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La laxitud con los 'okupas' de València En Comú subleva a los vecinos del Cabanyal

Foto: KIKE TABERNER.

La presencia de 'okupas' en el barrio obstaculiza las obras de regeneración. Los vecinos piden que se diferencien entre familias y casos aislados. Una pareja habita una casa que iba a ser empleada como Centro Social municipal

8/03/2017 - 

VALÈNCIA. Ocho de la tarde. M. y su hijo de 11 años pasean por la calle José Benlliure, a la altura del número 200. Enfrente, un grupo de okupas, hablando en un coche. En uno de los números de esa misma calle habitan unos “punkis”, en la gráfica descripción del niño, en una finca adornada con azulejos bicolores en la fachada. Comienza a ser noche cerrada. “Esos no molestan tanto”, comenta la madre. “El problema es en verano, que salen todos a la calle con la música”, añade.

Pasa una moto. Tres adolescentes hablando entre ellos. José Benlliure es una de las calles de llamada Zona Cero del Cabanyal. Este tramo, en concreto, el que va del número 186 (el 184 no existe, es un solar) al 210 es uno de los afectados por lo que iba a ser la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez, el proyecto estrella de Rita Barberá, del que ya no queda nada.

O sí. Su huella. Su destructiva impronta. Son los restos de casas derruidas, que como grandes agujeros parten las calles y crean vacíos, zonas de conexión entre diferentes vías. “Ahora al menos limpian y vienen los barrenderos; antes no venía nadie”, constata M.. Callejones improvisados que en muchos casos se convierten en urinarios públicos nocturnos.

Los okupas se han hecho fuertes en esta zona del Cabanyal, hasta el punto de ser uno de los grandes escollos en la regeneración del barrio, prioritaria para el equipo del Govern de la Nau, que ha hecho de la recuperación de los barrios marítimos su principal caballo de batalla. Las obras ya han comenzando y sin embargo se han encontrado con un problema inesperado. Muchos okupas no quieren abandonar sus casas. Y aquí entran en conflicto las distintas sensibilidades dentro del equipo del gobierno del Ayuntamiento de Joan Ribó.

Foto: KIKE TABERNER.

No es la primera vez que se da este hecho. En un lado se encuentran los responsables de la concejalía de Urbanismo, de Vicent Sarrià, que son partidarios de realizar desalojos para poder intervenir en el barrio y que su recuperación sea lo más plena posible. En el otro, los representantes de València En Comú, con la concejal de Patrimonio, María Oliver, secundada por el teniente alcalde Jordi Peris, cuya laxitud con los okupas está sublevando a los vecinos y a sus socios de gobierno.

Hay episodios concretos muy reveladores de esta situación. Como el caso de una pareja que está okupando ilegalmente una casa en la calle La Reina que iba a ser convertida en un centro social para el barrio. Metafóricamente, esta casa fue la última que adquirió el consistorio cuando estaba regido por el PP. Ahora, que iba a ser recuperada para el barrio, no se puede porque hay unos okupas dentro. Y en València En Comú parece no importunarles ese hecho.

Los vecinos se encuentran molestos con la indolencia con la que perciben que se trata el conflicto por parte de algunos concejales, con el punto de mira en los representantes de la marca alternativa de Podemos en la ciudad. Creen que no se ha afrontado la situación de frente y no se están realizando los desalojos de aquellos que están en el barrio por una cuestión ideológica, en respuesta a una supuesta gentrificación.

Tal y como explica la presidenta de la asociación de vecinos del barrio, Pepa Dasí, en su agrupación diferencian claramente entre unos casos y otros, y no ponen en el mismo nivel aquellos que han okupado viviendas “teniendo casas propias”, con las familias en riesgo de exclusión social, en algunos casos inmigrantes rumanos de etnia gitana. De hecho algunas de estas familias pagan incluso alquiler. En el lado contrario, los okupas 'voluntarios'. “Hay hijos de empresarios aquí, con chalets en L’Eliana”, comenta. Están viviendo la revolución. Y la están viviendo a costa de los vecinos del Cabanyal en pisos que son propiedad del Ayuntamiento.

Foto: KIKE TABERNER.

Pero en Valencia En Comú hay problemas para distinguir unos casos con otros. Para ellos es en la práctica lo mismo, y en las reuniones que se han producido en el consistorio sus representantes han abogado incluso porque sean los vecinos los que se acostumbren a las okupaciones. Algo que molesta, y mucho, entre los vecinos.

A preguntas de Valencia Plaza, Jordi Peris se muestra conciliador. El teniente alcalde vaticina que “conforme se vayan haciendo las cosas”, en alusión a las obras de regeneración del barrio, “se irá normalizando la situación”. Con todo, insiste en que hay que plantear una “alternativa habitacional” para estas okupaciones. En especial, dice, con los casos de familias enteras. Una idea en la que, esta vez sí, la asociación de vecinos le da la razón.

Por el momento, el primer escollo, el del centro social, parece haberse resuelto. Según relata la propia Dasí, les consta que ha habido una negociación ya con los okupas y “hay un compromiso de que van a dejarlo libre en unos meses”, comenta. Un problema menos. Pero aún quedan muchos okupas.

Hay gente que deja el barrio porque no pueden seguir viviendo aquí con esta situación”, se enoja Dasí. “No queremos a nadie sin casa, pero hay muchos okupas ilegales que tienen casa. Son hijos de grandes empresarios de València, que tienen poder adquisitivo y que están aquí por ideología. Que se vayan a sus casas”, dice la presidenta de los vecinos.

 “Hay que sanear esta zona. No queremos que esto sea Benidorm. Queremos que el barrio sea lo que fue, un barrio de gente obrera, con casas de planta baja y dos alturas”. Y en ese deseo, los sueños libertarios de adolescentes tardíos no encajan.

Foto: KIKE TABERNER.

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