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'head of finance' de instacart

Así es Javier Cortés, el 'embajador' de las 'startups' valencianas en Silicon Valley

Así es el ‘embajador’ de las startups de la Comunitat Valenciana en Silicon Valley

| 16/05/2018 | 12 min, 42 seg

 VALÈNCIA.- Javier Cortés (1980) recibe a una decena de emprendedores en la puerta de StepOne, en San Francisco. Con una gran sonrisa, como si un trozo de su futuro hubiera acudido a él, da el pistoletazo de salida a una misión empresarial, organizada por el Ayuntamiento de València y la Asociación Valenciana de Startups, que pretende mostrar a los nuevos empresarios las oportunidades, las dificultades y algunos secretos sobre cómo emprender en Silicon Valley, el faro que irradia innovación al resto del mundo. 

Cortés ya se ha convertido en una referencia entre los españoles de la bahía. Algunos, como su amigo Pepe Agell, fundador de Chartboost, le llaman ‘el embajador’ entre risas. ¿Pero quién es él? Este valenciano, licenciado en la primera promoción de Administración de Empresas de la Universitat Politècnica de València, es actualmente el director de Finanzas de Instacart, uno de los ‘unicornios’ —compañías valoradas en más de mil millones de dólares— más prometedores de Silicon Valley.

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Cortés forma parte del equipo que ha cerrado varias rondas de financiación en Instacart, fundada por Apoorva Mehta, un ingeniero que dejó su trabajo en Amazon al darse cuenta de la gran oportunidad que había en la compra online, teniendo como punto de reparto los supermercados y comercios locales. Un modelo que más tarde quisieron replicar en España startups como Comprea o Lola Market, ahora fusionadas. 

«Siempre he tenido inquietud por conocer países nuevos, la diversidad, y con quince años, tuve la oportunidad de irme a estudiar a Estados Unidos, a un pueblo al lado de San Francisco. Me encantó la experiencia. Volví a València, entré en ADE, me fui de Erasmus a Francia y cuando terminé empecé a trabajar en PwC», explica Cortés. De València se fue a Londres, a desarrollar un proyecto de la consultora con Ford, y de ahí a San Francisco tras la llamada de un socio, quien le aseguró que su interés por la tecnología casaba totalmente con la filosofía de Silicon Valley.

Su estancia en la bahía con PwC le permitió auditar empresas como Yahoo o Twitter antes de su salida a bolsa, y con todo el bagaje recogido tras cinco años escarbando en las cuentas de empresas tecnológicas decidió cambiar. «Entendí que quería hacer otra cosa. Había aprendido mucho sobre startups, de la inversión, y busqué una empresa que me gustara».

Cuando entró a Instacart en 2015 eran sesenta personas con una ronda de cincuenta millones de financiación a sus espaldas. Llegó en plena negociación para levantar otros 200, y en los últimos dieciocho meses la compañía ha recibido 700 millones más de inversión. Casi mil millones de dólares de inyección, algo impensable en España, para una empresa que en gran medida compite con el propio Amazon, quien recientemente ha estrenado Amazon Prime Now, su servicio  para hacer compra de alimentos apoyado en supermercados y mercados.

Pero Instacart —que entrega pedidos en una hora— consiguió un hito esencial, volverse rentable. Tras varios años perdiendo dinero con cada entrega; como la mayoría de las startups, pasaron a ser rentables en 2016, un aspecto clave para la entrada de nuevos fondos. Cortés y el resto de su equipo ingeniaron estrategias para sacarle dos o tres céntimos a cada entrega, pelearon hasta el último dígito para encontrar su punto de inflexión. 

— ¿Cómo es enfrentarse a una ronda de inversión tan grande?

— Muy satisfactorio. Aunque no lo normalizas, cuando lo haces más de una vez es más fácil. Cerrar una ronda de ese tamaño es muy interesante. Tienes que mostrar la empresa atractiva pero tienes que decir la verdad. Tienes que presentar los números de forma apetecible pero de manera que tampoco tengas que dar mucho equity al inversor para que salga la ronda bien. Es mucho trabajo, muchas jornadas largas. Yo era el líder de toda la due diligence. Todos venían a mí para hacerme preguntas sobre nuestro modelo de negocio o las KPI. Abres una data room, una ronda de consultas en la empresa, y empiezas a meter toda la información que te han pedido los inversores. Se lo das, lo analizan y te piden más información. Es un poco pesado pero muy gratificante. En esa ronda solo estábamos trabajando entre cinco y ocho personas del departamento financiero, de estrategia y legal. El proceso es muy confidencial y no quieres que salga en prensa ni tampoco que se enteren los empleados para que no pierdan el foco en su trabajo. Una experiencia muy intensa.

A punto de claudicar

Mientras discurre esta misión, Cortés va manteniendo conversaciones por el móvil. Muchos se preguntan si se habrá cogido varios días libres para acompañarlos, pero no, el funcionamiento de las empresas tecnológicas en San Francisco se basa en objetivos, que deben ser cumplidos. Da igual que vayas todos los días a la oficina o trabajes desde casa. Una filosofía lejana a la mayoría de compañías españolas, a cuyos jefes les gusta ver a sus empleados presentes en el puesto de trabajo. 

Su llegada a Estados Unidos no fue fácil. «Al principio fue muy duro porque se trabaja mucho, a pesar de lo que se piense», reconoce. «No conocía nada de Silicon Valley: hay mucha competencia en las empresas y mucho talento que viene aquí a trabajar». «Estuvimos a punto de volvernos, pero al final decidimos quedarnos y todo empezó a cuadrar. Conocía el ambiente y encajaba más en San Francisco».

Y es que los trabajadores en Silicon Valley se mueven de forma constante entre las empresas, con sueldos que suelen acercarse a los 150.000 dólares anuales en el caso de los ingenieros. Sin embargo, esta alta demanda de talento no supone aceptar a cualquier tipo de trabajador. «Contrata despacio y despide deprisa», se escuchaba en alguna ocasión. Una dura barrera de entrada que más tarde se ve compensada con un trato flexible de trabajo y unas instalaciones con amplias comodidades para los trabajadores, como cocinas repletas de comida y bebida. Si bien es cierto que los trabajadores tienen una rotación muy alta y les gusta funcionar con retos, por lo que cuando no se sienten motivados no tienen problemas para moverse.

Me di cuenta de que cada vez había mucho más talento, así que fui aprendiendo quiénes eran los actores clave en el ecosistema emprendedor en València: aceleradoras, incubadoras, los family offices, emprendedores y fondos de inversión

Tras más de ocho años instalado en la bahía estuvo dándole vueltas a cómo aportar su granito de arena a España, a la Comunitat Valenciana, y en concreto a València. «Me di cuenta de que cada vez había mucho más talento, así que fui aprendiendo quiénes eran los actores clave en el ecosistema emprendedor en València: aceleradoras, incubadoras, los family offices, emprendedores y fondos de inversión. Vi que había muchas ganas y mucho talento. Que había empresas en las que quería invertir y ayudarles a entender qué es Silicon Valley, qué es San Francisco y lo complicado que es instalarse aquí».

Con esta filosofía puso en marcha Gate 93, junto a Juanjo Feijóo, director sénior en Adobe, e Ibai Urruchua, al mando de la plataforma financiera de Hearsay Systems hasta este mes de abril. «Decidimos abrir un pequeño fondo de inversión con nuestros ahorros y utilizamos ese dinero para aportar capital, conocimiento y contactos dentro de Silicon Valley, para ayudar a entender a esas empresas la complejidad, porque hay mucha gente despistada».

Bajo la estructura de un venture capital, Gate 93 busca aportar ayuda estratégica a startups en una etapa temprana y ser la puerta de acceso a Silicon Valley para las startups europeas y latinas. «Es un fondo pequeño pero cuando se montó el proyecto se pensó que todos los que querían aportar valor debían invertir. Me quería separar un poco de los mentores tradicionales de  España, que están en todas las aceleradoras. Si quieres aportar invierte tu dinero para estar implicado y comprometido», explica Cortés.

Entre sus inversores hay diferentes perfiles que han trabajado en empresas tecnológicas de alto nivel —como Google o Apple—, y que van desde expertos en producto y operaciones a marketing o comunicación. También se mueven en diferentes sectores como fintech, biotech o realidad virtual. Ahora se encuentran inmersos en la búsqueda de nuevos inversionistas. «Entendimos que había inversores menos especializados en startups que querían estar dentro del círculo para invertir en Silicon Valley y además ver cómo se analiza una empresa tecnológica, por lo que estamos abiertos a coger más capital».

El ecosistema valenciano

Su misión es ayudar a las empresas a entrar en EEUU cuando estén preparadas. «A través de Gate 93 los inversores pueden invertir en empresas con una valoración menor que luego pueden tener un gran impacto en EEUU —asegura—. La idea es ayudar a las startups a escalar y en el momento que creamos oportuno ayudarles a hacer el aterrizaje en Silicon Valley». No obstante, asegura que en muchos casos las empresas tienen que ver que Estados Unidos posiblemente no sea su mercado. 

«Invierto en España porque conozco el ecosistema español y los quiero llevar a Estados Unidos porque conozco el ecosistema americano y sé qué puede funcionar. Nosotros intentamos explicarles que Silicon Valley no es la panacea. Hay proyectos increíbles, mucho talento, grandes emprendedores, gente con mucho track record, pero mucha gente de España no entiende el mercado americano», explica.

Gate 93 hace aportaciones entre 50.000 y 150.000 dólares —42.500 y 127.500 euros—con valor añadido en forma de conocimiento, experiencia y acceso a una red única de contactos. Hasta el momento han invertido en la española Spotahome, una plataforma online que ofrece alquiler de pisos y habitaciones de media y larga estancia en una treintena de ciudades de Europa y Asia y que ya ha superado los ventiún millones de euros en rondas de inversión o en la valenciana Vitcord. 

«Yo creo que en València hay muchísimo talento, muchos proyectos muy interesantes y players que lo están haciendo muy bien. La Asociación Valenciana de Startups (AVS) está haciendo mucha difusión, las entidades públicas están viendo que es necesario y además empiezan a tener claro que no es lo que vamos a ser sino lo que somos ahora — asegura—. Cada vez hay más masa crítica y no es una burbuja, sino que hay talento. Tiene que haber cada vez más inversores para generar más masa crítica». 

Cortés no solo ha sido organizador (y embajador) de gran parte de las visitas de la misión a Silicon Valley del pasado mes de abril en la que se visitaron compañías como AirBnB, Booking o Adobe. Compañeros de la junta de la Asociación Valenciana de Startups —de la que también forma parte— aseguran que se levanta a las cuatro de la mañana para asistir a las reuniones.

Con una diferencia horaria de San Francisco con España de nueve horas, Cortés entiende que si es el único que está fuera del horario europeo debe ser él quien le ponga solución. «Con un poco de esfuerzo se puede aportar mucho. Lo que mucha gente no entiende, y yo desde fuera igual lo veo un poco más, es que entre todos nos estamos labrando nuestro futuro —señala—. Para mí supone un esfuerzo y aunque la recompensa no va a ser económica, cuantas más cosas se hagan aquí más posibilidades voy a tener yo de volver a València».

El hombre que abre la puerta de Silicon Valley

VALENCIA.-  Una decena de startups valencianas realizaron una misión empresarial a Silicon Valley del 11 al 16 de abril de 2018, organizada por el Ayuntamiento de València y la Asociación Valenciana de Startups. Dirigida por el emprendedor Javier Cortés, las compañías visitaron grandes empresas tecnológicas, como AirBnB, Adobe, Instacart, Google, Sales Force o Booking, donde altos cargos compartieron algunos de sus secretos para hacer crecer estas empresas. También recibieron una master class en Stanford (foto), universidad referente en el área de emprendimiento, de la que han salido fundadores de gigantes tecnológicos como HP. 

— ¿Pero vas a volver a València a montar un proyecto?

— Quiero volver a medio plazo pero no sé si montar un proyecto o ayudar a alguien. Me doy cuenta de que vengo aquí, apoyo a gente que le podría aportar muchísimo valor y por eso estamos haciendo esfuerzos para que se ponga en valor el ecosistema.

Lo cierto es que el emprendedor español y el de San Francisco no son tan diferentes, lo que cambia es un contexto de años de desarrollo. En Silicon Valley existe un ecosistema orquestado, sin tanta aversión al riesgo —aunque cada vez más vigilante de las métricas­—, donde se valora mucho al emprendedor que fracasa y la universidad está muy enfocada a emprender mientras que el talento de todo el mundo está mirándoles. «Los inversores valoran mucho la trayectoria del emprendedor, qué ha hecho hasta el momento, más que la universidad de donde viene, aunque también es muy importante», reconoce, y señala a instituciones como Stanford, muy enfocada a la formación de emprendedores.

Mientras, el Cap i Casal está intentando generar su ecosistema tecnológico con una masa crítica privada y el apoyo público de la ciudad, no solo para acercarse a lo que ocurre en San Francisco, sino también al resto de principales ecosistemas del mundo. Para Cortés es clave repetir este tipo de misiones, que permiten a las startups de la Comunitat abrir el punto de mira y volcarse en un mercado internacional, pensar en grande y conocer el terreno de donde sale gran parte de la innovación. Incluso, tras la visita de la concejala de Desarrollo Económico del Ayuntamiento de València, Sandra Gómez, al consistorio de San José podría surgir un hermanamiento con la ciudad. No estaría nada mal una línea directa desde una ciudad de la Comunitat Valenciana al polo de innovación más atractivo del mundo.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 43 de la revista Plaza

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