VALÈNCIA. Uno de los golpes más duros para el PSPV en esta legislatura fue la detención en junio del presidente de la Diputación de Valencia y alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, junto a su equipo en el marco de la Operación Alquería. Una investigación que se encuentra bajo secreto de sumario -si bien algun fuentes judiciales apuntan a la cercanía del levantamiento- y que, a priori, podría centrarse en diversos nombramientos realizados en la cúpula de la empresa pública Divalterra.
Así, en apenas 48 horas, un político sin tacha hasta ese momento como Rodríguez fue detenido, conducido por la Policía a sus distintos lugares de trabajo y domicilios particulares para varios registros, y terminó pasando la noche en el calabozo. Una situación ante la que el propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se apresuró a mover ficha anunciando como relevo a Toni Gaspar, ahora al frente de la corporación provincial. Rodríguez, arrasado por la vorágine de los sucesos y por la fulminante reacción de su partido, dimitió de la Presidencia de la Diputación y se refugió en su ayuntamiento, donde inicialmente se apartó de sus funciones para, pocas semanas después, comenzar a retomar sus apariciones como alcalde pese a encontrarse investigado en la citada causa.
Aunque buena parte de los alcaldes defienden a Rodríguez, más de un alto cargo en el PSPV no termina de entender la situación por la que un dirigente no sirve para ser presidente de la Diputación pero sí es válido para ser alcalde de su municipio. Y algún otro, sobre todo en Alicante, recuerda cómo se forzó la salida de Gabriel Echávarri al ser procesado en dos casos que desde la formación socialista siempre se consideraron meramente administrativos. Ese punto recalcan precisamente las fuentes afines a Rodríguez, quienes recuerdan que ni siquiera se ha levantado todavía el secreto de sumario. Cierto, pero sin embargo, sí fueron suficientes los hechos acaecidos para hacerle saltar de la Diputación.
En cualquier caso, existe otra lectura estratégica que también justifica la prudencia por parte de la cúpula del PSPV a la hora de adoptar cualquier decisión respecto al alcalde de Ontinyent. Cabe recordar que Rodríguez consiguió triunfar en las elecciones de 2015 en su municipio con 12.079 votos frente a los 2.649 sufragios del PP y las 2.039 papeletas de Compromís. Una diferencia abismal frente a sus rivales que se tradujo en la aplastante mayoría de 14 concejales de los 21 posibles.
Pero aún hay más, esta holgada victoria de Rodríguez permitió al PSPV conseguir con relativa facilidad el diputado provincial en juego en el partido judicial de Ontinyent. Así, en la Diputación, los socialistas consiguieron nueve escaños que, unidos a los seis de Compromís y el apoyo de Esquerra Unida (1) y València en Comú (1), superaron un posible pacto de sus rivales; PP con 12 diputados y Ciudadanos con dos. De esta manera, de los 31 diputados en juego, el bloque de izquierdas ostenta 17 frente a los 14 del frente de derechas.
Y aquí es donde se sustenta la prudencia de la cúpula socialista. Tensar la cuerda con Rodríguez o tratar de forzar su salida podría conllevar alguna situación difícil de gestionar para el PSPV. Algunos dirigentes lo comentan en privado: si el actual alcalde rompiera con la formación socialista y se presentara como independiente en este municipio sería un rival temible, dado que cada voto que arrastrara sería perdido por el PSPV y ya no contaría para la Diputación de Valencia.
En 2015, los socialistas se impusieron en el partido judicial -total de votos en los municipios que lo integran- con 18.771 sufragios, tal y como refleja la página web del ministerio. Muy alejado, en segundo lugar, se situó el PP con 8.991 papeletas y la tercera posición fue para Compromís con 7.615 votos. Es decir, a priori, el PSPV tendría un amplio colchón para mantener el diputado provincial en juego de esta demarcación. Ahora bien, la pérdida de un alcalde tan carismático como Rodríguez y, siempre hablando en términos de política-ficción, su presentación encabezando una candidatura independiente podría resultar catastrófica para el partido de Ximo Puig, dado que si se llevara una parte importante de los 12.079 votos conseguidos en 2015 podría hacer perder el escaño a los socialistas y que este cayera en manos del PP o incluso de Compromís.
En este punto, conviene recalcar un dato que refleja el predicamento de Rodríguez en Ontinyent. En las elecciones autonómicas de 2015, celebradas al mismo tiempo que las locales, Compromís obtuvo 5.245 votos en esta localidad, mientras que PSPV consiguió 4.966 sufragios y el PP, 3705 papeletas. Es decir, unas 7.000 personas depositaron su voto por Rodríguez pero después, en vez de hacerlo por su compañero Ximo Puig, apostaron por otra opción política en la urna autonómica.
Unas circunstancias que, en cierta medida, son tenidas en cuentas desde la dirección del PSPV. Más aún porque, de perder un escaño a priori tan seguro como el de Ontinyent, la posibilidad de mantener la Diputación de Valencia dependería seguramente de que ni PP ni Ciudadanos mejoraran sus resultados en la capital y el área metropolitana, donde se ponen en juego 18 actas. Una situación difícilmente asegurable dado que varios sondeos en los últimos meses han estimado un ascenso de la formación naranja en València ciudad que podría suponer el aumento de un representante.