VALÈNCIA. La música en directo se encuentra, otra vez, en una extraña frontera. Un punto intermedio en el que, con la aplicación de las últimas restricciones de la Generalitat Valenciana, acordadas con el Ministerio, imposibilita, de facto, una programación habitual de conciertos. Por un lado, el movimiento #LaCulturaEsSegura, en el que se reivindica que ningún concierto, sala de cine o teatro haya protagonizado ningún rebrote de esta segunda oleada, y en el se reivindica el esfuerzo económico y personal del equipo técnico y gestor de los espacios culturales para poder sacar pecho, hoy, de este hecho. Por el otro lado, un problema conceptual de licencias de actividad: una sala de concierto y un pub son lo mismo a ojos de la administración. Así que, nunca mejor dicho, pagan justos por pecadores.
La norma que entró en vigor el pasado martes obliga a los locales de restauración a cerrar a la una de la mañana (al igual que las bodas u otros eventos), pero decreta el cierre directo de los pubs y bares de copa a cualquier hora del día. No puede haber música en directo a las 2 de la mañana pero tampoco de la tarde. Otra vez, esto ocurre porque, para conseguir una licencia que se adapte a su realidad empresarial, las salas de conciertos muchas veces se registran formalmente como discotecas o pubs. Es el caso de la ciudad de València, donde la sala 16 Toneladas ha tenido que cancelar un concierto programado para este fin de semana, después de funcionar durante más de un mes con la 'nueva normalidad'.
Este nuevo escenario no ha tenido mayor porque el resto de programación musical está de vacaciones. Las medidas, según dijo la Consellera de Sanidad, Ana Barceló, se revisaría a los 21 días, aunque desde el Ministerio no se han puesto plazos. En el caso de seguir queriendo evitar posibles aglomeraciones en discotecas, la situación se llevaría por delante a las salas de concierto privadas, incluyendo la programación que diseñó la Conselleria de Cultura bajo el paraguas del Plan Reactivem para alquilar los espacios y poder reubicar sus espectacúlos pospuestos por el confinamiento.
Por su parte, ayer la Federación de la Música en España (Es_música) anunció que ya está preparando una guía propia para dar seguridad jurídica a la reactivación de la programación en todo el estado. Por ejemplo, se recomienda que entre la boca del escenario y el artista haya una distancia mínima de dos metros, para colocar el vallado antiavalancha. Y a partir de ese vallado y hasta la primera fila, otros dos metros de distancia mínima. prestar atención al "impacto" que pueden tener estos eventos con amplio aforo en relación a los edificios de su entorno (colas, ruido, etc.), analizar en los conciertos la velocidad, intensidad y dirección del aire, medición de temperatura corporal, reajustes de aforos o densidades grupales de ocupación, medidas para la fase de celebración del evento, post evento, posibles cancelaciones (devolución de entradas, contratos y fuerza mayor), seguros o la celebración de live streaming.
Además, el documento se diseña en base a que el horario máximo del evento sea hasta la 1.00 horas, incluyendo en dicho horario máximo cualquier otra actividad que se desarrolle como apoyo o complemento a los citados eventos (por ejemplo, el servicio de hostelería después del concierto). Estas actividades complementarias o de apoyo se efectuarían en mesas, garantizándose una distancia mínima entre mesas o agrupaciones de mesas de 1,5 metros, con un máximo de diez personas por mesa o agrupación de mesas. La ocupación máxima sería de diez personas por mesa o agrupación de mesa.
En todo caso, la aplicación de estas medidas supone un gasto extra para las salas privadas, que ya anunciaban con las condiciones impuestas en la desescalada que se iba a abrir con una economía casi de guerra, en la que los bandas, equipo técnico y responsables del local cobrarían mucho menos o directamente perderían dinero. Todo apunta a que la excepcionalidad durará toda la próxima temporada, y distintas voces de la industria musical avisa: las subvenciones no son la única medida que deberá adoptar los diferentes gobiernos para salvar el sector. El hecho de que los ayuntamientos diferencien la idiosincrasia de una discoteca y la de una sala de música en directo podría ser una de ellas.
Con todo esto, la programación musical de València se sostiene ahora mismo por tres ciclos que residen en La Marina de València: Republic Alive en el Auditorio Marina Sur, Nits al Carme, frente al Veles e Vents, y la Pérgola de la Marina. El viernes, cuando Barceló anunció una reducción del aforo al 60% en espectáculos al aire libre, las promotoras no sabían muy bien de qué manera afectaría eso a la celebración de sus conciertos: ¿ampliando el espacio para que el 60% del aforo permitido en condiciones normales fuera el mismo? ¿se aplicaba ese 60% directamente a las 800 personas permitidas?
En el caso de Nits al Carme, han escalonado de manera más clara la entrada y la salida en turnos de 15 minutos según la zona en la que se siente cada asistente. Además, han tenido que reducir ligeramente el aforo, incluso sobre lo ya vendido (aunque esto ha afectado a unas pocas decenas de personas). Por su parte, la Pérgola de la Marina se diseñó solo para 400 personas, por lo que las medidas de control de aforo no se aplicarían en su caso. Este diario no ha podido recoger qué posibles cambios se están tomando desde la organización del ciclo Republic Alive.
En todo caso, todas estas limitaciones para los eventos al aire libre de más de 400 personas tiene un salvoconducto: una evaluación del riesgo por parte de la autoridad sanitaria, que podría cancelar su celebración en el momento en que creyera que se puedan dar condiciones para una algomeración indebdia. El despacho jurídico especializado en música Sympathy for the Lawyer, publicó ayer una guía de las variables que la autoridad competente tendría en cuenta, como la venta (o no) de bebidas, la duración del evento o la cantidad de personas que participarían viniendo de otras áreas con mayor o menor incidencia del virus.