Aiudo, ZeroAcoso y Witooth son tres startups de la Comunitat cuyo carácter social destaca y se añade a su viabilidad financiera e innovación. Su participación en el programa BBVA Momentum les ha ayudado a consolidar sus proyectos y buscar futuros inversores
VALÈNCIA.- Daniel Ibiza (Aiudo), Pablo Cervera (ZeroAcoso) y Salvador Albalat (Witooth) tienen algo en común: crearon sus proyectos con la intención de hacer un bien a la sociedad, de aportar su granito de arena para que el mundo funcione mejor. Y con esa idea se convirtieron, antes incluso de que se dieran cuenta, en empresarios que quieren que sus negocios sean rentables y sostenibles. Eso sí, sin olvidar ese beneficio social que desean generar a través de sus empresas: Aiudo ofrece servicios de asistencia a domicilio dirigidos a personas con familiares a su cargo; ZeroAcoso pretende prevenir y combatir el acoso escolar; y Witooth busca facilitar la vida de los diabéticos con un microchip implantado en el diente.
Tres empresas que llevan pocos años operando —se idearon en 2015— y que ahora desean escalar en su negocio y conseguir financiación, una tarea que se torna más complicada por ese carácter social. Lo han constatado como participantes del programa BBVA Momentum —fueron elegidos de entre más de 700 candidaturas de cinco países diferentes—, que incluye formación, acompañamiento estratégico, networking, visibilidad… «Es una excelente formación para emprendedores porque, entre otros aspectos, te hace parar y analizar dónde estás y a dónde quieres llegar», coincidieron en señalar los tres empresarios.
Uno de los momentos clave en la trayectoria de cualquier emprendedor es cuando la idea se transforma en una S.L. Bien lo sabe Daniel Ibiza, quien puso en marcha Aiudo en 2016 como respuesta a un problema personal y hoy, con una plantilla de diez trabajadores y una red de mil cuidadores, aspira a convertirse en referente como plataforma tecnológica de ayuda a domicilio. «Un problema para las familias, y para mí en su día, es la soledad e inseguridad que provoca tener una persona mayor o con dependencia sola en el domicilio», explica el CEO de Aiudo sobre cómo surgió la idea de crear un proyecto que «proporcionara cuidadores en cualquier sitio y que el usuario pudiera configurar el tipo de servicio que necesitara».
Los servicios de Aiudo han sido contratados por más de 300 familias en toda España y su reto para este año es seguir consolidándose en el territorio español. «Cuidamos mucho el proceso de selección, que sigue los últimos estándares de las empresas especializadas en recursos humanos. Nos aseguramos de que cumplen con todos los requisitos y realizamos una entrevista personal y un test con 200 preguntas», destaca Daniel Ibiza. Según comenta, el 37% de los trabajadores son personas inmigrantes o víctimas de la violencia de género, un porcentaje que podría aumentar gracias a la reciente colaboración con la fundación Randstad para dar formación en este campo a personas en riesgo de exclusión socio-laboral.
Una sinergia que nació a raíz de su formación en BBVA Momentum: «Hemos aprendido a aterrizar, a ser conscientes y a trabajar todas esas buenas acciones que hacemos para aportar un mayor valor que con el que empezamos». Igualmente, el joven agradece a su mentora, Ana María Navarro, el haber aprendido más sobre el modelo de negocio y a dejar de pensar tanto a nivel global para centrarse en lo que tiene ahora.
BBVA Momentum también ha mentorizado el programa ZeroAcoso, desarrollado por la firma valenciana ProtOs. «Creemos que para acabar con el acoso infantil es esencial la prevención pues permite anticiparse a problemas que pueden ser muy complejos y difíciles de revertir», así que «buscamos herramientas para frenar el acoso y analizar las formas de cómo atacarlo», explica su director ejecutivo, Pablo Cervera.
El resultado es ZeroAcoso, una aplicación móvil con un sistema de mensajes que permite al escolar —Secundaria, Bachillerato y Ciclos Formativos— contar cualquier tipo de problema y recibir ayuda de un profesional cualificado del centro. De esta manera, el estudiante recibe la ayuda que precisa, y la escuela puede «categorizar» las conversaciones según el tipo de incidencia, lo que permite disponer de «una información muy valiosa sobre los problemas reales que puede haber en un centro escolar y, además, aplicar medidas correctivas y preventivas para atajarlo».
En cuanto a los mensajes, señala que hay de todo tipo, desde casos de anorexia o bulimia hasta automutilaciones o suicidios. «La importancia de esta aplicación radica en poner sobre la mesa un mensaje que de otra manera no se pondría», resalta sobre la importancia del anonimato. Cervera insiste en que la aplicación está implantada en diversos centros españoles pero también en otros países. «Seis centros de España la utilizan pero es en México y Ecuador donde estamos teniendo una mejor aceptación», resalta el emprendedor señalando que incluso un centro de Quito (Ecuador) contactó recientemente con la empresa para introducir la app.
En cuanto al futuro, Cervera indica que a través de la app «los estudiantes no solo podrán escribir mensajes sino que también será el propio centro el que lance encuestas para analizar distintos aspectos». Su mentor, Francisco Benedito, destaca que ZeroAcoso «tiene la estructura tecnológica —ProtOs— que le facilita afrontar este proyecto con más experiencia, lo que le permite crecer más como negocio», y resalta que «debe pensar en grande». Riéndose, Cervera comenta que por ahora ese crecimiento pasa por implantarse en Perú, México, Colombia y Ecuador.
BBVA Momentum no es solo una formación sino que es networking y crea sinergia. Un hecho que quedó constatado cuando Salvador Albalat recordó que hace veinte años inició un centro de psicología de atención de trastornos alimentarios y tendió la mano a Pablo Cervera para iniciar una colaboración. Una oferta que, por supuesto, fue recogida por Cervera porque «a través de la aplicación llegan problemas de bulimia y anorexia». Sin embargo, el proyecto que ahora ocupa la mayor parte del tiempo de Salvador Albalat es Witooth: «nació en 2015 para dar respuesta a los millones de diabéticos que hay en el mundo y que dependen del valor de glucosa que tienen en sangre», explica resaltando la problemática de los pacientes con diabetes tipo 1.
Su propuesta es comercializar un microchip que, pegado al diente o sobre una férula de plástico, se comunique vía inalámbrica (NFC) con el móvil para monitorizar variables fisiológicas —como la temperatura y el nivel de glucosa—. Esto, explica, permitirá a los pacientes diabéticos un mejor control de su enfermedad sin necesidad de pincharse y, junto con otros programas ya existentes, determinar el valor de insulina. No es todo; al margen de su utilidad para deportistas, el objetivo es que «en un futuro pueda medir más variables, como el colesterol» y subraya que el precio del microchip podría estar entorno a los diez dólares.
Actualmente, los esfuerzos se centran en perfilar el algoritmo que va dentro del microchip y en buscar financiación para realizar ensayos clínicos reglados y homologar el producto para que salga al mercado. Pese a su experiencia creando startups —lleva cuatro—, Albalat ha necesitado la ayuda de su mentor, Josafat Rodríguez, en lo que concierne a financiación. «Desde el principio Salvador tenía muy claro su proyecto de negocio y cómo desarrollarlo así que le ayudé en el plan financiero», señala Rodríguez.
Todos ellos valoran positivamente su paso por el programa y recuerdan con cariño el Pitch Day, donde expusieron sus proyectos ante potenciales inversores —empresas, organizaciones sociales, fondos de inversión, business angels y clientes de la entidad financiera—. «Han sido siete meses de formación en cada una de las áreas para hacer que el proyecto tenga viabilidad y perdure en el tiempo, desde el modelo de negocio y financiero al plan de escalado», resalta Daniel Ibiza. Por su parte, Salvador Albalat destaca «la calidad del profesorado, la amenidad de la formación, y el aspecto sobre el desarrollo corporativo».
En cuanto a los mentores, resaltan que la formación no ha cesado y es ahora cuando los empresarios han adquirido la formación y han contactado con inversores, por lo que «es el momento de ver la financiación que se les puede dar por parte del banco y ver de qué modo se les puede ayudar».
En ese futuro, Daniel y Pablo centrarán sus esfuerzos en «consolidarse como empresa» mientras que Salvador hará lo propio para «salir al mercado». Sea como sea, la ilusión no les falta y cuentan con el apoyo de una de las entidades más solventes del país y unos mentores que aportarán su visión práctica para que los proyectos sean un éxito.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 40 (febrero/2018) de la revista Plaza