Benimaclet está vivo: la prueba es que siguen existiendo valientes levantando persianas de nuevos restaurantes. Como La Vida es Bella
El local (propiedad de Sento) se acaba de mudar a la calle Mistral y, de paso, ha estrenado una terraza maravillosa: esto es puro Benimaclet. El barrio más virgen (entiéndanme) de Valencia, ajeno a la gentrificación y tanto tontería del hipster de Ruzafa.
La buena noticia para La Vida es Bella es que tras sus fogones anda Alejandro Rosell, un chaval con ideas, corazón y pelotas (con perdón) —y es que las tres cosas son necesarias en este sector tan, a veces, despiadado. Hablo con él acerca de la gastronomía que le interesa: “La cocina con la que me gusta trabajar está basada en el producto de mercado con tradición y mucho fondo (recordando a mi abuela): voy siempre buscando producto nuevos y sabores diferentes (japoneses y mexicanos, peruanos o árabes). Y claro: a muerte con el arroz”. Me gustó su actitud y me gustó especialmente el plato dedicado a la tonyina de Sorra. Que siga así..