30-10-18. La victoria de Bolsonaro en Brasil pone otra ficha más sobre el difícil tablero político internacional al socaire del auge de la ultraderecha en todo el mundo. El mismo The New York Times no ha dudado en destacar el paralelismo existente entre la figura del político brasileño y el propio Donald Trump. Al mismo tiempo en Europa el populismo ha llevado al poder a Orban en Hungría, Kaczynski en Polonia o Salvini en Italia.
En estos casos hablamos de un populismo de extrema derecha, pero los populismos no son ni de izquierdas ni de derechas, son transversales y pueden aparecer en cualquier espectro ideológico. Y aparecen en el espacio público democrático como una respuesta a la falta de soluciones reales y de amenazas. Cuantas menos respuestas ofrezca la política, más avanzará el populismo.
Probablemente los ciudadanos que están dispuestos a traerlos a la esfera pública no esperen de ellos las soluciones que necesitan, y es posible que, solo esperen que sean capaces de castigar a los responsables de sus temores vitales. De las amenazas que sufren y que incluso no sufren, pero ante las que se sienten solos y por consiguiente vulnerables.
Vemos como se intenta permanentemente redefinir los espacios ideológicos. Izquierda y derecha, arriba y abajo. También se habla de lo viejo y lo nuevo. Yo prefiero y, sin intentar redefinir nada, hablar de lo útil y de lo inútil. Creo que lo útil y lo inútil puede venir de la izquierda, de la derecha, de arriba, de abajo así como de lo nuevo y de lo viejo.
Hablar de utilidad de la política no significa renunciar a nada. La utilidad no está reñida ni con los valores ni con los principios. Cuando eso ocurre, la utilidad se convierte en inutilidad, que es la puerta perfecta para que aparezcan los temores de una sociedad que se ve amenazada y precarizada por un progreso que es imparable.
Es esta percepción existente en muchos ciudadanos respecto a las respuestas a sus problemas la que actúa como caldo de cultivo para los populismos. Éstos se amagan dentro de un mundo comunicativo marcado por el ruido, un ruido que dificulta la llegada de los mensajes complejos y que sólo es traspasado, en demasiadas ocasiones, por los más simples, dirigidos además a las vísceras.
Ante esto la globalización tiene que saber conjugar el binomio, utilidad e inclusión, frente al binomio progreso y precarización. Si no somos capaces de tejer una red de derechos y libertades que garantice que las personas puedan tener oportunidades en igualdad no conseguiremos disminuir la inseguridad vital de las personas y sus temores al progreso. Las políticas inclusivas son la llave que puede cerrar las puertas, desde la democracia, a los populismos.
Como decía Orwell nos enfrentamos “al hambre de poder alimentada por el engaño”. Un hambre de poder que además encuentra excelentes aliados en un mundo globalizado, donde el capital ya no tiene bandera ni territorio y por eso teme la extensión del Estado del bienestar que se ha desarrollado durante las últimas décadas en los países más avanzados. Control de la producción sin avances sociales.
Samin Naïr, escribía este lunes en El País: “ Es necesario elaborar propuestas sociales y políticas para reinsertar a las capas excluidas o precarizadas”.
Y es una cuestión urgente, porque mientras repensamos la necesidad de restablecer las respuestas necesarias para frenar las amenazas que sufrimos hoy, el mundo sigue en movimiento, por no ir más lejos, este mismo fin de semana, hemos visto como la ultraderecha lograba representación en el último parlamento regional donde aún no la tenía, en Hesse, Alemania; por no hablar del asesinato del periodista Khashoggi en el consulado Saudí de Estambul o, volviendo al principio de este artículo, con la mala noticia de la victoria el domingo en Brasil de Bolsonaro.
Así están las cosas. Tenemos que reaccionar y sin políticas útiles que ofrezcan respuestas y resultados reales a los ciudadanos los populismos y las amenazas que estos representan avanzarán democráticamente, por lo que creo que la utilidad de la política es una cuestión urgente.
Alfred Boix es portavoz adjunto del PSPV en Les Corts