Esta semana las guarderías (escuelas infantiles) han comenzado a recibir a los más pequeños y pequeñas con todo lo que ello implica: lloros, lloros y más lloros. ¡Bienvenidos al bonito mundo de las guarderías y sus lloros!
¿Y por qué los niños y niñas de” aquí” (países desarrollados) lloran tanto en su primer día de cole? ¿Por qué los niños con los que convivo de “allí” (países en desarrollo) no lloran y sonríen en su primer día de cole? ¿Es el sistema? ¿Son los padres? ¿Son las escuelas infantiles?
Las diferencias son tremendas y también los motivos por los que los niños y niñas van a las escuelas infantiles son diferentes. Todos persiguen lo mismo: la educación porque recordamos que sin educación no hay futuro pero todos vienen de contextos diferentes y viven realidades distanciadas.
En la África que yo vivo los niños y niñas van a la escuela encantados de la vida. Allí tienen la posibilidad de ser niños. Allí se alejan de sus obligaciones. Allí paran unas horas de trabajar. Allí en ocasiones les cuidan más que en sus propias casas. Allí, incluso, comen. Allí son felices. Allí ríen. Allí juegan… Juegan todo el tiempo, corren, bailan y cantan.
Allí ir a la escuela es un privilegio que no todos los niños y niñas tienen. Aquí ese privilegio se ha difuminado con el tiempo y se ha convertido en una obligación.
Me atrevo a decir que en África y países en desarrollo desde que un bebé es consciente o tiene uso de razón está rodeado de niños y niñas y de gente a su alrededor. Culturalmente las relaciones sociales son diferentes, más abiertas y más naturales. Además se vive en la calle, en contacto constante con el exterior… Son niños y niñas que no viven aislados. Y todo esto unido a unas realidades familiares y personales muy complicadas a veces, crea una disposición especial y diferente a la hora de ir a la escuela. Quizá ahí radica la diferencia.
En este sistema que me rodea hoy día, los niños y niñas crecen con poco contacto con el exterior y escasas relaciones sociales hasta que llegan a las escuelas. Los primeros meses o años de vida normalmente se rodean de adultos, en espacios generalmente cerrados y con poca interacción fuera de la familia. Y esto también condiciona la hora de salir de esa “burbuja” y enfrentarse al mundo real y exterior lejos de las familias.
Lo que pueden ser afirmaciones generales y categóricas, con las que muchos no se sentirán representados, son afirmaciones que podrían englobar y resumir una fotografía global y llena de generalizaciones con todas sus excepciones y sus comillas.
El caso es que llega ese primer día de guardería o de escuela infantil. El primer contacto de los niños y niñas con las escuelas y uno de los retos es conseguir que los más pequeños no lloren. Las escuelas incluso dan pautas de comportamiento a los padres, que también lloran, para que ese momento sea menos trágico. Lloran unos, lloran otros por motivos diferentes. Lloran todos
Lloros de los niños y niñas que salen de casa y lloros de sus madres y padres que temen por el bienestar de sus bebes y por el gasto que supone para la economía familiar. Aquí lloran todos cuando se trata de buscar escuelas infantiles que nos encajen.
Buscar escuelas infantiles, elegir entre lo que queremos y lo que podemos y estar contentos con el resultado no es tarea fácil.
Guarderías hay de todo tipo y para pocos bolsillos. Lamentable es aún un atraso tremendo el panorama en que nos movemos. Un panorama desalentador en todos los sentidos. Un panorama que está a años luz de muchos países en Europa con un sistema social desarrollado y con políticas y facilidades que fomentan la natalidad y la educación de los menores.
Vivimos en un sistema donde nos exige volver al trabajo cuanto antes, una vez hemos sido papas y mamás, pero que al mismo tiempo no te ofrece facilidades para el cuidado de los menores. Las opciones disponibles, si no contamos con la figura de los abuelos y abuelas, son contratar una persona que nos ayude o llevar a los bebés a las escuelas infantiles
El problema radica en que en ciudades como Valencia, por poner un ejemplo, las escuelas infantiles escasean y no son una opción fácil.
Las guarderías privadas son la opción más generalizada pero supone un gasto a la economía familiar que en ocasiones no se puede afrontar porque llevar a tu hijo o hija a la guardería no es barato. Y si a esto le añadimos buscar una escuela infantil diferente y alejada del concepto que nos ofrecen las “guarderías de ciudad” o “guarderías de asfalto”, la cosa se complica.
La semana que viene… ¡más!