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La carrera contrarreloj para sortear la crisis energética que se nos viene encima

Las startups de la Comunidad Valenciana miran hacia las renovables para reducir la huella de carbono pero también como respuesta a los altos precios de las eléctricas

| 18/10/2022 | 9 min, 6 seg

VALÈNCIA. Se atisba un invierno duro y los políticos no paran de advertirlo. El conflicto de Rusia con Ucrania no ha hecho más que acelerar una crisis energética que muchos llevan años anunciando. ¿Estamos preparados para afrontarla? ¿Quienes se verán más afectados? ¿Existen alternativas al uso del gas? Son algunas de las preguntas a las que tratamos de dar respuesta.

En cuanto a la incógnita relativa a si España debe estar preocupada por la crisis energética, nos remitimos a las palabras de nuestras autoridades políticas. «Preocupación en general, sí. Estamos en guerra, nos afecta, pero también confianza en el futuro… porque tenemos las mejores condiciones para poder superar este periodo sin que sea nada más que algunos lamentables rasguños», fue la respuesta de Teresa Ribera Rodríguez, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a un periodista que formuló una pregunta similar.

También optimista sobre el tema se suele mostrar el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando subraya la apuesta de España por el desarrollo de las energías renovables y por la energía distribuida.

Cierto que en España, con mayor énfasis en la Comunitat Valenciana, estamos asistiendo a un boom de nacimiento de comunidades de autoconsumo energético. Así lo sostiene Ximo Masip, cofundador de la startup ImpactE donde afirman encontrar su razón de ser en «la misión de facilitar la transición energética y empoderar y sumar a la ciudadanía a ella».

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Se presentan como una empresa especializada en servicios informáticos, programación de inteligencia artificial y análisis de datos aplicados a la toma de decisiones en materia de eficiencia energética. En este sentido, trabajan con ayuntamientos de la talla de Barcelona, València o Castellón, hasta con localidades de 400 habitantes o barrios urbanos, como la acción que han propuesto llevar a cabo en Els Poblats Marítims basado en un panal de comunidades energéticas con pérgolas fotovoltaicas.

También la valenciana Sapiens Energía, una Cooperativa de Consumidores y Usuarios, se dedica a impulsar la creación de comunidades energéticas con la atractiva promesa de abaratar el recibo de la luz. Para ello han articulado tres líneas de negocio: La producción de energía 100% verde con certificación de garantía de origen; la instalación de placas fotovoltaicas; y la promoción y gestión de comunidades energéticas. Esta tercera representa el core del negocio y la principal fuente de ingresos.

Con el foco especialmente puesto en la energía solar fotovoltaica nace también en València la startup SunnerBox, en la que desarrollan estructuras móviles que permiten llevar este tipo de energía a los puntos más insospechados buscando soluciones para energizar infraestructuras existentes.

Tres problemas

En opinión de Alberto Martínez, CEO y fundador de SunnerBOX, actualmente son tres los principales problemas que hay con la energía: Dependencia, modelo poco distribuido y no linealidad de las energías renovables. «La dependencia energética es un problema que afecta directamente en la economía de un país. Actualmente se intentan promover, con objetivos muy ambiciosos a medio plazo, la incorporación al MIX energético de instalaciones de origen renovable», comenta.

Según explica, el modelo al que se pretende ir es la generación energética distribuida pues disminuye pérdidas de red, haciendo más eficiente la generación. En este aspecto SunnerBOX, «busca el aprovechamiento de la infraestructura existente y replicante, aumentando, acercando la generación al punto de suministro, mediante recurso renovable». Asimismo, Alberto Martínez comenta que la «no linealidad de las energías renovables se refiere a un problema intrínseco a este tipo de recursos energéticos. Actualmente se trabajan en muchos vectores de generación y almacenamiento con el fin de acometer esta situación».

Problema de almacenamiento

Por mucho que este tipo de comunidades de energía distribuida se expanda por el territo- rio nacional, el problema sigue siendo el almacenamiento. Las energías renovables que están teniendo mayor desarrollo corresponden a la eólica y la solar fotovoltaica. Ambas suponen ya más de un 5% de la producción mundial. Países como España disfrutan de momentos en los que se produce más energía solar o eólica de la que la red eléctrica puede absorber en ciertos períodos.

Mientras luzca el sol o sople el viento no hay problema, porque la energía que se genera en estas instalaciones se vierte directamente a la red para su consumo. Pero cuando las condiciones meteorológicas no acompañan, tenemos que recurrir a las fuentes de siempre, las de los combustibles fósiles, como el gas natural o el carbón.

Si realmente queremos deshacernos de ellas, debemos garantizar el suministro con las renovables a largo plazo. Se trata de uno de los grandes retos que presenta la transición energética que motivó, en febrero de 2021, la redacción de la Estrategia de Almacenamiento Energético por parte del ejecu- tivo actual, al objeto de «permitir una plena descarbonización del sistema energético y una efectiva integración de las tecnologías renovables».

Startups con proyectos que afrontan este desafío ya hay. Por ejemplo, la valenciana Ampere Energy se ha especializado en el desarrollo y producción de sistemas de almacenamiento y gestión energética con atención especial en la energía fotovoltaica. En almace- namiento de energía de hidrógeno de alta efi- ciencia pone el foco H2CloudEnergy.

También en la Comunitat Valenciana se ha creado la denominada Alianza Valenciana de Baterías, un proyecto público-privado que lidera Power Electronics y que integra a más de una veintena de empresas y en la que colaboran también centros de investigación, como el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE), la Universitat de València o la Universitat Politècnica. La iniciativa persigue principalmente dos objetivos: construir una gigafactoría de baterías de litio y un centro de investigación de soluciones de almacenamiento.

El ‘hub’ al que Francia se opone

Con una posición tan avanzada, España estaba llamada a jugar un papel protagonista en la solución a la crisis energética dentro de Europa. La resurrección del proyecto del MidCat, paralizado desde 2019, proponía seguir con la construcción de un gran gasoducto hasta Francia que trasladase la energía, proceden- te de Argelia y Marruecos, al norte de Europa desde la Península Ibérica convirtiéndose así en el principal proveedor europeo de gas.

España, Portugal y Alemania hacen frente común en defensa del proyecto que, por ahora, sigue paralizando Francia. En contra del MidCat, el gobierno de Emmanuel Macron desplegó un amplio argumentario: elevado coste de las obras; la dilación de la ejecución de las mismas para una solución que se plantea urgente; infrautilización de los dos gasoductos ya existentes ente Francia y España, o el desastre medioambiental. Nada dijo de las 58 centrales nucleares que se reparten por Francia, segunda en el ranking mundial después de Estados Unidos.

Con razonamientos como los referidos, Macron consiguió que la Comisión Europea se pusiera de perfil ante el conflicto con una especie de ‘no sabe, no contesta’, además de ampararse en el hecho de que el MidCat nunca ha sido considerado un proyecto energético de interés común.

La baza que se debe aprovechar

Respecto a la propuesta española de que el gasoducto se construya para poder transportar en el futuro hidrógeno verde, Macron declaraba: «Algunos me dicen incluso que sería aberrante transportar hidrógeno de España a Francia o Alemania. Lo que tendría más sentido es exportar electricidad renovable de España a Francia o a otros países europeos para que fuera allí donde esa electricidad se transformara en hidrógeno».

Precisamente, algunos expertos sostienen que es la baza que no puede desaprovechar España. «España no puede conformarse con ser un mero corredor de energía renovable; se trata de emplear esa energía para crear nuevos productos de valor añadido. De lo contrario, lo harán los alemanes u otros países más emprendedores una vez que les hayamos proporcionado el material», defiende Javier García Martínez, fundador de Rive Technology y director del laboratorio de nanotecnología molecular de la Universidad de Alicante.

En su opinión, España «puede convertirse en la fábrica europea de electrones verdes aprovechando su situación geográfica para producir electricidad de fuentes renovables a un precio muy competitivo. Pero aún resultaría más rentable utilizar esos electrones para fabricar todo tipo de moléculas de alto valor añadido, desde hidrógeno verde a la electroconversión de CO2 en combustibles solares».

Desarrollo de nuevos materiales

Además, García Martínez insiste en la necesidad de encontrar nuevos materiales «que nos permitan llevar a cabo una transición energética de una forma, no solo más sostenible, sino también más rentable». El profesor también señala que en los últimos años se han desarrollado nuevos materiales que permiten transformar COen todo tipo de compuestos útiles, desde combustibles a plásticos, y lo mejor de este proceso es que solo requiere agua y luz solar. La fotosíntesis artificial es uno de los avances científicos más excitantes y potencialmente más transformadores de los últimos años que, si bien está todavía en una etapa precomercial, supone una oportunidad excepcional para transformar un residuo en una materia prima y para combatir el cambio climático.

Asimismo, en el Laboratorio de Nano- tecnología Molecular de la Universidad de Alicante desarrollan «una amplia gama de nanomateriales para aplicaciones energéticas. Estamos aplicando nuevas técnicas de nanotecnología para la producción de biocombustibles, celulares solares y catalizadores para la industria química. Para nosotros ha sido muy importante trabajar con empresas y centros tecnológicos, lo que nos ha permitido comercializar algunos descubrimientos que hemos patentado en los últimos años».

* Lea el artículo íntegramente en el número 96 (octubre 2022) de la revista Plaza

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