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el cudolet / OPINIÓN

La lista de Ewa: ficción a la valenciana

17/10/2020 - 

Sin salirme de la continuista línea crítica sobre lo que concierne al mapa global de la escena valenciana, y tras haber arrastrado un largo puente azotado por la enseña patriótica local y nacional, esta semana la editorial Spectum Arts ha colocado en las estanterías metálicas de cientos de librerías del territorio español una novela narrada en el Cap i CasalLa lista de Ewa es pura ficción con ciertos guiños al pasado, con la chincheta fijada en el icono de la conciencia, reabriendo un serio debate sobre los derechos de las invisibles mujeres que ejercen la prostitución. Las grandes olvidadas. El libro, mecanografiado por Pepe Doménech, acaba revirtiendo en una orgía literaria, abocada a una crisis existencial del ficticio abogado defensor del supuesto y sospecho cliente de Ewa, fémina que libremente ejercía uno de los oficios más antiguos del planeta, que acabaría siendo asesinada. 

Si nos remontamos al pasado, a la primavera de 1999, en un calendario azotado por las grandes reformas, cercano a la clausura de un siglo en el que todo tenía precio, todo se compraba, todo se vendía, hasta incluso las voluntades de las personas eran convertidas en mercancías, La lista de Ewa llega para remover conciencias. El asesinato de aquella señorita con don de gentes, elegante, coqueta, amante del lujo, discreta, que ponía precio a su cuerpo para quien pudiera satisfacer sus servicios económicamente. Casquivana según la moral de los más fervientes religiosos, consumida por sus propios seguidores, su asesinato pudo mancillar el honor de muchas de las familias de los clientes que festejaban en los regulares y asiduos encuentros que se celebraban en su apartamento. Se especuló mucho con la agenda de los irreductibles e innumerables amigos que la cortejaban. Nunca llegó a hacerse pública.

En un tiempo en el que el eje primordial de la sociedad española pilota en torno a la igualdad entre hombres y mujeres, el texto de Doménech viene para quedarse. Sin fariseísmos, exenta de hipocresía, fresca, mediterránea, la obra que escribe Doménech es un ajuste de ajuste de cuentas con el pasado, levitando la memoria y devolviendo la justicia a lo más alto de la ficción. La prostitución de una mujer o un hombre, siendo una necesitad vital para el que la consume, carece de derechos u obligaciones para el que la ejerce. La prostitución, cuestionada por una sociedad moralista que condena el trabajo de los genitales como una forma de ganarse la vida, es un ejercicio vital para muchos de estos esclavos del sexo que encuentran un modus operandi en la clandestinidad por la desgracia de no hallar un sitio preferente en un mercado laboral cada vez más desesperado. No por ello debemos ser contundentes con una de las mayores lacras de este tiempo, la trata de blancas con el único fin de satisfacer las necesidades sexuales de algunos depredadores.

Reabrir un debate justo sobre la posible legalización de la prostitución protegería con derechos y obligaciones a muchas de las mujeres y hombres que hoy se sienten desamparados sin ninguna cobertura ni legal ni sanitaria en un oficio milenario, totalmente mercantilizado. Erradicar la prostitución es una acción muy costosa, diría yo casi imposible, pero regularla evitaría mayores peligros. Regresando a La lista de Ewa y situándonos en la escena, el escritor acierta con su pluma en devolvernos, veinte años después, un tema de actualidad y que cada día goza de mayor rechazo en una sociedad manchada de sangre tras los asesinatos de tantas mujeres a manos de hombres cegados por la irracionalidad de una pasión amorosa. ¿Fue un crimen pasional  la muerte de Ewa?, por el momento no sé sabe si llegaremos a averiguarlo en la vida real, pero la obra de Doménech rescata del olvido un hecho para que ninguna pasión acabe llevándose la vida de nadie y, mucho menos, la de una mujer. 

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