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análisis

La probabilidad de una crisis financiera en China es baja a corto plazo

El economista de Pictet WM analiza la marcha de la economía china tras la histórica rebaja del rating de Moody's por primera vez desde 1989

5/06/2017 - 

MADRID. El rápido aumento de la deuda plantea serios desafíos a la economía China, especialmente a medio y largo plazo, pues genera ineficiencia en la asignación de capital y creciente riesgo de perturbaciones. Sin embargo a corto plazo la probabilidad de crisis financiera sigue baja, al menos los próximos uno a dos años. Su relativamente pequeña exposición a deuda externa y fuerte posición exterior la hacen resistente. A ello se añade que cerca de 60% del total de deuda empresarial es de empresas del Estado. Además ha habido mejora macroeconómica y política.

Según nuestra estimación, la deuda total de China sumaba 203 billones de renminbis en 2016, lo que representa un 261% sobre su PIB nominal. El sector empresarial no financiero representaba 122%, seguido de deuda del gobierno -24% gobierno central y 34% locales-, hogares 46% y sector financiero 35%. Asimismo disminuyó en el sector empresarial no financiero en 2016, aumentó el de hogares y sector y la del gobierno se ha mantenido estable en cerca de 60% desde mediados de 2014.

Aunque la cantidad total es grande, la gran mayoría está en manos de acreedores nacionales. Además, en 2016 su deuda externa representaba sólo 4,9% (12,7% del PIB), menor ratio de las principales economías, significativamente menor que la de otros países antes de la crisis financiera como México en 1981 (172%), Indonesia y Tailandia en 1997 (63% y 61%) y Corea del sur en 1997 (34%). Además, China tiene el mayor monto de reservas de divisas del mundo, 3,03 billones de dólares en marzo de 2017. Cierto es que han disminuido rápidamente desde finales 2015, tras la devaluación de su divisa, pero hay señales de estabilización, con tres meses consecutivos de aumento.

A ello se añade que aproximadamente un 50% de la deuda empresarial es de empresas del Estado y el 70% procede de instituciones financieras estatales. Esta alta concentración implica que el Gobierno chino tiene fuerte incentivo para intervenir. No puede prevenir todos los casos de impago (y no debe intentarlo), pero el riesgo de contagio es probablemente bajo. Además, su crecimiento de PIB nominal ha repuntado fuertemente y ha subido el índice de precios de producción, con leve recuperación del IPC. Se observa reactivación industrial desde 2016 y significativa mejora en la rentabilidad de empresas industriales, lo que aumenta su capacidad de pago de deuda. El fortalecimiento del sector industrial se refleja también en la estabilización de préstamos y créditos morosos informados por los bancos comerciales chinos.


Desde 2015 el Ministerio de Finanzas de China permite a los gobiernos locales emitir bonos especiales para pagar préstamos bancarios y se espera que 56% de la deuda de gobiernos locales se intercambie por bonos para finales de 2017. No reduce la cantidad pero aumenta los vencimientos en 3 a 5 años. Estos bonos requieren tipos de interés significativamente menores, lo que permite reducir los costes financieros los gobiernos locales aproximadamente a la mitad.

Al mismo tiempo el Gobierno, en respuesta al aumento del apalancamiento de los hogares en 2016, ha tomado medidas para frenar la especulación en vivienda y en la mayoría de grandes ciudades el aumento de préstamos hipotecarios se ha moderado. En cualquier caso la deuda del sector doméstico, 46% del PIB es baja en comparación con otras economías importantes. Además la tasa de ahorro de los hogares, más del 30%, es de las más altas del mundo.

Rápida creación de crédito

El caso es que ha habido rápida creación de crédito, resultado del esfuerzo del Gobierno chino por estimular crecimiento con flexibilización monetaria y fiscal, especialmente con motivo de la crisis financiera mundial. Para reducir la velocidad de deuda acumulada ha de limitar el estímulo, al menos gradualmente y eso implica menores tasas de crecimiento económico. Una fuerte desaceleración, sobre todo en términos de PIB nominal, puede provocar estallido de la burbuja de crédito, lo que sería extremadamente destructiva. Así que el Gobierno chino se enfrenta a un muy fino equilibrio entre crecimiento y desapalancamiento. No será fácil.

El paso de deuda de sectores no gubernamentales al balance del gobierno central es una opción realista. La deuda del gobierno central, 24% sobre PIB y por debajo de 60% para el conjunto del sector público, implica cierta capacidad para aumentar. Pero ha de hacerlo con cuidado y teniendo en cuenta que dicha capacidad no es ilimitada. Además, las reformas estructurales pueden facilitar su transición económica y mejora de la productividad y son cruciales. De momento hemos visto avances prometedores los últimos años en industrias 'nuevas' de tecnología de la información y fabricación high-end, que dependen más de la mejora tecnológica que la expansión del crédito. Pero llevará su tiempo para que sea conductor dominante del crecimiento económico.

Dong Chen es economista de Pictet WM

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