VALÈNCIA. Todo principio tiene un final, aunque este a veces se precipite demasiado. Es lo que ocurre con la construcción efímera, esa que es la encargada de generar realismo a través de la pantalla tanto en cine como en series. Las construcciones, grandes y pequeñas, adornan desde spots publicitarios hasta las más grandes producciones. Con suma paciencia y mucho mucho tiempo son creadas por manos que desde el momento en el que colocan la primera pieza saben que se aventura el final. Las mismas que generan con su trabajo un relato en el que las apariencias siempre engañan, y gracias a esto funciona la narrativa.
La arquitectura efímera es aquella encargada de dar forma a las ideas de los directores y soñadores, de convertir un espacio en algo real y de ubicar la mente del espectador en el lugar adecuado. Cuando las luces se apagan y las pantallas resplandecen los espectadores disfrutan, mientras que los atrecistas agudizan el ojo para ver si está todo bien. En spots publicitarios, videoclips, películas y series han estado (entre otras muchas) tres jóvenes valencianas que desde hace varios años han comenzado a formar parte de este mundo efímero: Irene Arnau, Ana Peiró
y Lorena Atienza
quienes desmantelan (como no puede ser de otra manera) los secretos de su profesión. Un acercamiento entre andamios con un buen acompañamiento y con cuidado de no toquetear nada, y menos aún lo que huele a pintura fresca.
Un gran engranaje
En la construcción efímera ocurre un poco lo de el lobo y los tres cerditos, salvo que constructores y “sopladores” son los mismos. “Muchas veces puedes construir una casa entera a sabiendas de que vas a tener que destrozarla luego”, comenta Arnau, quien reparte el duelo de la destrucción con los atrezzistas, los directores artísticos y las empresas de construcción. Estas últimas suelen acudir como subcontratadas, una de ellas es Secoes Valles donde trabaja David Pou, quien hace de interlocutor entre directores y constructores dibujando lo que a los primeros se les pasa por la cabeza y traduciéndolo a los que pondrán la mano: “Una vez teniendo los planos redirigimos las tareas a pintores, atrecistas y carpinteros. Es muy difícil cuando tienen que unirse y dialogar los distintos oficios…”, aclara Pou, quien además asegura que en muchos de estos casos apenas saben qué ocurrirá finalmente en la filmación, debido a estrictos contratos de confidencialidad.
Siempre toca hacer un poco de todo y los perfiles acaban siendo a lo 360º, Peiró lo define como esa sensación que se queda al final de carreras como podría ser la de comunicación audiovisual: “Sabes un poco de todo pero no eres especialista en nada”, en la escuela ESCAC de cine de Barcelona tocan palos tanto de carpintería como pintura y montaje: “A día de hoy por suerte y por desgracia no todo lo puede hacer las máquinas, esto es una profesión muy manual y que requiere de la artesanía humana”. También hay momentos en los que el liderazgo y capacidades se entremezclan, es el caso de Atienza , quien estuvo trabajando de jefa de construcción en el spot No es lo mismo de la campaña Nos vemos en el cine para la Federación de Cines de España: “Fue uno de los mayores retos a los que me he enfrentado, fue una construcción en la que tuvimos que jugar con el doble sentido todo el rato”, un proyecto creado en 3 semanas por 3 personas, que resulta en una pieza audiovisual que rompe todo tipo de esquemas mentales.
Breve interrogatorio sobre los detalles
El que
No siempre existen las grandes construcciones como tal, Arnau trabaja ahora en Las invisibles, la nueva serie de Paramount+ de los creadores de Merlí, en la que pequeños detalles marcan el proceso del relato completo: “Muchas veces se trata solo de intervenciones en lugares reales, basta con ir modificando solo algunas cosas de la escena”. Estas pueden ser desde el posicionamiento de un cuadro hasta la elección de una lámpara, todo ello para conformar un tipo de narrativa única: “En este caso se trata de una serie costumbrista por lo que la casa nos da casi todo hecho, solo nos toca modificar pequeñas cosas dentro de esta".
De hecho a veces ocurre que la localización se exprime tanto que resulta confusa la forma de intervenir: "El producto final está tan bien hecho que ni piensas que es un decorado", cuenta Peiró, quien intentó intervenir una cocina creyendo que estaba así "de forma natural". El trabajo de las pequeñas piezas del gran engranaje hace que los últimos en llegar tengan que plantearse a veces la duda del qué es lo que falta: "Se trabaja tanto con estructuras y pequeños detalles que los sets finalizados confunden hasta a los propios atrecistas".
El dónde
En cualquier lugar se puede intervenir, aunque según qué situaciones se requiere de más o menos tiempo. A veces hay "lugares que te lo dan casi todo hecho" en palabras de Pou, sin embargo en otros es necesario mano dura. Arnau recuerda el escenario desolador al llegar al Real Monasteri de Sant Jeroni de Cotalba, lugar donde grabaron Hermana Muerte, de Paco Plaza: "Estaba todo destrozado, era gigante y las paredes y techos se caen a cachos, mi labor ahí fue la de pintura, un trabajo muy muy costoso".
Y cuando lo que importa "es lo del interior" los equipos extranjeros vienen a España, porque les resulta mucho más barato. Atienza, por ejemplo, comienza este verano a trabajar en un proyecto que sucede entre España, Italia y Rumanía, pero todos los interiores se recrean de cero: "En Italia y Rumanía se ruedan los exteriores, pero por ejemplo en el caso de recrear un restaurante de allí se hace de forma íntegra en España". Toca no dejarse engañar por nada, ya que un set entero puede decir estar en cualquier parte del mundo.
El cómo
Repartiendo el trabajo, siempre. Para Atienza la clave es poder aportar en los proyectos sin tener que cargar con el peso de la responsabilidad absoluta: “Ya está diseñado lo que tienes que hacer pero tu implicación está en cómo hacer eso”, y aclara, “te encargas de conseguir que el proyecto funcione sin tener que ser la persona que tiene en la cabeza todo lo que hay que hacer”. Si todo ello está bien resulta en piezas visuales que se disfrutan y en las que cabe la duda sobre que está intervenido y que no.
Esto no funciona si no hay mucha comunicación, Pou contempla desde su posición clave como constructor lo que supone como pieza clave: "Es muy importante que el trabajo se haga a tiempo y de forma ordenada, muchas veces hay imprevistos que tienen que solventarse en tiempo récord y para ello es importante la comunicación, al final somos todos parte de un gran algo".
Y una última pregunta: ¿Qué es lo más duro?
Irene Arnau: “Puede que sea el impacto medioambiental, hay muchos desperdicios en esto… Pero a veces hay una mayor inversión de tiempo y dinero en reutilizar algo que en hacerlo de cero”.
David Pou: “Los tiempos, sin duda. La pintura se seca cuando toca, no se pueden acelerar ciertos procesos. Para que la cosa funcione tenemos que estar todos en sintonía”.
Lorena Atienza: “Al principio era muy duro destruir las cosas, tanto por el material que desperdicias como por el cariño que le pones. Poco a poco vas aprendiendo que es lo que hay”.
Ana Peiró: “Cuando haces un proyecto desde cero duele más, pero ahora que lo veo con una perspectiva diferente y he aprendido a tomar distancia. Tú te centras en lo tuyo y en que funcione, somos parte de un gran engranaje”.