vínculo tan fuerte que tenemos", aseguró. Vallejo explicó la importancia de la buena relación para el crecimiento de la empresa. "Yo no tenía que estar aquí. No quería acabar en la empresa familiar. Hice Derecho porque quería ejercer de abogado, pero tengo un primo muy pesado que me convenció", bromeó.
En 1994 se produjo una crisis económica cuando trabajaban 27 personas en la empresa, que iba hacia abajo. "Nos hicieron un chantaje emocional, ya que nos dijeron que todo lo que habíamos conseguido era gracias a Isaval, y que nos necesitaba ahora", confesó Vallejo. Todos les preguntaron qué hacían en una empresa de ese tamaño con un máster y con la familia. "Te vas a matar", contó que le advirtieron.
Al principio, debido al gran número de jefes, los empleados no sabían a quién dirigirse. "Tuvimos que echar a nuestros padres a codazos. Fue un paso de generosidad por su parte y de valentía por la nuestra", explicó. Vallejo expuso que la propiedad se hereda, pero la dirección se profesionaliza, porque la empresa "tiene que estar por encima de los intereses de la familia", ya que no puede repercutirles a los profesionales que no llevan su apellido.
Eligieron ser una empresa de Dirección Familiar, pero querían evolucionar al modelo de inversión familiar y salirse de la dirección. Su proceso de incorporación requiere unos niveles de estudios, de inglés, y de experiencia en otra empresa, pero, sobre todo, que tiene que existir un puesto que cubrir. Establecieron que no podían entrar familiares políticos ni de otros empleados, así como casarse en régimen de separación de bienes. "Solo opinan en el Consejo de Administración los Vallejo", aseguró.
"Yo profesionalicé mi empresa cuando tenía 43 años porque era importante contar con un profesional al frente de la empresa", concretó Vallejo, quien explicó que se trata de un proceso de "congelación y descongelación", que consiste en dejar responsabilidades, mientras el nuevo director las coge. Esto condujo a la institucionalización, ya que tienen un Consejo de familia que se reúne periódicamente para establecer la estrategia de la empresa y hacia dónde quiere ir. "Todos somos herederos del trabajo de todos", afirmó.
"Ya tenemos una cuarta generación que podría tomar el relevo de la empresa. Tienes que tenerla profesionalizada para que la empresa sea de todos", aseguró. Vallejo enfatizó en la relevancia de la gestión del ego, así como de consensuar, ser flexibles y saber trabajar conjuntamente. "Es fundamental gestionar la familia al mismo tiempo que la empresa" porque también es un trabajo, explicó. El consejero delegado expuso que para el éxito y el fracaso todos son iguales. "Hemos llegado a los 50 años con plenas facultades como empresa", aseguró.
El consejero delegado, que también es presidente de Ivefa, expresó que lo que se pretende es ser voz y espacio de la empresa familiar, así como ayudar a solucionar los conflictos.