VALÈNCIA. La supervivencia en la política es muchas veces cuestión de lealtades. El apoyo o no a un determinado sector de un partido o a un líder se paga. Por ello, cualquier decisión tiene riesgos. Y al diputado de Ciudadanos en Les Corts Toni Woodward su apuesta por ser fiel a la dirección del grupo parlamentario en cada momento le ha ubicado en tierra de nadie. Solo, entre los críticos y partidarios del exsíndic naranja Alexis Marí y los que dan apoyo al tridente dirigente que encarnan los parlamentarios autonómicos Emilio Argüeso, Juan Córdoba y Emigdio Tormo.
Y es que si el grupo de los naranjas en Les Corts estaba fracturado desde hacía tiempo, los trece diputados de Ciudadanos vivieron un punto de inflexión el día en el que tan sólo cuatro parlamentarios -los afines a Marí y el propio exsíndic- acudieron al hemiciclo de la Cámara valenciana para apoyar el acto de protesta contra unos Presupuestos Generales del Estado que "marginan" a los valencianos. Fue entonces cuando la ruptura entre ambos sectores se convirtió en irreparable. Y cuando la balanza entre los díscolos y los fieles a la dirección nacional, hasta entonces equilibrada en un seis-siete, viró a un nueve-cuatro que evidenciaba, como suele pasar en estos casos, que ganaba el aparato.
Así, cuando Marí echó a andar aquel día y miró hacia atrás, encontró a menos personas de las que esperaba detrás de él. Tan solo quien fuera su jefe de gabinete David de Miguel y los también diputados Domingo Rojo y Alberto García le siguieron. La cohesión que hasta entonces habían mostrado el grupo de críticos en el que también se encontraba Toni Subiela y Toni Woodward no fue tal aquel martes. El ultimátum de Madrid escenificaba a un Marí en minoría.
Apenas 24 horas después de aquello, el grupo abordaba el relevo formal del ya exportavoz, un puesto que ocuparía a partir de entonces Mari Carmen Sánchez. Pero no solo eso. Subiela se convertiría en coordinador del grupo y a Woodward le propondrían ser el nuevo jefe de gabinete. Algo que, si bien él desmiente, confirman ambos bandos de la Ciudadanos en Les Corts.
Ahora bien, a Woodward no le salió bien posicionarse con el caballo ganador. Pocas semanas después el grupo al que pertenece apostó por la periodista Cristina Grau, quien en su día trabajó para Eduardo Zaplana, para una inminente incorporación al equipo como jefa de gabinete. Aquella promesa quedó dinamitada.
Un revés al diputado de Dénia que se producía por varias causas. No solo porque su cambio pudiera generar recelo en la dirección. Que regalara su presencia en la rueda de prensa que ofreció la eurodiputada y exsíndica de Ciudadanos Carolina Punset en Madrid -una aparición para confirmar que no concurriría a las primarias y en la que acusó a la dirección nacional de "entreguismo" al PP-, es algo que el sector oficialista recuerda y recordará. Una larga sombra que se proyecta a las espaldas del diputado y que le distancia del sector más afín a la cúpula estatal.
De hecho, en las últimas semanas se han producido acontecimientos que han hecho flaquear al palamentario. La publicación de un correo interno en el que él mismo trataba de justificar a la Mesa de Les Corts que su domicilio en Dénia se encontraba a más de 100 kilómetros de distancia para que se le abonase los pagos retrasados de 2015 y 2016, le han puesto en la picota.
La Mesa de Les Corts finalmente le dio la razón, -a él y a otra diputada socialista, Rosa Mustafá, que solicitaba lo mismo-. Pero la filtración del email en el que justifica con certificados y pantallazos de carreteras los kilómetros existentes para percibir 5.634,72 euros, ha derivado en que el parlamentario pida al presidente de la Cámara, Enric Morera, que inicie una investigación para saber quién hizo trascender dicha información. Pues aunque fuentes del grupo naranja señalan al diputado que tienen en la Mesa -Argüeso-, Woodward se muestra prudente. Eso sí, sin descartar una futura denuncia. La guerra sucia vuelve a escena.
Mientras, su suerte no mejora. El portavoz de Economía en Les Corts ya no es coordinador de la agrupación de Ciudadanos en Dénia. Y, aunque tal decisión la toman los afiliados, el bando de los críticos desliza su teoría: que el aparato del que forma parte el tridente dirigente no ha "hecho por que Woodward repitiera en el cargo" pese al cambio de facción del diputado naranja.
Ni con unos, ni con otros. Desterrado del bando de los críticos al que un día perteneció. Sin que nadie haya intentado un acercamiento para resolver el conflicto que desde el día de los PGE levantó un muro entre los cuatro diputados afines a Marí -incluido el propio exsíndico- y el de Dénia. Y es que, pesar de la minoría de estos, son independientes. Son suficientes para sacar adelante en Les Corts iniciativas del Consell que requieran tres quintos de los apoyos. El tripartito suma 54 escaños, la diputada en No Adscritos, Covadonga Peremarch, suma uno más y, si rompieran la disciplina de voto, con los cuatro diputados se alcanzarían los 59 votos, tres quintos de la Cámara, para desarrollar las políticas del Gobierno valenciano de izquierdas. En medio de todos ellos, Woodward busca su sitio en Les Corts.