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ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE SONY MUSIC IBERIA

José María Barbat: "Las proveedoras de 'streaming' acabarán produciendo música"

27/01/2016 - 

VALENCIA. El próximo lunes 1 de febrero se pone en marcha la quinta edición del Postgrado en Gestión Empresarial de la Música impulsado por la Universitat de València, el único que funciona con carácter online. La propuesta universitaria de formación aglutina desde el inicio de su andadura a algunos de los actores clave de la industria musical y este año, para su jornada inaugural, atraerá a José María Barbat, presidente de Sony Music Iberia, ante los alumnos de esta nueva promoción.

Ante su visita, Valencia Plaza se aproxima a uno de los representantes de las corporaciones (las llamadas majors) que dominan según los últimos datos públicos del negocio al menos tres cuartas partes de la facturación en los cada vez más dispersos ámbitos mercantiles de la música.Barbat, vinculado a la industria musical desde 1990 y que, miembro de Ariola y BMG desde 1993 e integrado finalmente en Sony desde 2007, aborda en esta conversación aspectos tan relevantes para la industria musical del momento como la vigencia del streaming, el peso de las pequeñas discográficas independientes, le legislatura española vigente o los nombres que figuran en Sony como apuestas artísticas de futuro.

-¿La hegemonía del streaming es un fenómeno temporal o ha llegado para quedarse?
-Es importante compararlo con las estimaciones de la compañía, porque ninguna de las variables con las que trabajamos es una ciencia exacta. Ahora manejamos el dato de crecimiento que teníamos como previsión de 2014 a 2015, que era de un 62%. Al final hemos pasado de 26 a 40 millones de suscriptores, un crecimiento espectacular, pero en una tendencia natural llegaremos hasta los 100 millones e iremos viendo cómo se ralentiza. Hace diez años la música digital representaba un 2% para nosotros, por lo que podemos ver cómo el negocio cambia con estos picos en muy poco tiempo, así que es difícil hacer valoraciones del largo plazo.

-2015 fue el primer año en el que las ventas de formatos digitales (incluidas las suscripciones a servicios de streaming) superaron a las ventas de formatos físicos. ¿No ha tardado especialmente en producirse ese cambio en España?
-Depende de los mercados que tomes como referencia. Si ves la curva de suscriptores de pago en el mundo, la tendencia ha sido más o menos similar. Ahora hay que ver las ratios de usuarios de pago frente a los usuarios totales de Internet y lo cierto es que esa tasa de 'conversión' es más baja en España. 

-¿Cuál es el motivo?
-La explicación tiene una connotación cultural muy clara: pagar por contenidos culturales o de entretenimiento en España es algo no arraigado en la sociedad. Cuesta porque durante muchos años ha habido generaciones que podía consumir música tanto física como en directo de forma gratuita, además de ilegal en otros casos. Aquí hay que tener en cuenta como diferencia en el país la falta de compromiso por parte de las operadoras de telefonía; mientras que en otros países se ofrecían tasas combinadas, como las que ahora se pueden ver con servicios de televisión... no verás una igual con servicios como Spotify, por ejemplo.

-¿Cómo ve el escenario de plataformas on demand?
-Tanto a nivel mundial como a nivel España la verdad es que la televisión de pago y las plataformas online de video on demand tienen modelos esperanzadores. Lo son también sus tasas de crecimiento. Sobre todo, hay mensajes claros para la industria si se tiene en cuenta la inversión en contenidos de Netflix, que se mide en billones. Es una apuesta por parte de los proveedores que producen, no como los de música que no lo han hecho hasta ahora.

-¿Percibe inquietud por parte de estos proveedores, como Spotify o Deezer, para producir música?
-Por supuesto que sí. Las proveedoras de 'streaming' acabarán produciendo música. Ellos a final de año ven su balance de resultados y ven lo que tienen que pagar por derechos. Es decir, un dinero que pueden dejar de gastar. 

-¿Cómo interpreta esa plausible competencia?
-Es una posición de competencia más dura pero desde mi punto de vista muy buena. Obliga a que todos nos espabilemos y hagamos nuestro trabajo todavía de una forma más efectiva. Nos obligará a tener un mejor equipo y, por otro lado, tengo claro que no nos van a poder quitar el know how de producir y desarrollar talento durante décadas.

-¿Cómo le afecta a la industria musical la legislación española?
-La cultura en este país se ha utilizado con fines partidistas. Cuando hay un gobierno de izquierdas parece que la cultura está alineada y hay que protegerla. Cuando cambia el gobierno a derechas se produce el efecto contrario. Yo personalmente creo que ambas situaciones son negativas. La cultura no debe ser subvencionada, debe ser un negocio con unas condiciones legales concretas. Por ejemplo, con el caso de la Ley de Propiedad Intelectual se han lastrado los años de los últimos gobiernos. Un error por parte de partidos políticos preocupados por no enemistarse ante los usuarios de Internet más jóvenes y que han sido decisivos a la hora de cambiar signos políticos. La cultura debe ser más transversal y no sectorial, porque para el país es un valor absoluto. Debe aprovechar mucho más la riqueza de su idioma y su potencialidad como segunda lengua más hablada del mundo y la segunda más relevante en Estados Unidos. 

-En lo concreto, hay cuestiones que parecen determinar su actividad en comparación a otros mercados, como el IVA.
-El IVA o la legislación en torno a la copia privada, que en España incumple la norma de la Comunidad Económica  Europea. En España eliminaron por decreto esta norma y las tecnológicas, la mayoría asiáticas, dejaron de pagar este canon que ahora pagan los usuarios cuando compran un iPhone o cualquier dispositivo grabador. Es incomprensible y, por si fuera poco, todavía estamos en juicios para que las empresas tecnológicas liquiden cantidades de cuando la norma estaba vigente que no se han cobrado. En lo que sí he podido estar de acuerdo es en la presión que se ha ejercido para hacer a las sociedades de gestión más transparentes y más visibles, también porque desde ellas había una labor muy buena y los escándalos en torno a la SGAE la manchaban.

-En la actualidad, como productores y distribuidores de música, da la sensación de que su organigrama interno ha cambiado mucho. ¿Cuál es el estado de sitio empresarial de un equipo como el de Sony Music Iberia?
-En nuestro caso, lo que más nos ocupa es tener el mejor talento en los dos lados del negocio. De un lado, el talento humano en la casa en ejecutivos y recursos humanos. De otro, nuestros artistas que son lo verdaderamente importante. Por eso, aunque haya nuevos departamentos, creo que A&R (la parte que busca, contrata y controla artistas y carreras) es más crucial que nunca. Por otro lado, el hecho de trabajar los contratos full right si que ha ampliado los recursos humanos en áreas legales y en áreas como patrocinios, brand partnershipsmerchandising... Hace 10 años esas áreas directamente las ejercían otras empresas subcontratadas y ahora se han incorporado a los equipos propios.

-¿En qué carreras artísticas está invirtiendo Sony en España?
-En este momento vivimos la cúspide de la generación en torno a los años 2000. Por decir algunos nombres, artistas en la madurez de Dani Martín, Melendi, Estopa o La Oreja de Van Gogh, o Malú que es de una generación algo posterior pero está en ese mismo estadio. Son artistas que ahora tienen bastante que ampliar como mercado en América. Por otro lado, tenemos artistas con una confirmación espectacular y que se encaminan a consolidar su éxito en grandes recintos, como Supersubmarina. En la vía de cantautores, dentro de su circuito, también están muy consolidados Andrés Suárez o Rozalén. Y dentro del espectro pop para música latina y pop, más próxima a un público adolescente, están los casos de Abraham Mateo o DeVicio, que están logrando éxitos a nivel internacional pese a ser todavía muy jóvenes.

-De hecho, mencionas la proyección de artistas hasta América, algo sobre lo que algunos han sido críticos durante los últimos años. ¿Por qué no se ha aprovechado más ese mercado?
-Considero que ha habido una generación bastante amplia que no ha visto necesaria esa proyección. No la veía y no lo era. Quitando de los pioneros, con casos muy marcados quizá como Serrat o Raphael y muchos otros, tras la eclosión de la democracia y la extensión de los conciertos patrocinados por ayuntamientos, ir a América no era rentable. Era más rentable hacer aquí 70 u 80 conciertos bien remunerados y evitar esas aventuras mucho menos rentables. El propio Alejandro Sanz lo ha explicado varias veces muy bien, como le costó cinco o seis años encontrar resultados. Mecano también vivió algo parecido. Pero ahora es otro momento...

-¿Cómo se funciona en relación a las listas de éxitos? Ha cambiado ese modelo? Y el de radiofórmula?
-Depende del género. Para las grandes corporaciones, especialmente con los artistas pop, siguen siendo un eje fundamental. Es cierto que una parte de esa audiencia se ha derivado y está ahora en Youtube o Spotify, por ejemplo. Es una pista tras la que está todo nuestro trabajo en diferenciar esa audiencia más casual y la menos casual. Pero si acabas observando las listas de éxito y lo más escuchado o visto en estas plataformas, tienen una relación directa, paralela. Luego hay otros géneros en los que las cosas funcionan de manera distinta, como los cantautores o el indie, con comunidades tan interesantes como las de los artistas pop. 

-¿Cuál es el papel de las discográficas medianas y pequeñas? ¿Han perdido punch en el mercado frente a las corporaciones derivadas de fusiones y concentraciones?
-No lo creo. Al revés. Ha habido un claro proceso de concentración entre las compañías multinacionales o corporaciones, que además estaban subdivididas con sellos identificados. En Sony llegamos a ser 11 o 12... y ahora somos tres. La industria independiente ha pasado por un proceso similar de criba durante estos últimos años de crisis, y, claro, han pasado factura como han pasado a todos. Pero pasado este tiempo, hay ciertos territorios que hacen que las que han sobrevivido vuelvan a ser competitivas. Hay actores destacados que se salen de las estructuras tradicionales, van por libre y les va muy bien. Un ejemplo es Adele que funciona con una discográfica independiente en Reino Unido y en España también se gestiona con una empresa que no es una major. Otro ejemplo serían las indies o bandas como Amaral, El Barrio, Gemeliers... ocupan una cuarta parte del negocio, así que creo que están en un momento interesante.

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