Se acaban de cumplir 25 años, un cuarto de siglo, dos décadas y un lustro del asesinato de José Edmundo Casañ Pérez-Serrano. El 4 de marzo de 1991, el ingeniero de caminos y delegado de Ferrovial en Valencia fue tiroteado por dos etarras bajo las órdenes de Urrusolo Sistiaga, quien esta semana salía de prisión, igual que Arnaldo Otegui
Qué duro se nos hace recordar algunas cosas, pero es fundamental hacerlo. Nos pasamos el año rememorando los momentos vividos en verano, en la playa, con familia y amigos, o ese viaje del que guardamos un grato recuerdo y millones de fotografías. Los más jóvenes suelen publicar en redes sociales fotos de agosto un frío lunes de febrero. En cambio nos cuesta mucho recordar lo malo, lo feo, lo triste, lo gris, lo cruel, lo atroz, lo que pese a todo, forma parte de la condición humana desde que el hombre es hombre. Por supuesto que es bueno que vaciemos la papelera de malos recuerdos y dejemos en el buzón de entrada la buenas nuevas, pero algunos hechos deben marcarse como ‘importantes’.
Una sociedad madura, sana, civilizada, crítica, debe tener la capacidad de recordar (MEMORIA), para así poder honrar (DIGNIDAD) y no cometer los mismos errores (JUSTICIA) a las víctimas del terrorismo. Ese colectivo que ennoblece a la nación española con su ejemplo de generosidad, coraje y valentía. Siempre con tolerancia, temple y una actitud positiva en pro de la convivencia pacífica basada en la libertad y el respeto. Y les aseguro que escribo esto desde la convicción de haberlo visto en primera persona con víctimas como Carlos Casañ –hermano de José Edmundo–, Pablo Broseta –hijo de Manuel–, Consuelo Ordoñez –hermana de Gregorio– o Mª Jesús González e Irene Villa.
A principios de los 90 la ciudad de Valencia empezaba paulatinamente a salir del letargo, urbanística y arquitectónicamente, y en muchos de los hitos de aquella época intervino de manera decidida y eficaz José Edmundo Casañ, que en el momento de su asesinato era delegado de Ferrovial en Valencia. Obras e infraestructuras como el emblemático Palau de la Música, el ya derruido Ayuntamiento de la Av. Aragón, la Pista de Silla o la Autovía de Líria que todos utilizamos y disfrutamos, contaron con la profesionalidad de José Edmundo.
Este ingeniero de caminos, canales y puertos era un excelente profesional querido y respetado por sus compañeros, como así lo demuestra la petición que hicieron en 1996 al Ayuntamiento para que una calle cercana a la Av. Aragón llevara su nombre, y así fue. Iniciativa que surgió del Colegio Profesional que este pasado viernes, en conmemoración del 25º aniversario de su asesinato, decidió poner el nombre de ‘José Edmundo Casañ’ al Salón de Actos del edificio que poseen en el centro histórico de la ciudad.
José Edmundo dejó viuda, Elvira Comín y tres hijos, dejó una familia destrozada, como tantas otras víctimas, dejó la ciudad en la que disfrutaba corriendo –parece que era un avanzado de su tiempo, imaginen como habría disfrutado viendo que Valencia se convertía en la capital del running–, dejó toda una vida por delante al ser víctima del odio, la ira y la brutalidad del terrorismo etarra. El Ayuntamiento de Valencia, en un lejano 1997 lo nombró ‘Ciudadano Honorario’ del Cap i Casal.
Vida que disfrutan, ahora ya en libertad, personajes tan siniestros como Urrusolo Sistiaga, que esta semana salía de la cárcel tras cumplir 19 de los 600 años a los que fue condenado, un sanguinario etarra implicado en el asesinato de José E. Casañ y de Manuel Broseta. Y vida que disfruta el líder de los diferentes movimientos políticos vinculados a ETA, Arnaldo Otegi que salió coreado por nacionalistas vascos y catalanes y en el colmo de la desfachatez, fue tratado como un preso político por el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Actitud que fue criticada por el resto de formaciones políticas. El líder coletudo y besucón rompe así con la razonable y deseable unidad de los partidos políticos nacionales frente al terrorismo y sus adláteres.
Mientras unos siguen tomando sus txikitos y campando a sus anchas en una tierra hostil para el disidente, pues han logrado entrar en las instituciones gracias a políticas suicidas de unos (PSOE) y erráticas de otros (PP); la familia de José E. Casañ y las personas de buena voluntad seguiremos llorando y recordando a los nuestros que cruel e injustamente fueron apartados del teatro maravilloso de la vida. Sirvan estas líneas para mostrar mi cariño y recuerdo a los familiares de José Edmundo que seguro estará en el cielo velando por ellos.