La familia Quilis ha conseguido reunir la que es sin duda una de las mejores colecciones corporativas de Europa. Ellos son valencianos y las obras permanecen en Madrid. El proyecto de traerlas a Xàtiva sigue paralizado
VALÈNCIA.-Formada por 255 obras de 82 artistas, la colección setabense, miembro de la International Association of Corporate Collections of Contemporary Art (IACCCA), es una de las más prestigiosas del mundo. «Para los amigos de los museos a nivel internacional es una visita obligada pasar por Inelcom», afirma Vicent Todolí, su asesor de arte. El exdirector de la Tate Modern se incorporó en 2011 al proyecto que puso en marcha Vicente Quilis, presidente de la empresa que ahora dirige su hijo Javier. Vicente es, además, el responsable de la colección de arte contemporáneo, cuya sede está en Pozuelo de Alarcón (Madrid). «Nos gustaría que estuviera en Valencia y no en Madrid. Lo intentamos, porque tenemos debilidad por Valencia, aunque llevo aquí desde 1967, pero no pudo ser», señala el artífice de la emblemática colección y patrono de la Fundación del Museo Reina Sofía, quien no duda en resaltar que «desde que Javier ha cogido las riendas es cuando hemos empezado a exponer la colección al público y ha tomado impulso».
De la misma opinión es Todolí, que ha formado al joven Quilis, de 32 años, como curator (conservador). «Al igual que a mí, le gustaba la arqueología y eso fue un buen punto de partida —apunta satisfecho—. En la actualidad, creo que es el único caso que conozco en el que el responsable general de la empresa es también el conservador de su colección».
La afirmación del exdirector artístico del IVAM define en toda su extensión la sinergia que, con el paso del tiempo, ha logrado articular la compañía valenciana, puntera en el sector de las telecomunicaciones (cuarenta años de experiencia y 2.400 empleados), con su colección de arte, cuya trayectoria se fundamenta en cuatro temáticas, reflejo de su actividad empresarial.
Comunicación e incomunicación fue la primera línea que introdujo. La segunda está relacionada con la eficiencia energética, que tiene mucho que ver con la moderna trayectoria que emprendió la empresa en la investigación de iluminación LED. En tercer lugar, la memoria, desde la que, además, pretenden impulsar la recuperación del patrimonio histórico. Dentro de esta inciativa, unas excavaciones desarrolladas por la compañía valenciana pusieron al descubierto el antiguo convento cisterciense de Santa María Magdalena de la Aljama del Mont Sant (Xàtiva), localidad de la que son oriundos sus propietarios y desde la que se producen todos los materiales que instala la empresa en cualquier parte del mundo.
Hace diez años, Inelcom adquirió el hotel Montsant, situado en el camino que conduce al castillo de Xàtiva. En este espacio muestra a los visitantes los avances arqueológicos que se realizan en la zona, declarada Bien de Interés Cultura (BIC), como los aljibes de origen árabe y los antiguos depósitos que aprovechaban el agua de lluvia para abastecer el recinto. El subsuelo del Montsant conserva una cisterna medieval de cuatro naves y grandes dimensiones, que se construyó durante la época en que fue palacio real. El agua de lluvia se capta desde el barranco de les Santes, que nace al pie del Castillo menor.
Para visitar y contemplar su interior es necesario descender por su escalera original, de 29 peldaños, y pasar por un moderno pantalán flotante por el que se accede a una de las naves, cuando el tiempo lo permite. Hace tres años, la empresa pensó que este enclave privilegiado e histórico sería el lugar idóneo para instalar su colección. Una idea que levantó ampollas en el municipio con opiniones a favor y en contra. El proyecto, Montsant, Centre d'Art i Arqueologia, contaba con las garantías de Todolí y la arqueóloga Reyes Borreda, además de otros expertos.
La inicativa era un museo subterráneo de arte contemporáneo y arqueología con una extensión de más de 14.500 metros cuadrados en la ladera del castillo de Xàtiva, cuya inversión ascendía a veinte millones de euros, que iba a aportar totalmente la compañía tecnológica, y del que se esperaba un impacto económico de cincuenta millones de euros para Xàtiva, además de la creación de 527 puestos de trabajo y la visita de 200.000 turistas al año. El punto de partida del recorrido, «donde convergen el arte, la historia y el paisaje», era el pequeño hotel Montsant.
en inelcom, el trabajo con artistas, galeristas e instituciones ha ido incrementándose cada vez más
La plataforma Xàtiva Digna, junto a otros dos colectivos, lideró la oposición al vanguardista proyecto, y al final el Ayuntamiento se decantó por no seguir adelante con el proyecto. En palabras de Vicente Quilis, poco o nada se habló del objetivo y el programa que la empresa valenciana presentó a la sociedad civil y que retiró para evitar una confrontación no deseada. En aquellos días tampoco se habló de que la compañía había sido premiada por ARCO, por dar a conocer al mundo, a través de su colección, la utilización de las nuevas tecnologías aplicadas a sus productos y su difusión en el mundo del arte, aplicando las tecnologías de la iluminación para proyectar su imagen de la marca.
«La iluminación del Valencia Basket, el primer pabellón de Europa con LED, es obra nuestra, y también hemos colaborado con Centro Hangar Bicocca de Pirelli, en Milán», avanza Javier Quilis, que destaca la flexibilidad que la empresa ha mostrado para adaptarse a sus clientes. «No nos dedicamos a realizar piezas en cadena; nuestra filosofía se basa en la investigación partiendo de un proyecto, de un reto. Ofrecemos soluciones de ingeniería a medida. Hacemos todo lo que el cliente necesite. Desde diseño, fabricación, instalación, mantenimiento y explotación de los equipos y sistemas. Podemos cubrir el ciclo completo o no, y en todos los sectores, como quiera nuestro cliente».
En los últimos años Inelcom ha apuntado su objetivo al ámbito de la cultura y en especial del arte, muy presente en las instalaciones que tiene en Madrid. El trabajo con artistas, galeristas e instituciones museísticas ha ido incrementándose cada vez más. La sede central y Centro de Investigación y Desarrollo de la empresa tecnológica se organiza en cuatro plantas. Son más de 4.000 metros cuadrados y abrió en 2008, obra del equipo de arquitectos valencianos Carmel Gradolí y Arturo Sanz.
El primer subsuelo contiene la colección de arte; pintura, escultura, videoarte e instalaciones asombrosas, que no dejan de estar presentes en la planta baja, la zona de trabajo, con la entrada a las instalaciones precedida por la impresionante obra del belga de origen alemán Carsten Höller Corredor de luz, realizada con 20.000 LEDs, acero y vidrio laminado, y un sistema de control digital. La pieza, de grandes dimensiones, plantea la percepción del espacio temporal y permite a cada persona interactuar con la obra si así lo desea, a través del parpadeo de la luz y las pulsaciones de sonido, creando una experiencia de colores y sensaciones.
Una vez dentro del recinto, el vestíbulo recibe con más arte: la serie Bird, nueve fotograbados, también de Höller, doctor en ciencias agrícolas, especializado en las estrategias de comunicación olfativa de insectos, por la Universidad de Kiel. Enseguida, y junto al mostrador de entrada, hay un recibidor rodeado de las obras del artista holandés Marcel van Eeden. De la trilogía The Hotel, Inelcom dispone de la primera parte (The Lobby), una serie formada por veinticinco dibujos de pequeño formato de lápiz negro.
inelcom fue premiada por arco en 2016 por la aplicación de nuevas tecnologías a la difusión del arte en el mundo
La obra de Van Eeden se convirtió en un referente internacional cuando participó en la Bienal de Berlín en 2006. «Aquí nos muestra a Oswald Sollmann, un personaje ficticio cuyo nombre es la conjunción del asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, y un catedrático de farmacología, Torald Hermann Sollmann. Esta instalación nos conduce tras sus huellas, las del protagonista central de una historia tejida de imágenes, fotos y figuras históricas, inspiradas en el repertorio iconográfico anterior a 1965. Los dibujos trazan los momentos que precedieron a un acontecimiento dramático y constituyen la primera parte de la historia que el artista ha continuado con otros episodios y presentado en varios lugares e instituciones de todo el mundo», explica Quilis. Sus obras se han presentado en el MoMA de Nueva York y en el Centro de Arte y Medios Tecnológicos (ZKM) de Karlsruhe (Alemania).
«La zona de trabajo está repleta de obras que van cambiando conforme llegan los proyectos», señala el responsable de la colección, mostrando La habitación del grito, de la artista multidisciplinar Alicia Framis (Barcelona, 1967), realizada en tablero de aglomerado de haya y listone de pino, poliespán, espuma aislante, micrófono, cables, focos, ordenador, software para impresión 3D y bobinas de PLA (material hecho de recursos renovables al 100%, como el maíz, la remolacha, el trigo y otros productos ricos en almidón), que transforma la energía. La habitación es una caja de madera en la que entras y gritas. Lo que contiene por unos minutos la caja es el grito: esa es la obra de arte.
Cuando salimos del cuarto, una impresora imprime el grito en forma de taza de té que se hace en veinte minutos. «Transforma la energía. Algo muy similar a lo que hacemos en la empresa. Cada persona tiene un grito único y por tanto una taza única que cada visitante se puede llevar», apunta Quilis. «Los aullidos más altos dan lugar a tazas más pequeñas», avisa la autora de la obra, cuya primera versión fue una sala para que los empleados de un banco holandés pudieran desahogarse. Framis combina arquitectura, diseño, moda y gastronomía en sus creaciones, y actualmente colabora con la Agencia Europea del Espacio en un proyecto junto a científicos, astronautas, arquitectos, artistas e ingenieros sobre cómo llevar el arte y la cultura al espacio.
La sala principal donde trabajan los empleados tiene al fondo un gran mural, un tríptico; cada uno de trescientos por doscientos ochenta centímetros, del artista franco-argelino Kader Attia, que ha expuesto en las principales instituciones internacionales. Una obra impresionante del ganador en 2017 del premio de la Fundación Miró y La Caixa, una de las distinciones de arte contemporáneo más prestigiosas del mundo, que supuso también una exposición monográfica de su obra. En medio del espacio de trabajo se deja ver una estructura de siete esculturas de cobre, acero, madera y laca, de Björn Dahlem. «Con esta obra el autor se pregunta sobre la veracidad del progreso, la esencia del ser humano y su lugar en el mundo», indica Quilis, añadiendo que un proyecto fin de máster de la Universidad de Chicago consistía en integrar un museo en un edificio de trabajo y que Inelcom fue el elegido como ejemplo.
La compañía está inmersa, ahora, en la preparación del espacio y las obras para la inauguración de ARCO que será a finales de febrero. Julio Orgaz, que lleva toda la vida en la empresa, es el responsable de mantenimiento y supervisa la habilitación de los espacios para presentar las novedades de la colección, que supone todo un acontecimiento en la empresa y fuera de ella. Orgaz y Quilis invitan a Plaza a atravesar una espesa cortina. Todo es oscuro. De pronto se enciende un haz luminoso y el espacio parece lleno de humo. Quilis nos anima a entrar sin miedo y las imágenes se tornan tridimensionales. Anthony McCall, representado en la Tate Modern de Londres, el MoMa y el Whitney de Nueva York y el Pompidou de París, presenta la instalación Leaving (with Two-Minute Silence), producida en colaboración con el músico David Grubbs. Sorprendente.
Nos trasladamos a otra sala y Quilis explica que se trata de la obra de un valenciano de Alzira que vive y trabaja en El Palmar. Se trata de Jorge Peris, que presenta una instalación protagonizada por la sal, elemento que conduce la energía y la vida. «Gran parte de su colección es de origen orgánico como esta en la que lo salino es el eje marcado en la parte superior de la sala», resalta el comisario de la colección.
Dejamos Olmo, Juan Urpiano, y vemos The Singers' Room, de los argentinos Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky. Un proyecto que gira en torno a «las ventanas susurrantes», hojas de cristal usadas como altavoces. Pensaron primero crear una estructura con cuatro capas de vidrio con puntos blancos proyectados sobre ellos y produciendo un sonido cada vez que aparecieran. «Se podía escuchar la pieza y percibir físicamente el espacio», destaca el conservador. El siguiente paso fue proyectar letras blancas sobre los cristales y crear un texto, un poema de la poeta uruguaya Idea Vilariño, que se pudiera leer en cuatro niveles.
Son muchas las obras, 255 y los artistas, 82, que forman la colección. Francis Alÿs, el galardonado Steve Mcqueen, Björn Dahlem, la fotógrafa francesa Sophie Ristelhueber, y la malagueña Regina de Miguel, entre otros. Pero antes de concluir, cabe destacar la gran pieza del mexicano Damián Ortega, dedicado principalmente a la escultura. Su obra se caracteriza por el uso de materiales comunes alterando su significado. «Desmonta máquinas enteras y suspende sus piezas como esta de Viaje al centro de la tierra: penetrable», señala Quilis, que se coloca en medio de la gran estructura metálica con objetos colgando de cuero, piedra pómez, vidrio, cerámica, etc.
'the new york times' destacó en enero la presencia española en art basel (miami): la colección que mencionaba era de inelcom
Protegida por las obras de acondicionamiento se encuentra la bella obra del valenciano Artur Heras (Xàtiva, 1945). Su obra 365+1 cubre una gran pared con una silueta con forma de ballena formada por pinturas y dibujos, que corresponde a los días del año, más uno por los bisiestos. Proceden de épocas dispares y distanciadas en el tiempo (1962-2016). Es una colección de memoria gráfica. «Un esbozo para una pequeña antología de recorrido existencial, un modo de significar que los días van pasando en silencio, pero no callados», señala el folleto explicativo.
The New York Times Style Magazine destacaba en enero pasado la presencia española en Art Basel de Miami (una de las ferias de arte más prestigiosas, fundada en Basilea, Suiza, en 1970). La colección, gratuita y que se visita previa cita, que mencionaba era precisamente la de Inelcom.
La revista uruguaya Ministerio del diseño, en su último número, señala las instalaciones más memorables de 2019. Una de ellas es la de Cerith Wyn Evans, en la Fundación Pirelli. Una instalación de siete columnas luminosas de veinte metros de altura, fabricadas por la compañía valenciana. Se han empleado 7.000 tubos de vidrio de filamento LED con una longitud de cinco kilómetros. Una obra gigantesca y frágil en la que la intensidad de la luz de cada columna varía lentamente de forma caprichosa hasta apagarse por completo en algunas ocasiones. La muestra se puede ver hasta finales de febrero.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 64 (febrero 2020) de la revista Plaza
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