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Amores de verano

José Miguel G. Cortés y Pau Rausell: el intenso debate sobre cómo quiere ser (culturalmente) Valencia

El director del IVAM y el experto en economía de la cultura en los almacenes del museo para debatir sobre el futuro de las instituciones culturales y el ‘reset’ valenciano

7/08/2016 - 

VALENCIA. Atravesada la puerta principal y el zaguán del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), nos desviamos hacia uno de los laterales. Aparece el acceso a una suerte de cámara acorazada, tal que abrir la escotilla de un submarino. Son los almacenes del museo, donde cerca de trece mil obras duermen a la espera de una cesión, de un nuevo destino expositivo, una restauración o simplemente archivadas durante parte de la eternidad. Tras entrar en los almacenes una larga rampa conduce a un pasillo con varias habitaciones clasificadas. En una de ellas hay dos sillas y un cajón. Se deslizan de sus archivadores las obras de Darío Villalba y Manolo Boix, repentinos fondos de escritorio. En una silla está sentado Pau Rausell, de Gandía, director de la Unidad de Investigación en Economía de la Cultura (Econcult), respetado experto español en la materia. En la otra silla, un anfitrión, José Miguel G. Cortés, director del IVAM desde que hace dos años ganara el concurso público. 

Durante la hora y media de encuentro el silencio ambiental en el subsuelo del IVAM es total y todo se concentra en el debate dialéctico; termina pareciendo un partido de tenis de mesa, con los argumentos cruzando intensos de un lado a otro entre distancias cortas. A los asistentes, un total de dos personas, apenas nos queda espacio para la intervención o el pestañeo. 

Pau Rausell: Una parte importante de que me dedique a la cultura es responsabilidad del IVAM…

José Miguel G. Cortés: ¡No me digas!

Pau Rausell: Después de acabar la carrera yo quería escribir una novela, que es lo que había pactado con mis padres para poder seguir viviendo en Valencia. Pero no paraban de llamarme para que trabajara en la universidad, y acabé entrando haciendo un trabajo sobre la economía del poder, sobre cómo Franco maximizaba el poder. Había un profesor suizo, Bruno Frey, que se dedicaba a eso. Vi que había un curso en Venecia sobre economía de los museos donde participaba él. En la vida había pensado en nada de esto… pero fui. Tenía que preparar un paper sobre un museo, y elegí el IVAM para defender el éxito de su modelo. Me daban mucha caña preguntándome por qué ese modelo era exitoso si más o menos tenía el mismo público y rasgos que otros muchos. Me arreaban de verdad. Estaba a punto de dejarme ganar pero justo cuando estaba allí nombraron a Carmen Alborch ministra de cultura. ¡Ese era el indicador de éxito, ya está, si lo hubiera hecho mal no la hubieran nombrado ministra! Y medio coló.

José Miguel G. Cortés: Ves como los parámetros siempre son muy subjetivos… En mi caso cuando comencé a dedicarme a la cultura eran tiempos con una situación democrática menos clara que ahora y siempre he visto las manifestaciones culturales como un espacio de libertad, donde manifestar tus opciones personales de manera más evidente, luchar por eso de manera más apasionada. La cultura tiene algo que la diferencia: no tiene que tener un carácter productivo, no tiene en principio por qué demostrar que es exitosa, la mejor cultura no tiene necesidad de ser blockbuster, me interesa mucho su carácter gratuito, porque lo mejor de la vida no tiene una finalidad productiva. Quizá es una visión muy romántica de la existencia, es posible. 

Pau Rausell: Como economista siempre me ha parecido que es muy fácil encontrar cosas no ciertas en torno a los razonamientos sobre la cultura. Repetimos tantas cosas inciertas, unos clichés… Si hablamos de gestionar recursos colectivos no valen esos razonamientos. Por ejemplo, eso que se dice que lo importante es habituar el consumo cultural entre los más jóvenes porque después acabarán siendo consumidores. Eso está demostrado que es falso. El problema de que los jóvenes no vengan a los museos de arte contemporáneo o no lean obras de teatro no es que no estén habituados, es que eligen no hacerlo porque no les interesa. Querer conseguir que al 50% de la población le remueva la danza contemporánea simplemente es casi la herramienta que tienen las clases culturales para querer captar recursos colectivos. 

José Miguel G. Cortés: A mí me da igual que un libro se escriba y no lo lea nadie. Estoy leyendo Los girasoles ciegos de Alberto Méndez que no conocía nadie y ahora ya va por la edición 35. Lo que me interesa de la cultura es que hay un conjunto de personas que replantean las formas de ver las cosas que la vida cotidiana es incapaz de ver, que yo a partir de un cuadro con unas manchas vea una cosa y otra persona vea las caras de Bélmez. Mayoritariamente cuando se habla de creación cultural nos referimos a la cantidad de público, a cuánto vale, a cómo lo ha conseguido, si ha sido por medio de un concurso, si la transparencia arriba o abajo… ¿Eso por qué es? Porque el 95% o más de la población no tiene instrumentos de discusión cultural. Como no sabemos discutir sobre les creaciones artísticas hablamos de cosas que son menores. 

Pau Rausell: Ahora no lo es, pero la cultura deberá ser la respuesta en diez-quince años para poner en cuestión los modelos económicos. 

José Miguel G. Cortés: Los poderes públicos, sobre todos los progresistas, tienen la obligación de llevar a cabo un combate de las ideas, que los discursos, por minoritarios que sean, tengan un lugar de expresión, que no se evalúen solo por motivos económicos. No es mejor el museo que económicamente es más rentable, sino el que es socialmente más rentable; un museo que sepa construir discurso. 

Pau Rausell: Creo que no conozco ningún museo que sea económicamente rentable...

José Miguel G. Cortés: … quizá el del Barça. 

Pau Rausell: Pero lo que hay que entender es que en un museo público la diferencia entre costes e ingresos tiene que ser razonable según el objetivo que buscas. Si la diferencia entre costes e ingresos de la Ciudad de las Artes es de 50 millones… ¿es razonable pagar eso? En la mayoría de los casos no lo es, incluyendo el IVAM. Por ejemplo desde la lógica de la acción pública no puedo entender que el 90% de obras del IVAM están en estos almacenes

José Miguel G. Cortés: Si los políticos hicieran un poco más de caso al director del IVAM no tendríamos el 90% si no el 50%, si el IVAM pudiera exportar su colección a otros sedes de la Comunitat… Es una cuestión de política cultural. Sobre todo en épocas de vacas flacas hay que apostar, apostar fuerte por unas instituciones de todo tipo. Tú no puedes apostar por 25 instituciones diferentes. Si tienes el segundo o tercer museo de arte moderno y contemporáneo de España no puedes dejar que el museo sobreviva, que significa que está muriendo poco a poco, no porque se le quiera matar sino porque no se le aportan los elementos para que continúe viviendo. Los políticos se tienen que creer que un museo como el IVAM es fundamental cultural, social y económicamente, incluso fundamental para hacer país si se hiciera posible que las obras que hay aquí se pudieran ver en otras partes de la Comunitat. Creo que es una mala idea repartir la miseria. 

Pau Rausell: Desde luego no se puede hacer política cultural con 97 millones de euros en un contexto donde intentas movilizar o activar 3.500-4.000 millones que más o menos mueven los sectores culturales y creativos, es como regar un campo de naranjos con un vasito de agua. La descripción del actual momento es la siguiente: los recursos actuales en política cultural de la Generalitat sólo pueden aprovechar para aguantar la propia administración cultural, no tienen ninguna capacidad transformadora. Deberíamos triplicar el presupuesto, y eso que continúa siendo una miseria pasar de 100 a 300 millones. Entonces habría alguna, solo alguna capacidad transformadora. Como recomendamos en otras partes de Europa, tendríamos que pasar del 0,8% del presupuesto total de la Generalitat a más allá del 2%. Con este escenario, si no hay dinero, casi la única estrategia es no cerrar. O alguien con la suficiente valentía política para decir que cierra el IVAM, o el Palau de les Arts, o...

José Miguel G. Cortés: El IVAM nació en un momento donde había más dinero, pero eso dinero se podía haber invertido en otras cosas, sin embargo se invirtió aquí con cifras que para mí ahora son astronómicas para poder comprar en Nueva York, Londres o París sin problemas. Porque era una apuesta de verdad, porque se quería hacer de verdad un museo. ¿Ahora hay esa voluntad? Lo dudo. 

Pau Rausell: Desde el razonamiento instrumental en esta Comunitat siempre se ha invertido más en arte contemporáneo que en la media de comunidades hasta hace pocos años, y si intentas buscarle la lógica la única que se encuentra es que hemos estado a expensas de las preferencias de los individuos que toman esas decisiones. ¿Por qué se gastaba más en arte contemporáneo? Pues porque al señor Ciprià Ciscar le gustaba más, pero si le hubiera gustado más la danza contemporánea hubiéramos tenido una compañía nacional de danza contemporánea en lugar de un museo… 

José Miguel G. Cortés: Podemos apostar por la danza, por el teatro, por… Pero si eliges, apuesta. Creamos en lo que estamos apostando. Una prueba clara de que esa apuesta inicial por el IVAM fue un éxito es que consiguió ser un polo de referencia cultural en España. 

Pau Rausell: Bien, si tú dijeras en perspectiva, ¿cuál era el objetivo del IVAM?, ¿el objetivo era incrementar el conocimiento de los valencianos del arte contemporáneo? Si tú miras 1989 y miras ahoras, no sé si ves gran diferencia en cuanto a ese conocimiento. 

José Miguel G. Cortés: Sobre lo que dice Pau, Valencia tiene la mejor facultad de Bellas Artes de España. Sólo es un ejemplo. ¿Hasta qué punto el IVAM ha tenido influencia en ello? No lo sé, claro. 

Pau Rausell: Mirando al futuro uno de los principales objetivos debe ser la reconstrucción económica de los sectores culturales y creativos, porque están deshechos. 

José Miguel G. Cortés: Hoy lo que necesitan las instituciones culturales valencianas no son gestores culturales, son intelectuales. 

Pau Rausell: ¡Hostia qué peligro! 

José Miguel G. Cortés: Sí, porque lo peor que ha pasado en los últimos doce, quince, veinte años no ha sido el fraude económico, de haberlo habido, que no me corresponde a mí valorarlo sino a los juzgados. Lo peor que ha pasado es la ausencia de discurso, el todo vale. Entonces da igual un artista valioso o un pintamonas. Ése es el gran fraude. 

Pau Rausell: Yo para dirigir al IVAM no quiero un intelectual, quiero un político que tenga objetivos de política cultural, no a un artista.

José Miguel G. Cortés: Lo que yo quiero es un intelectual capaz de elaborar un discurso, que no dé igual coger la Filmoteca y poner cualquier película porque sea barata. Si yo quiero que la Filmoteca, por poner un ejemplo, tenga como objetivo la historia del cine en el mediterráneo en los últimos 40 años, eso no lo hace una persona que sepa cuadrar unos números, si no una persona capaz de crear un discurso. 

Pau Rausell: Y que sea responsable. 

José Miguel G. Cortés: A mí en el concurso para dirigir al IVAM se me pedía que tuviera un proyecto y ese proyecto es el que voy a aportar hasta que esté aquí. 

Pau Rausell: Pues es un error. El proyecto lo debe poner un político. No estoy de acuerdo en que tú fijes los objetivos del IVAM, eso debe hacerlo un político que para algo los he elegido, tú lo que tienes es que saber cómo llegar a esos objetivos.

José Miguel G. Cortés: Lo que tú planteas es que en lugar de irse haya más políticos en los consejos rectores de las instituciones políticas

Pau Rausell: Claro, es que yo siempre he defendido más política y no menos política. 

José Miguel G. Cortés: Entonces estamos en completo desacuerdo. 

Pau Rausell: Política quiere decir política en mayúsculas, no meter a un cuñado. Porque es al político al que puedo exigir. 

José Miguel G. Cortés: Si yo traigo a Christian Boltanski al IVAM lo que se me debe exigir es qué he hecho para acercarlo a las escuelas, a los mayores, a la gente… Y yo lo explicaré. Pero si se hace o no Boltanski o no quien lo decide soy yo. El peligro de lo que tú planteas es que la presencia política sea excesiva. Espero que en la nueva ley sobre el IVAM la presencia política sea menor, por ello lucho. 

Pau Rausell: A mí si me preguntan recomendaré que sea mayor. 

Interrupción. Pregunta: ¿cuál es la posición de Valencia en la órbita de principales ciudades culturales?

José Miguel G. Cortés: ¿A nivel mundial, europeo? No se sabe no contesta, no cuenta.

Pau Rausell: Evidentemente en las grandes ligas no juega, pero en el ámbito de la efervescencia cultural yo diría que en esa segunda o tercera liga sí tiene elementos relevantes. Diría que en ese aspecto es uno de los mejores momentos de Valencia en términos históricos… 

José Miguel G. Cortés: Creo que Pau se equivoca porque estamos hablando de parámetros distintos. El problema no es que aquí venga o no mucha gente a las instituciones culturales. El problema es si el Museo de Bellas Artes está creando discurso o no, si el IVAM está creando discurso o no, si los teatros de esta Comunitat están creando discurso o no. Y en general no lo están creando. El IVAM creo que ha comenzado, pero cuál es el baremo: ¿que vengan muchos turistas a nuestras ofertas culturales o que estemos creando espectáculos y obras de arte significativas en este inicio del siglo XXI?, ¿hay museos que están creando exposiciones importantes en la escena europea?, ¿dramaturgos que están creando obras significativas en el panorama europeo? ¡Ése debería ser el objetivo de este gobierno! Por eso no se trata de crear un gran número de lugares si no lugares que sean capaces de eso, de generar un discurso formidable.

Pau Rausell: Quizá tienes un visión excesivamente institucionalizada de qué es la producción cultural y cierta desconexión generacional. Hay mucha gente pendiente de lo que se hace en Valencia, no en lo que programan las instituciones… Los festivales urbanos de aquí son una referencia en toda Europa, pero son otra generación, no están institucionalizados… 

José Miguel G. Cortés: Para que una ciudad vibre culturalmente son importantes unas cosas y otras. Este país se caracteriza por los proyectos frustrados que duran dos o tres años y se acaban, en teatro, en cómic, en radio, en tal… Eso está bien, los festivales están bien, pero lo que le da solidez a un país es un discurso que se consolide. Es fundamental consolidar los grandes proyectos culturales a largo plazo pero aquí no damos tiempo a nada, pedimos resultados a corto plazo, economicistas. 

Pau Rausell: Creo que es una visión preinternet, de un mundo en el que las instituciones culturales hacían de mediadores, y eso se ha acabado, estamos en un modelo en red.

José Miguel G. Cortés: ¿Por qué?, ¿qué tiene que ver?

Pau Rausell: Porque hablas de unos discursos que consolidan las grandes instituciones culturales. No tenemos un sistema cultural de referencia y estamos reconstruyendo otro que no va por ahí. El discurso del Museo del Prado para determinada generación es rancio. 

José Miguel G. Cortés: Y a mí el discurso cultural de las redes sociales me parece vacío, banal, falto del mínimo rigor. No hablo de grandeza en cuanto a las dimensiones si no en cuanto a la ambición, se pueden hacer cosas grandes en instituciones pequeñas, no hablo de miles de metros cuadrados, hablo de grandeza del discurso.  

Pau Rausell: El tema es quién asume la potencia de ese discurso y yo diría que está más en el Matadero de Madrid que en el Museo del Prado.

José Miguel G. Cortés: Y yo diría que en el Reina Sofía, museo puntero en el mundo entero. El Matadero es un sitio muy moderno y muy bien pero el museo que crea discurso es el Reina Sofía te guste o no te guste. Estamos en el tiempo de la banalidad, cualquier cosa vale. No, todo no vale lo mismo. Me da igual si escribes en un blog o en la mejor editorial del mundo, lo que me importa es lo que hay detrás de lo que escribes. 

Disculpad, otra interrupción. ¿Culturalmente qué balance hacéis tras un año de cambio político en Valencia?

Pau Rausell: Desde el punto de vista conceptual ha cambiado del cielo a la tierra, un giro copernicano. El modelo aquí era ocurrencial, me gusta la zarzuela y gastamos dinero en zarzuela, me gusta el arte contemporáneo y gastamos en arte contemporáneo… Y ahora se trata de racionalizar los procesos. Desde el punto de vista de la acción es un cambio excesivamente suave, tremendamente suave, por cierta dificultad para controlar los procesos de gestión y por falta de recursos. 

José Miguel G. Cortés: Lo mejor es que quienes han llegado a la Conselleria de Cultura están mucho más abiertos y apuestan por la libertad de creación, hay una confianza en los profesionales. Lo peor es que nos hemos pasado de rosca, no por los políticos culturales si no porque la administración se está convirtiendo en el monstruo de las galletas, con una carga burocrática tal que el fin no parece que el museo haga tareas de museo si no que haga mil informes y al acabar que haga mil informes más sobre esos mil informes de antes, como le acabó ocurriendo a la universidad. La transparencia está muy bien pero es un medio, no un fin. El fin del IVAM no es ser transparente sino dar respuesta a las necesidades culturales de este país. No pueden confundirse los medios con los fines porque si no acabamos dedicándonos a hacer informes, al punto de que si te olvidas de una coma eres casi un delincuente. 

Pau Rausell: Hay que pegarle una vuelta completa a las políticas culturales tradicionales, hay que resetear, comenzar de cero, cerrar y si se puede quemar algo, mejor… 

José Miguel G. Cortés: Nos gustaría que el IVAM estuviera abierto 24 horas los 365 días, como están las redes sociales. Pero eso no es nada, es sólo un medio. ¿Para qué, señor director, para qué? Eso es lo importante, para qué. 

Pau Rausell: Sigo creyendo que la política cultural debería centrarse menos en los grandes equipamientos, menos museo, y actuar más en el ámbito de la expresión popular. 

Al acabar, y antes de regresar al mundo exterior, se les pide a los dos que recomienden una creación artística para este verano.

Pau Rausell: Hay que venir a la exposición de Boltanski en el IVAM.

José Miguel G. Cortés: Qué casualidad que Boltanski esté en un museo, eh.

Pau Rausell: Vine con mi hija y desde las emociones es una de las cosas que más me ha impresionado en los últimos años.

José Miguel G.Cortés: Si esta recomendación viene de alguien tan inteligente y sensible como Pau me satisface muchísimo. 

Pau Rausell: ¡Amores de verano! 

José Miguel G.Cortés: ¡Espero que lo nuestro dure por lo menos hasta otoño! Yo, como Pau ha hecho una de Valencia, recomendaría dos de fuera: La exposición de Louise Bourgeois en el Guggenheim Bilbao porque es una mujer que con pocos instrumentos hace una obra poética con profundo contenido político sobre la discriminación y represión que sufren las mujeres; y otra de William Kentridge en el Martin-Gropius-Bau de Berlín porque te hace sentirte en cines fantásticos, donde junta la música, el cine, el dibujo, te sumerge en espacios que te hacen soñar con realidades más allá de la cotidianidad.

Lee aquí todos los Amores de Verano 2016

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