Esperando revertir la "controvertida" imagen del coliseo, su nuevo director artístico aterriza en València con la apertura a otros géneros como medio y la definición de su identidad como fin. Tras un año de salidas, toca abrir la puerta: llega Jesús Iglesias Noriega
VALÈNCIA. Nuevos tiempos en el Palau de Les Arts. Jesús Iglesias Noriega ha dejado Ámsterdam, donde dirigía el departamento artístico de la Dutch National Opera & Ballet, por una València en la que le espera un centro operístico cargado de retos. Por lo pronto, aterriza con un una buena noticia, el 'colchoncito' de un millón de euros previsto en el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado 2019, un significativo aumento con respecto a 2018 que se suma a la subida de la Generalitat Valenciana y la liquidación de su deuda. Los números 'verdes' ayudarán a digerir el goteo de dimisiones durante los últimos meses y que el coliseo continúe apareciendo en la sección de Tribunales de los diarios. Aunque en los últimos meses ha realizado distintas visitas a la ciudad, su incorporación oficial este mes de enero le sitúa en primer plano para un centro que esperaba dirección desde la salida de Davide Livermore, en diciembre de 2017. Con 'fantasmas' del pasado todavía por ahuyentar y renovados objetivos por cumplir, comienza -ahora sí que sí- un nuevo ciclo del Palau de Les Arts.
-Tras un año con distintas dimisiones y ante la previsión del juicio contra Helga Smichdt -finalmente suspendido-, J.R. Seguí planteaba en un artículo de opinión que Les Arts se había convertido en una "una caricatura de nuestra realidad cultural", ¿es consciente que existe esta percepción?
-La palabra caricatura puede ser un poco extrema. Soy consciente de que llego a un lugar que ha sufrido vaivenes, altibajos, que ha pasado por momentos complicados. Quizá la consecuencia de todo eso pueda ser una imagen controvertida, confusa. No vengo a un sitio fácil ni con una imagen pública clara, pero también eso hace que tenga cierto interés. Hay mucho camino por recorrer.
-¿Es revertir esta imagen uno de los objetivos principales?
-Por supuesto. Hay que dotar a la organización de normalidad. La gente de la casa tiene ilusión, eso es muy importante. Esa es la energía que tenemos que canalizar para construir ese futuro, esa normalidad. Con el tiempo, el trabajo y los resultados esperamos comenzar a revertir esa imagen polémica. También es importante definir cuál es el rol de la institución dentro de la actividad cultural valenciana. Hay que entender que este es un proyecto que nace desde arriba para abajo, no al revés. Es más difícil integrar un proyecto que se pone en el centro de la vida cultural de la nada. Todo eso hay que trabajarlo. Por eso es importante ampliar la base social de la institución, que la gente de la Comunitat Valenciana venga al edificio, tenga otro contacto con él. Conseguir que la gente aprecie y quiera este edificio, que lo sienta propio y algo importante para la sociedad. Eso lleva tiempo.
-Habla de un clima positivo entre los trabajadores de la casa. Esa sensación choca con el comunicado de hace apenas unas semanas del Comité de Empresa, que criticaba la “falta de proyecto e incompetente gestión”.
-Yo hablo de mi contacto diario, más allá de que luego pueda haber diferentes sensibilidades acerca de otros temas, de gestión, político u otra historia. Yo hablo del contenido del trabajo, de ver las posibilidades y el potencial de hacer un trabajo artístico importante. Claro que hay problemas, nadie los está negando, y posiblemente ese comunicado del comité de empresa refleje algunos de los problemas que hay, como en cualquier organización. Igual que hablo de revertir esa polémica fuera, también de la parte que esté cuestionada dentro. A pesar de estas circunstancias, hay una base de ilusión y, posiblemente, estas críticas también reflejan que el proyecto les importa.
-Del proyecto artístico se conocen algunas pinceladas, pues no se ha hecho público, ¿cuál es la prioridad?
-Hacer un proyecto artístico es mucho más que escribir un papel. La realidad de la organización y las posibilidades económicas y administrativas... tienes que ir continuamente corrigiendo. Uno tiene que ambicioso pero también realista. Es un proyecto ambicioso, nunca a corto plazo. Es importante tener claro dónde queremos llegar en un plazo de tiempo razonable.
"Uno no puede pretender, de la nada, decidir que quiere ser La Scala de Milán"
-¿Dónde quieren llegar?
-Primero, a la excelencia artística. Que Les Arts sea un centro lírico de referencia a nivel nacional y europeo. Primero tenemos que construir la base social local y nacional y, luego, expandirnos. Uno no puede pretender, de la nada, decidir que quiere ser La Scala de Milán. No lo puedes crear de cero. El proyecto artístico es de consolidación y crecimiento sólido. Por eso para mi es fundamental el rol de la orquesta, del coro y, obviamente, el apoyo del personal técnico. Eso define la calidad de la institución. Tenemos dos cuerpos estables de magnífica calidad que hay que consolidar y reforzar. La orquesta ha sufrido los vaivenes del pasado y ahora llega el momento de crecer, de hecho este año se saca un número bastante importante de plazas, nueve. No son suficientes, pero es un paso muy grande.
-Entre la salida de Davide Livermore y su llegada, la presidenta del Patronato, Susana Lloret, ha sido la cara visible de Les Arts, ¿seguirá siendo así?
-Cada uno tiene su rol y está claramente definido. Yo tengo una responsabilidad artística que me da una exposición pública. Susana Lloret tiene una exposición en todo lo que se refiere a la institución como cabeza del Patronato. Mi relación con ella es excelente. Ahora ha habido un proceso de transición y, con la nueva dirección definitivamente incorporada, es el momento de que todo se defina claramente y que todos nos pongamos a trabajar, cada uno en nuestro nivel. Es un equipo con diferentes niveles, unos más institucionales otros más políticos, lo que tenemos que hacer es que la coordinación funciona de manera armónica.
-Dijo en su presentación oficial que: “Les Arts no debe ser concebido solo como un teatro de ópera”. ¿En qué se traduce esto?
-Tenemos que pensar en la inmensidad de todo esto [mira a su alrededor]. Solo con ópera no justificamos esto, es una inversión inmensa a la que hay que dar rentabilidad cultural, económica, social. Insisto: solo con una programación de ópera no llegamos a eso. Obviamente es la base, lo que marca la dirección, pero también tenemos que abrir vías a otro tipo de manifestaciones musicales relacionadas con la lírica. Esto nos permitirá acceder a otro tipo de público. Luego, el trabajo es ver cómo conseguimos que haya vasos comunicantes, que alguien que venga a un concierto de jazz o flamenco se acerque a la ópera, y al revés. No solo hablamos de representaciones, también hay todo un proyecto educativo que hay que poner en valor. El trabajo que ha hecho Les Arts hasta la fecha en este ámbito es excelente. Tenemos que jugar un rol en la formación de futuros profesionales, no solo cantantes, también a profesionales de la escena, de producción o directores de coro. El Centro de Perfeccionamiento hasta ahora ha estado focalizado en cantantes, lo abriremos a otras disciplinas. Se ha hecho una tarea excelente con los cantantes, pero lo tenemos que ampliar.
"abriremos a otras disciplinas EL CENTRO DE PERFECCIONAMIENTO"
-¿Puede a inclusión de nuevos géneros entrar en conflicto con alguna parte de la programación del Palau de la Música?
-Es fundamental la coordinación con el Palau de la Música, en cuanto a actividades, programación… tenemos que colaborar. Somos dos instituciones públicas, aunque dependamos de distintas administraciones, pero no puede ser que no nos miremos, que no nos hablemos y que no trabajemos juntos.
-¿Ya se han mirado?
-Hemos comenzado la declaración de intenciones de hacerlo, ahora tenemos que empezar a concretar. Tenemos que intentar no pisarnos. Cuando hablamos de incorporar nuevos géneros a Les Arts, claro que hay que hacerlo en combinación, no solo con el Palau de la Música, sino con otros centros de la Comunitat. Ahí tenemos que ver qué puede aportar Les Arts. No tiene sentido que hagamos lo que ya están haciendo otros.
-Habló de “ausencias notables en el repertorio” que Les Arts debe atender, ¿cuáles?
-Las ausencias de repertorio son claras y obvias. Estamos hablando de repertorio centroeuropeo, alemán -Strauss, Wagner-. El siglo XX se ha centrado mucho en Benjamin Britten, que es una figura fundamental, pero hay otras que hasta ahora no se han tocado. Obviamente en la temporada 2019-2020 se empieza a trabajar muy tarde, con lo cual las posibilidades son limitadas, pero claro que introduciremos nuevos directores de escena que no han venido nunca a Les Arts, habrá nombres importantes de la escena europea. El repertorio se ha centrado mucho en el siglo XIX italiano y francés, y tenemos que abrirlo.
-Entre sus cuentas pendientes, además, está la búsqueda de un director musical, pues el contrato de Roberto Abbado finaliza esta temporada...
-No de cara a la próxima temporada. Es imposible si quieres tener un director con el que haya una identificación de un proyecto artístico que, aunque definido, se está adaptando a la realidad. Hay una cuestión de tiempos, las agendas son las que son. Un director musical supone tener un tiempo de dedicación y de trabajo y para la temporada 2019-2020 no es posible encontrar a nadie que lo tenga. La temporada que viene no va a haber director musical. El contrato [de Roberto Abbado] finaliza ahora y empezamos una nueva etapa. Primero debemos definir cual es el plan de la orquesta. No es lo mismo ir a una persona y ofrecerle una dirección musical diciendo que tiene cincuenta y tantos instrumentistas y una veintena no fijos; no es lo mismo vender un proyecto de realidad que uno de futuro. Por eso primero tenemos que definir el proyecto de futuro, cuales son las posibilidades, qué orquesta queremos. Eso condicionará el perfil del director musical. Luego los nombres, no al revés.
-¿Cómo va a afectar al centro que no haya director musical?
-No creo que a la institución le afecte. Otras han estado uno o dos años sin director musical. El director musical es más que el de la orquesta, es el director musical de la institución, tiene que ayudar a Les Arts a buscar su propia personalidad, es parte del equipo de toda la institución. Mi relación con la orquesta es continua, la intención de colaboración es plena. Se puede trabajar así un tiempo. Yo creo en la figura del director musical, es un rol importante, pero es tan importante que es importante hacerlo bien, encontrar a la persona justa. Si eso nos requiere un poco más de tiempo, empleémoslo.
-Dice que el gran objetivo es que Les Arts desarrolle su propia identidad, como lo ha hecho Lyon o Ámsterdam. ¿Por dónde pasa esta ‘personalidad propia’?
-Eso lo tenemos que definir entre todos. Desde dentro y desde fuera. Ámsterdam o Lyon eran teatros bastante irrelevantes hace 30 años que, con un trabajo serio y a largo plazo, han generado su identidad. Al final tiene que haber un concepto que sea la marca Palau de Les Arts, eso es lo que tenemos que trabajar, que marque una referencia en algo en el panorama europeo. No tenemos la historia de la Scala o la Ópera de París, ni el presupuesto, tenemos que aportar algo especial recuperando repertorio, aportando nuevas producciones y ampliando los teatros con los que se trabaja.
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