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tribuna libre / OPINIÓN

La oportunidad de Ciudadanos

14/04/2020 - 

El desafío cuasi golpista de Vox, aprovechando que el virus pasaba por Valladolid, contra el gobierno emanado de una mayoría producida por las urnas, emite una pésima noticia sobre el patriotismo de ciertas derechas y su escaso sentido de la responsabilidad. Pero que el PP de Casado no solo no sea capaz de alejarse de esa peste, sino que compita en deslealtad con ella, lanza un mensaje deprimente sobre las posibilidades futuras de un gran pacto nacional para salir del hoyo en que nos ha metido la epidemia mundial.

Quizá sea bueno hacer un pequeño ejercicio de memoria sobre los treinta años de bienestar logrados en Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Ese espléndido período de políticas orientadas a la preservación de una cohesión social que aún, tras los recortes de la última crisis, es un referente en el mundo. Pues bien, los protagonistas de aquel experimento no sólo fueron las izquierdas políticas y sociales, no sólo fueron comunistas y socialistas, sino unas derechas sensatas, conscientes de cómo la brecha social había ayudado al fascismo y de cómo sólo un estado robusto y un gran pacto de reconstrucción aportarían la vacuna contra el totalitarismo. Derechas liberales y democristianas se alejaron por esa vía de la tentación de bajar los brazos ante el fascismo.

Inés Arrimadas. Foto: Kike Taberner

En España tenemos una historia diferente y más tardía, pero también se requirió un gran pacto de fuerzas democráticas en otoño de 1977, para superar definitivamente el franquismo. Después de eso, la derecha más conservadora liquidó el experimento centrista de Adolfo Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD), que intentó sobrevivir en el CDS, Centro Democrático y Social, con poco éxito. Tras ese último intento, no ha vuelto a haber una derecha sensata y moderada que pudiera entender y entenderse transversalmente, que es una forma de hacer que requiere no ver enemigos por todas partes menos por una.

La larga sombra de José Mª Aznar y su proyecto de reunificación de las derechas planea sobre el PP actual, convirtiéndolo en una “derecha sin complejos” o, por mejor decir, en un partido con un único complejo: no ser sobrepasado en agresividad por el hijastro ultra que nació de su seno, Vox. La influencia de Aznar y su Think Tank llamado FAES, en combinación con la peor caverna mediática de los Inda, Losantos y compañía, está en la base de esos pactos de gobierno que abrieron la puerta de las instituciones a la ultraderecha, para escándalo de los amigos conservadores europeos.

Estas alianzas han supuesto para Ciudadanos la salvación y la muerte: se libra de una desaparición inmediata, porque entra en algún gabinete; a la vez que se asegura una muerte lenta, al perder su identidad liberal y centrista. Como al gato de Cheshire, le puede estar desapareciendo el cuerpo, aunque intente aguantar la sonrisa. Y es que resulta cada vez más evidente que con estos pactos y esos “modos” de hacer política, Ciudadanos ha ido achicando su propio espacio político, aquel para el que teóricamente nació. “Pan para hoy y hambre para mañana”.

Toni Cantó. Foto: Marga Ferrer

En esta coyuntura extraordinaria de hoy, con una crisis sanitaria que desembocará en una colosal crisis económica y social, España necesita un centro derecha capaz de mirar estratégicamente, más allá del laberinto cotidiano, de sumarse a la modernización de nuestro país, tanto de las estructuras del Estado, de su organización territorial y de la llamada “gobernanza”, como en la lucha contra la desigualdad, también estructural, de los españoles y las españolas. Que huya de las espirales identitarias y los populismos nacionalistas. Que se aleje de aquella derecha con un solo complejo, que solo prospera escalando la agresividad, como se está viendo en estos días del coronavirus. Ciudadanos tiene que decidir si sigue asociado a esa escalada de bulos y sobreactuación, que no tiene reparos en amenazar la democracia liberal, o se desmarca de una vez y recupera su seña de identidad.

¿Cómo entender los últimos pasos de Inés Arrimadas, proponiendo unos nuevos “Pactos de la Moncloa”? ¿Estamos ante un intento táctico de ofrecer su perfil menos crispado durante el estado de alarma, o son indicio de un cambio de más largo alcance estratégico?

Si fuera esto último, y ese gran pacto de reconstrucción nacional, que debería ir asociado al famoso Plan Marshall para Europa, fuera posible, podría abrirse la posibilidad para este país, incluso con las reformas constitucionales que se han vuelto urgentes, de afrontar las nuevas amenazas que sin duda vendrán. Pero también sería la oportunidad para ese centrismo en retirada de reencontrar su cuerpo invisible detrás de la sonrisa y, a lo mejor, hasta su papel histórico.

Pepe Reig y Francisco Sanz son miembros de Federalistes Valencians

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