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LA OPINIÓN PUBLICADA / OPINIÓN

La izquierda que encandila a la derecha

6/01/2024 - 

Recientemente ha aparecido en el panorama político el proyecto de un nuevo partido, Izquierda Española. Es muy probable que usted, estimado lector, ya conozca la noticia, porque ha concitado muchísimo eco mediático. A decir verdad, una repercusión sorprendente, teniendo en cuenta que se trata de un proyecto de nueva factura y conformado, hasta el momento y que sepamos, por desconocidos. Pero la cosa tiene más miga aún si les miramos la "matrícula" a los medios más entusiastas con el proyecto. Efectivamente, casi todos ellos se han distinguido en los últimos meses por denunciar los excesos del sanchismo y sus prebendas a los indepes, y antes lo hicieron con las tropelías de Unidas Podemos en el gobierno, y antes con la vergonzosa moción de censura que separó a Mariano Rajoy del poder, y antes...

Bueno, ya se hacen una idea de cómo va la cosa. El PSOE siempre lo hace todo mal, sobre todo si el PSOE tiene mando en plaza y con ello impide que mande el PP. Un discurso muy habitual en nuestro panorama mediático, en particular porque recibe su oportuno reflejo en el otro campo, donde siempre está mal todo lo que hace o deja de hacer el PP. El PSOE, en cambio, puede dar los virajes que quiera, que a esos medios siempre les parecerá bien, especialmente si el PSOE da los virajes desde el poder que reparte subvenciones.

Pero, al igual que desde los medios pretendidamente progresistas es habitual hacer el discurso que lamenta el recio franquismo facha del PP que impide que en España pueda consolidarse un partido conservador verdaderamente democrático (que eso es lo que se anhela desde los medios afines al PSOE, claro que sí; sobre todo si demuestra ese compromiso con la democracia desde la sempiterna oposición), también tenemos desde la esfera conservadora una retórica que permanentemente se duele por la falta de compromiso del PSOE con la Constitución y con España. ¡Ojalá existiera un PSOE verdaderamente centrado y de izquierdas de verdad, no este engendro sanchista que pacta con quien se le ponga por delante, y precisamente por pactar con toda esa gente acaba forjando mayorías!

De este supuesto anhelo salen siempre este tipo de experimentos. En ediciones anteriores, los proyectos de centro siempre solían buscar primero descontentos con el PSOE (UPyD con una líder, Rosa Díez, que cobró como eurodiputada del PSOE hasta el último instante previo a fundar este nuevo partido, Ciudadanos cuando nació como escisión oficiosa del PSC en Cataluña), y en sus primeros años de andadura, con éxito.

Rosa Díez, en una imagen de archivo. Foto: EUROPA PRESS

El problema, desde el punto de vista de ciertos medios, es que luego este tipo de proyectos adquirían vuelo propio y acababan, como corresponde a su naturaleza centrista, mordiendo también en el electorado de centroderecha. ¡Por un momento, casi parecía que se habían tomado en serio el proyecto regeneracionista "ni de izquierdas ni de derechas"! Y así, tras unos inicios prometedores, estos partidos buscaban -y encontraban- votantes a izquierda y derecha, y muy pronto descubrían que, con su discurso, muy focalizado en refutar cualquier pacto o componenda con los nacionalistas catalanes o vascos, así como la fuente que les nutría de votantes exsocialistas tenía ciertas limitaciones, las posibilidades para hacerse con electorado del PP eran mucho más grandes, como descubrió Albert Rivera en abril de 2019, cuando obtuvo 57 diputados y a punto estuvo de superar al PP.

Así que ahora el "nuevo" proyecto de izquierda verdadera alejada de componendas con el nacionalismo, auspiciada y potenciada desde los medios conservadores, lleva impresa en su marca una garantía de calidad para evitar males mayores: la palabra "izquierda", para que a ningún votante descontento con el PP se le ocurra acercarse por ahí y nos ahorremos potenciales disgustos.

La cuestión es: limitando la actividad del partido a exvotantes del PSOE, y con los patrocinadores de la esfera mediática conservadora que manifiestamente quieren que la cosa tenga éxito: ¿es factible atraer votantes? ¿Se trata de un proyecto viable? La respuesta más honrada es: sí y no, como tantas veces daban los funcionarios del Civil Service británico en la serie "¡Sí, Ministro!"

Sí, pueden conseguir votos de exvotantes del PSOE (no muchos, pero pueden conseguirlos). Lo que es mucho más difícil es arrancar votos de gente que aún sea votante del PSOE. En las elecciones de julio de 2023, a las que llegamos tras meses y meses de campaña para derogar el sanchismo, de manifiesta erosión de la coalición gobernante, sobre todo entre los votantes o simpatizantes socialistas de mayor edad, más vinculados con la Transición española y su legado, el PSOE mostró notable resiliencia y, de hecho, mejoró ligeramente sus resultados de 2019 (del 28% en 2019 al 31% en 2023).

Albert Ribera, en una imagen de archivo. Foto: RICARDO RUBIO/EP

Así que un partido como el que nos ocupa puede nutrirse de votantes que ahora mismo están en la abstención (los más) o que quizás, en algún caso, ya han cruzado el Rubicón en las pasadas elecciones de julio y han votado al PP (los menos), o que votaron al PSOE en julio "para parar a la ultraderecha", pero ahora no sobrellevan nada bien que para parar a la ultraderecha haya que amnistiar a los independentistas. Este último vector es el que genera más incógnitas, pues, con su inimitable estilo, Pedro Sánchez logró forjar una mayoría de Gobierno en la que ofreció a los independentistas catalanes una ley de amnistía que previamente había afirmado que nunca les daría. Y, como esto sucedió después de las elecciones, no podemos saber si hay votantes del PSOE de julio de 2023 para los que dicha decisión pueda resultar determinante para abandonar a este partido. Y a esto apuesta sus cartas Izquierda Española y sus entusiastas voceros mediáticos, de ahí que sea una izquierda, sobre todo, que quiere confrontar con los actuales socios de Pedro Sánchez.

Sin duda, el momento para lanzar el experimento es idóneo: pocas elecciones más proclives a que nazcan nuevos partidos de ámbito nacional que las Elecciones Europeas, con circunscripción única, y donde un 2% de los votos te garantiza un eurodiputado. Así irrumpieron Podemos y Ciudadanos en la política española en 2014, de ahí sentaron las bases para comenzar a crecer a partir de la plasmación de su existencia en unas elecciones donde, además, la participación es tradicionalmente muy baja, con lo que resulta comparativamente más factible obtener diputados para proyectos nuevos apoyados por una minoría de convencidos. Sobre todo porque, además, en estos comicios las apelaciones al voto útil de los grandes partidos no sirven de mucho. En primer lugar, porque como hay una única circunscripción todos los votos son igualmente "útiles". Y en segundo lugar, porque casi todos los votantes tienen claro que el voto en estas elecciones no es crucial ni determinante (todos los votos son igualmente "inútiles"), lo que da pie a apoyar nuevos proyectos y, en suma, votar a lo que a uno le apetezca sin preocuparse mucho por las eventuales consecuencias

Así que resultan pertinentes dos preguntas. La primera: ¿tiene Izquierda Española visos de triunfar, entiéndase por tal obtener representación en las Elecciones al Parlamento Europeo? Si su popularidad entre los votantes es remotamente cercana a la que tiene en los medios conservadores, la cosa está hecha, sin duda alguna. La capacidad que siguen teniendo los medios para marcar las preferencias del público es enorme, sobre todo en un contexto como el actual, en el que hay una marea de fondo en determinada izquierda (votantes con sentimientos nacionalistas españoles y de cierta edad) de profunda insatisfacción con el PSOE de Pedro Sánchez. No creo que lleguen las cuentas para un eurodiputado, pero no cabe desdeñar el bombardeo mediático con que claramente nos vamos a desayunar los próximos meses, contándonos las bondades de un nuevo partido de izquierdas cuyo propósito es dividir el voto de izquierdas para... ¿qué, exactamente?

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Foto: ÁLVARO BALLESTEROS/EP

Y he aquí la segunda pregunta: ¿qué hará Izquierda Española con sus diputados, si los tiene? Y no hablo del Parlamento Europeo (pues a nadie le importa lo más mínimo qué hagan o qué voten los europarlamentarios, hete aquí su mayor ventaja), sino en el Congreso de los Diputados y en los parlamentos autonómicos. La respuesta ya la conocemos: no pactar nunca con nadie que pacte con los nacionalistas. Es decir: no pactar nunca con ningún partido de izquierdas, y por tanto o bien no formar parte de ningún bloque electoral o bien hacerlo con el PP y Vox (esto último parece un salto mortal demasiado complejo, pero los caminos de la verdadera izquierda son inescrutables).

En todo caso, el resultado sería similar: conseguir que afloren votos insatisfechos con el sanchismo, que ahora están en la abstención o en el PSOE porque no tienen más remedio, pero sin que a nadie que ahora vota al PP se le pase por la imaginación hacer lo propio, como acabó pasando con UPyD o Ciudadanos, porque mira, ¿es que no ves lo que pone aquí? ¡"Izquierda"! ¡Ni se te ocurra!

Como jugada para debilitar al PSOE no está mal pensada, así que chapeau para las eminencias grises de la derecha española que lo vuelven a intentar. El problema es que, como la jugada viene de donde viene y en los últimos quince años ya hemos visto dos experimentos con un origen y unos apoyos en esencia similares, les va a resultar difícil trasladar un hipotético éxito en las Elecciones Europeas a cualquier otro escenario, incluyendo el Congreso de los Diputados.

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