En Bulgaria da la impresión de haberse producido otra puesta en escena de la falta de voluntad e impulso para mantener el proyecto europeo, que esperemos no sea sólo falta de capacidad y altura de los líderes allí reunidos.
Espero que don Ortega y Gasset allí donde se encuentre, para algunos en el infierno por traidor a la República para otros en el cielo, aunque no crean en él, por traidor a la España monárquica y para muchos en el limbo de la intelectualidad española, no le haya molestado que haya reinventado el título de su obra España invertebrada de 1921, para este artículo, pero al igual que a nuestra piel de toro, a Europa parece estar afectada por el espectro del particularismo que puede terminar en la desintegración, como afirmaba el gran intelectual.
Estos días hemos visto (más bien poco) la cumbre sobre los Balcanes de la UE en Bulgaria, y que la verdad se puede resumir con el título del artículo Parole, parole, parole… de Regina Laguna compañera de Valencia Plaza, pues si el objetivo era intentar frenar los avances e influencia de una Rusia de Vladimir Putin más nacionalista y paneslavista que nunca, apoyándose en los Eslavos del sur (origen del nombre de Yugoslavia) ubicados en la República de Serbia y en la República Srpska que integra la Federación de Bosnia y Herzegovina, así como también el influjo de la Turquía de Recep Tayyip Erdoğan, también muy nacionalista y en su caso neootomana, en países como Albania o en la parte musulmana de Bosnia, parece que no ha servido para nada sino todo lo contrario.
Los líderes europeos no es que, no hayan dado esperanzas o fechas para la integración de los países balcánicos, Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia, Bosnia y la región separatista de Kosovo en la UE, sino todo lo contrario, pues Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, se ha permitido afirmar, refiriéndose a esos países del sudeste europeo, que “el volumen de problemas per cápita es muy superior al de Francia o Alemania”, y por su parte Emmanuel Macron, aseveró refiriéndose a la integración en la UE que “Tienen que mejorar muchos aspectos antes. Y la UE no podrá iniciar este proceso si no se reforma antes”. Todo esto a la par de que uno de los cuatro principales países de la UE, Italia, acaba de pactar nuevo gobierno entre los populistas, Movimiento 5 Estrellas M5S y Liga Norte, partidos con tintes claramente antisistema y no muy paneuropeos.
Por no hablar de la ausencia de otro de los cuatro grandes, España, a pesar de que en la agenda de la UE ponga lo contrario, participación el 17 de mayo de los jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros de la UE (sic, Parole, parole, parole…), y sólo asistiera el presidente de gobierno Mariano Rajoy a la cena de trabajo ofrecida por el primer ministro de Bulgaria el miércoles 16 de mayo de 2018 a las 18:30 en Sofía, como recoge su agenda en la web de la Moncloa, y nos informaron los diferentes medios allí asistentes. Ausencia inevitable al no reconocer España a la región separatista de Kosovo, presente en la cumbre del día siguiente.
Además todo esto ocurre a la par que esa Europa, de la que se nos hablaba cual mantra ante cualquier crisis, todo se solucionaba con más Europa (cual Olimpo de los Dioses al que llegar), en lugar de trabajar por una mejor Europa y, repito, a la par de que no nos está sirviendo de mucho últimamente en el mayor desafío a nuestra pacífica convivencia, que supone violentar la Legalidad y Unidad de España, pues recientemente diferentes resoluciones judiciales europeas (el último caso de Bélgica) no nos han sido muy propicias, cuando parecía que la Euroorden, como parte de aquel tercer pilar europeo del Tratado de la Unión Europea de 1993, el de la cooperación policial y judicial, iba a reforzar el cumplimiento de los Estados de Derecho en toda la Unión y reforzar nuestro régimen de libertades, pues parece que no es así.
Y eso que nosotros estamos comprometidos con la seguridad de todos, como bien recoge la última Memoria de actividades del Miembro Nacional de España en Eurojust 2016, publicada en mayo del año pasado, o por como contribuimos a la seguridad en diferentes misiones en Europa, con la Policía Aérea del Báltico (misión OTAN), desde agosto 2006, con 6 Cazas, aviones de combate con todo su apoyo logístico en Lituania, o en EUFOR ALTHEA Bosnia-Herzegovina (misión UE), desde diciembre 2004 con mandos en su Cuartel General, o EUNAVFOR MED SOPHIA (misión UE) en el Mediterráneo Central, desde junio 2015 con una fragata y un avión de vigilancia marítima actuando desde las costas italianas, o la ENHANCE FORWARD PRESENCE (misión OTAN) desde 2017 en donde participamos en un Batallón Multinacional en Letonia, con carros de combate 'Leopardo 2 E' y vehículos de combate Pizarro de cadenas, o el próximo compromiso adquirido por España, liderar el EUROPEAN UNION BATTLE GROUP (EUBG I/19) durante el primer semestre de 2019, como ya hicimos en el segundo semestre del 2017; y todas estas operaciones suponen para los españoles un gran coste en recursos humanos y financieros.
Aunque no será la primera vez que en asuntos de seguridad, Europa nos da la espalda, además de la sabida pero no olvidada traición a nuestros derechos humanos durante años por parte de diferentes países europeos, al no colaborar con España en la lucha contra los asesinos de ETA y todo su entramado de colaboradores/miembros, está, recuerden ustedes, la crisis de los cayucos/pateras del 2006 donde más de 30.000 personas llegaron en embarcaciones a nuestra costas (principalmente a Canarias), sin contar los miles que dejaron sus vidas en las aguas del banco Sahariano o en las arenas del desierto, sin que la UE hiciera algo, sólo Portugal e Italia apoyaron (casi por misericordia de vecinos) con dos barcos y un avión para reforzar el dispositivo dirigido desde el Centro de Coordinación de Canarias.
Aunque en el abandono quizás no estamos solos, porque cuando se produjo la crisis Libia y centenares de miles de personas se lanzaron al canal de Sicilia con la esperanza de llegar a la isla de Lampedusa, el Mediterráneo de Mare Nostrum se transformó en una Fosa Común, llegando a Italia en 2013 unos 200.000 individuos, y la UE tampoco estuvo a la altura, a pesar de las quejas del primer ministro Matteo Renzi. Eso sí, en 2015 con la crisis de las migraciones que afecto a Centroeuropa por la llegada de millares de refugiados sirios, afganos, etc., fue entonces cuando la UE tomo cartas en el asunto, y negoció con Turquía un suculento acuerdo para que cortara las rutas de los traficantes, que llevaban a las víctimas por aquel país hasta Grecia, y de allí a los Balcanes hasta el corazón de Europa.
Ya lo dijo hace dos años Mario Monti, exprimer ministro de Italia y comisario europeo: “El Brexit acabará con la UE a no ser que estemos seguros y unidos”. Y fíjense todos los nuevos desafíos que ha tenido la UE desde entonces. O hacemos mejor Europa o no podremos tener más Europa, porque no habrá Europa. Volvamos a las esencias y valores de los padres fundadores y a la Declaración de Robert Schuman del 9 de mayo de 1950, y busquemos esos mínimos comunes que multiplican todos nuestros potenciales como europeos, y no maximicemos en falsas fantasías y deseos que aunque comunes terminan dividiéndonos.