Si la semana pasada, en la primera parte del resumen, hablábamos de los síntomas más visibles de la situación internacional del año 2023 —es decir, los conflictos (o los principales, por lo menos, y más relevantes), enfrentamientos bélicos, y diferentes guerras acaecidas o continuadas en el año—, en esta segunda parte vamos a abrir el foco para ver algunas de las claves que subyacen en esas conflagraciones.
Estos desafíos se pueden clasificar aproximadamente en tres áreas: la económica, la demográfica y social, y el ciberespacio.
La primera apuesta, o mejor dicho pulso, de la que ya les hablado en otras ocasiones es la gran competición entre los Estados Unidos de América y la República popular de China por ser el hegemón del mundo. Una lucha que, para que se hagan una idea, generó un artículo en el Wall Street Journal este 1 de enero pasado, titulado de la siguiente forma: “Pekín está en pie de guerra”. Como verán, la percepción en Estados Unidos del auge chino es bastante clara. De hecho, en la encuesta sobre defensa nacional del Instituto Ronald Reagan del noviembre pasado, se reflejaba como los propios norteamericanos veían a los chinos no solo como retadores, sino como superiores en algunos ámbitos de esta gran competición comercial y geopolítica. En concreto, percibían una supremacía china en las áreas de la cibernética y la inteligencia artificial.
Tanta es la competitividad entre estos dos países, que el propio secretario de la Fuerza Aérea norteamericana (una especie de vice ministro de defensa en el Ejército del Aire) Frank Kendall III afirmó que la China de Xi Jinping se está preparando “específicamente para una guerra con los Estados Unidos”. Como verán, es toda una percepción de una amenaza muy real. Una de las conclusiones de esta encuesta sobre Defensa del Instituto Reagan es que los Estados Unidos deben de volver a reconstruir el arsenal de la democracia, como decía el presidente Franklin Delano Roosevelt.
Porque esta competición tiene sus repercusiones también en el ámbito económico. La dictadura China participó, durante este año 2023, en esas reuniones y foros internacionales de los países BRICS plus, en las que se pretendía buscar una alternativa de divisa para el intercambio comercial al dólar. Todo ello motivado, o fue al menos el desencadenante, por la sanciones occidentales a la invasión rusa de Ucrania, y la incautación de sus fondos en terceros países que provocaron un gran temor en los países que conforman el “Eje del Mal”, que se diría en los 80s del siglo pasado, por si se les aplican a ellos. Es por eso que, ante tantas incertidumbres, los metales preciosos, oro y plata, volvieron a ponerse de moda, y además de fluctuaciones que han terminado siendo alcistas, algunos defienden la recuperación de su uso como monedas de curso legal, ante sus propiedades de depósito de valor.
Y, si hablamos de incertidumbres, es inevitable hablar de las citas electorales que van a tener lugar en el 2024 en los principales países del globo, y en total en más de la mitad de la población mundial. Más de 4000 millones de seres humanos están convocados a elecciones como, por ejemplo, en Rusia, México, Pakistán, Taiwán, Azerbaiyan, Portugal, Bélgica, Finlandia, etc. etc. Y sobre todo nos interesa, por sus repercusiones, las elecciones de noviembre en Estados Unidos con ese pulso entre, seguramente, un presidente al que se le ha iniciado un proceso de Impeachment, Joe Biden, y un expresidente imputado, Donald Trump. De la resolución de esa elección presidencial derivarán múltiples cambios en el mundo.
Por supuesto, también en la Unión Europea, de forma conjunta, estamos convocados a las elecciones de su parlamento en junio. Unas elecciones que, según algunos analistas, para que no vuelva a ocurrir lo que pasó en el 2019, en el que el tema principal —como ya les comenté— fue la migración y el miedo a la derecha alternativa, se ha producido el acuerdo de migración y asilo realizado entre el parlamento y el consejo, a fin de intentar poner orden, si es posible, a la inmigración ilegal. Todo ello, aun a costa de cosificar a los emigrantes por ese precio de 20.000 euros por persona que, como les dije, ha sido muy criticado por las ONGs. Incluso, la propia amnistía internacional ha afirmado que esta ley provocará mucho más sufrimiento en las personas.
Inevitable es, hablando de inmigración ilegal y trata de personas, comentarles lo que ha ocurrido, de una manera un tanto extraña, sobre un avión sospechoso de traficar con personas que recaló en la república gala entorno al 20 de diciembre camino de Nicaragua. En lugar de intervenir de una forma clara y más directa en defensa de los derechos humanos y la jurisdicción universal, la Francia de Emmanuel Macron se lavó las manos haciendo regresar al avión, según declaró (yo lo dudo mucho y temo por la integridad de sus pasajeros), a su punto o región de origen.
Este año pasado, y también en la Unión Europea, se ha producido otro hito legislativo, o más bien el inicio de un proceso legislativo que acabará en el 2026: el acuerdo entre el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea para implementar una norma sobre la inteligencia artificial, que será la primera en el mundo. El consenso entre estas dos instituciones europeas parece que es crear un ámbito regulatorio a medio camino o, por lo menos, que no sea el dejar hacer, dejar pasar de Estados Unidos, y el control total por parte del Estado como China. La normativa establece una serie de niveles de amenazas, riesgos, de alto riesgo y riesgo aceptable, así como una regulación sobre la inteligencia artificial generativa.
En cuanto a esta regulación de la UE, yo veo dos grandes grupos de riesgo y amenazas. En primer lugar, los riesgos del mal uso voluntario, por parte de las autoridades, para manipular a la sociedad por medio de la manipulación cognitiva o realizar una clasificación de personas, incluso establecer sistemas de identificación biométrica de las personas a través de la inteligencia artificial. Este es uno de los grandes riesgos. El otro gran riesgo es como se va a ir creando una inteligencia artificial generativa, y el control o no de sus iniciativas y de los propios sistemas digitales que establece la normativa, que tienen que cumplir con una serie de requisitos de transparencia.
En este ámbito, mi preocupación, que debería ser la ocupación de la sociedad y sobre todo de las autoridades, no solo ya es el uso y abuso de la tecnología de la inteligencia artificial para manipular y controlar a la sociedades —ya ocurre por ejemplo en China—, y que en un Estado democrático no se debe consentir. Mi preocupación es el exceso de autonomía de la inteligencia artificial en la gestión de sistemas críticos, aquellos que pueden derivar en problemas de seguridad y riesgos físicos en las personas, no digamos ya de sistemas de armas. Aquí les quiero dar un dato: el mundo ha estado al borde de la guerra nuclear nueve veces, según distintos estudios, por culpa de los fallos de los sistemas de control y sistemas tecnológicos y que, finalmente, no se ha llegado al enfrentamiento nuclear —a apretar el botón nuclear—, gracias al ser humano porque no ha aceptado la decisión de la maquina.
Un ejemplo muy claro es lo ocurrido en septiembre de 1983, tres semanas después de que los soviéticos derribaran un avión de pasajeros de las líneas aéreas coreanas, matando a casi 300 personas. Entonces, el Teniente Coronel Stanislav Petrov, que era el oficial de guardia en el centro de mando del sistema de alerta temprana nuclear soviético, detectó a través de los distintos sistemas de radar el lanzamiento sucesivo de varios misiles nucleares, por parte de los Estados Unidos, y que, en unos minutos (20 para ser exactos) alcanzarían a la Unión Soviética. El protocolo, los sistemas y la tecnología le indicaban que tenía que apretar el botón de la represalia nuclear, es decir, lanzar sus misiles contra Estados Unidos y los aliados de la OTAN, antes de que cayeran esos misiles nucleares detectados en territorio soviético. No obstante, por otro lado, el factor humano, la apreciación subjetiva humana del Teniente Coronel, de lo que estaba ocurriendo realmente, hizo que no iniciará la tercera guerra mundial nuclear. Cuando la acción tecnológica, en forma de IA generativa, pueda tener repercusión sobre la vida de las personas, el juicio moral de éstas debe ser el factor decisivo y decisorio finalmente.