Deportista, amante del tango y socio del Levante UD. Este madrileño afincado en València comenzó en la bolsa y lo dejó porque no le gustara, sino porque le gusta más la gestión de patrimonios
VALÈNCIA.- José Luis Flores Vega (Madrid, 1970) es madrileño de nacimiento y valenciano de adopción, dado que aquí fue donde acabó la carrera de Económicas y Empresariales y comenzó a labrarse el camino profesional en el sector financiero. «Allá por 1992, y mientras terminaba mi licenciatura, trabajaba en Banco Santander, donde vendía fondos a puerta fría, cuando muy pocos los conocían y la costumbre era contratar depósitos al 6%», comenta a Plaza este deportista —running, pádel, fútbol, golf y esquí—, abonado y accionista del Levante UD, padre por vocación y tremendamente apasionado por su profesión.
Antes de que su familia se trasladara a València, a este amante de la cocina y del tango ya le había picado el gusanillo de los mercados financieros: «De pequeño mi padre me llevaba a la Bolsa de Madrid y desde las cristaleras veía las idas y venidas de los agentes de bolsa». De ahí que, cuando llegó al cap i casal, y mientras acababa la carrera, era uno de los habituales de la sala de bolsa de la que fue la primera agencia de valores valenciana: Cano, Piquer y Samper. «Allí tuve la oportunidad de conocer expertos que atesoraban tradición y sabiduría bursátil; aprendí mucho de ellos y fue la mejor escuela que pude tener; fue un máster en todos los sentidos. Tenía claro que quería ser gestor de patrimonios».
Casi tres décadas lleva trabajando en el sector, por el que ha pasado por entidades como Renta 4, Banif, Banco Urquijo, Banco Sabadell, Credit Suisse y A&G Banca Privada donde llegó en enero de 2018. ¿Qué le llevó allí? «Mi espíritu inquieto necesitaba un cambio. Tras ocho años, y gestionando casi cien millones de euros, da vértigo tomar una decisión así pero decidí ser agente independiente. Tomada la decisión se cruzó A&G —una gran firma— y al segundo día de conversaciones con ellos y tras reunirme con su presidente, Alberto Rodríguez Fraile, tenía claro que su filosofía multifamily office coincidía con lo que yo quería hacer».
Conocer bien al cliente, saber el funcionamiento de los mercados y una amplia formación son los tres aspectos que debe tener todo buen banquero privado que se precie de serlo, a juicio de este financiero que ha impartido cursos y charlas sobre análisis técnico y fondos de inversión. Alejarse de la complacencia, de las rentabilidades pasadas, de las noticias del día, de las modas, productos enlatados y las carteras modelo son otros de los consejos que ofrece. «Ni el consenso del mercado ni los gurús de internet ni las revistas especializadas tienen la bola de cristal. Un gestor de patrimonios debe adaptarse a las necesidades del cliente».
Flores ha trabajado en los mercados y en banca privada, pero ¿en qué faceta se ha sentido más cómodo? «Un gestor de banca privada debe ser muy buen conocedor del mundo bursátil y saber cuáles son sus trucos, trampas y engaños. Al final podría entenderse que es un juego de suma cero, donde lo que ganan unos lo pierden otros. La bolsa tiene su propio lenguaje, su propia filosofía y, por supuesto, descuenta siempre expectativas futuras, por lo que para nada se puede considerar en el muy corto plazo como un fiel reflejo de la economía porque es aquí donde se mezclan especulación e inversión. Ambas maneras de buscar rendimiento tienen su propia técnica y particularidades. Por tanto, gestionar un patrimonio financiero es un arte que requiere conocer cómo se mueve el mercado».
Preguntado por su visión sobre el momento que vive la city valenciana, Flores no duda en señalar que «ha ganado muchísimo peso a nivel nacional. Tenemos fondos de capital riesgo con proyectos nacionales de primer nivel, una bulliciosa actividad de emprendimiento y un foco de creación de startups en la Marina de València que genera ilusión. Además, las EAFI están generando propuestas de valor. Hemos entrado en una etapa de plena madurez y realmente el que quiere tener información y asesoramiento financiero de primer nivel lo puede encontrar aquí». Sin embargo, no le duelen prendas al reconocer que se está perdiendo relevancia a nivel institucional y, de ahí, alaba el papel de la Fundación Conexus, «un lobby empresarial en Madrid con todo el sentido del mundo».
En otro orden de cosas, sobre la MiFID advierte que «no estimula la formación financiera a los inversores, y no termina de protegerles, ya que asumen riesgos en renta fija que ni se imaginan». Algo a tener muy en cuenta en un momento donde las ingentes cantidades de dinero inyectadas por los bancos centrales en los mercados le llevan a «observar situaciones que recuerdan a 2006 antes del crack inmobiliario. Hay muchos inversores incorporados a los mercados en los últimos doce años que nunca han vivido una tendencia bajista en bolsa, o no han visto subidas de tipos desde hace veinte años».
Para terminar, su consejo a todo aquel universitario que quiera trabajar en este competitivo sector es el siguiente: «Hay que ser humilde por encima de todo y ser capaz de reconocer que no se sabe de todo. Formarse en valoración de empresas y como decía André Kostolany, autor que siempre recomendaré, hay que ser consciente de que todo puede cambiar en cualquier momento; leer, estar bien informado y, sobre todo, escuchar al mercado».
Este artículo se publicó originalmente en el número 77 (marzo 2021) de la revista Plaza