VALÈNCIA. Las salas de conciertos han sido uno de los sectores más afectados por la pandemia. Al meterlas en el saco de ‘ocio nocturno’, durante todos estos meses no han podido acceder a las ayudas destinadas a Cultura. Una situación que ha llevado a que, desde el mismo sector, se reivindique una licencia que identifique su actividad principal, muy alejada de la de discotecas al uso y bares de copas.
La situación es extrema. La mayoría no puede hacer frente a los gastos. Desde marzo, tan solo han podido abrir escasos dos meses y con aforo reducido. Reclaman que, si la situación impide que puedan abrir en horario diurno, al menos se les destinen partidas de ayudas directas. Hasta ahora solo han podido acceder a dos líneas de subvenciones: las ordinarias, que nacieron antes de la pandemia y, por lo tanto, no prevén la magnitud del desastre; y las de la iniciativa Oh! La Cultura, del Institut Valencià de Cultura, que iban enfocadas a ayudar a las bandas pagando sus cachés artísticos y alquilando los espacios de las salas de conciertos.
Esta insuficiencia ha llevado a que salas como La 3 hayan tenido que echar el cierre definitivo. En cambio, ante tanta sombra subsiste algún rayo de luz que viene, de hecho, del reconocimiento a la labor del sector por parte de su público. Salas como La Residencia u Oven han lanzado en las últimas semanas campañas de micromecenazgo para poder salir del atolladero; y otras como 16 Toneladas se han puesto a vender productos como camisetas, discos o serigrafías con el fin de poder hacer frente a los gastos. Al fin y al cabo, son salas que han sabido ganarse un hueco en el imaginario musical de València y el público es consciente de ello. Hasta ahora, estas campañas han funcionado muy bien.
El mítico centro social autogestionado La Residencia, de música underground, fue el que abrió la veda. El pasado 25 de noviembre lanzaron su campaña a través de GoFundMe, y en cosa de unas semanas recaudaron más de 10.000 euros. De hecho, en tan solo 24 horas ya superaron el objetivo establecido.
A La Residencia le siguió la sala de música electrónica Oven el pasado 20 de enero. También en solo un día superaron la barrera de los 3.000 euros, y hasta ahora se han hecho más de 140 donaciones y la campaña se ha compartido más de 500 veces.
Los últimos en lanzar su propia iniciativa han sido los de 16 Toneladas, que aunque no haya sido a través del micromecenazgo, han dado vida a la campaña 16 Forever. Se trata de una iniciativa gestada por el dueño de la sala Pepe de Rueda. Han confeccionado camisetas, un póster serigrafiado y un vinilo edición limitada que recopila trece temas de bandas valencianas grabados en conciertos de la propia sala. Pepe de Rueda explica a Culturplaza que su iniciativa “está funcionando”. Apunta que para el disco empezó a llamar a grupos y todos estuvieron encantados de que la sala utilizara sus directos para la iniciativa. “Hemos montado un equipo improvisado con un compañerismo muy bestia. La gente se está volcando”. Por su parte, el diseño de la lámina serigrafiada fue una donación del diseñador Mik Baro.
Incluso han recibido apoyo del extranjero. “Me piden cosas desde Holanda, Alemania, Inglaterra… Esto nos está subiendo mucho la moral, nos hace sentirnos queridos”. También existe apoyo entre los distintos locales.
El director de Oven, David Pinup, también ha visto a su público totalmente dispuesto a salvar la sala. “El público está ahí para todo. Han vivido muy buenos momentos aquí, han podido ver a artista internacionales muy potentes. Siempre sueles ver a la gente de siempre, como una pequeña familia. Esto nos desahoga un mes de alquiler”. Incluso hemos salido en una página internacional de música electrónica, Trommel”. Lo mismo ha ocurrido con 16 Toneladas. La revista Ruta 66 ha puesto un banner en su web de la campaña 16 Forever, y lo ha hecho de manera totalmente gratuita.
‘Sobreviviendo’ mes a mes
Soportar todos estos meses sin ingresos está siendo extremadamente difícil para las salas de conciertos. El dueño de 16 Toneladas cuenta que, cuando pudieron abrir en verano pensaban “que la cosa no volvería a empeorar”. Su aforo era de 89 personas, y por norma general ningún cliente se saltaba las restricciones. A principios de agosto, según cuenta, volvieron a cerrar la sala hasta poco antes de Navidad, cuando volvieron a abrir por poco tiempo: “Creo que la reapertura de antes de Navidad no fue buena idea. En aquel momento ya estábamos con la ola del puente de diciembre, los contagios estaban subiendo”.
Pepe de Rueda lamenta que “parezca que la culpa es nuestra”, cuando ellos “han respetado todas las medidas que el gobierno ha ido imponiendo”. Afirma que su sala no es menos segura que cualquier teatro o cine. Además, pese a poder abrir el tiempo que lo hicieron, “abrían perdiendo dinero”. Por lo pronto, para abrir 16 Toneladas tienen que hacer frente a los gastos de un camarero en barra y otro que vaya a las mesas, dos técnicos y un taquillero. Por no hablar del alquiler del local, los gastos de agua, de luz, los impuestos… “Somos mucho más seguros que un autobús o un centro comercial. No entiendo que se haya decidido que la culpa sigue siendo nuestra. No comprendo el criterio. No digo que no haya que cerrarlo todo, pero dar por hecho que la culpa la tenemos nosotros no puede ser”.
El director de Oven tampoco se anda con rodeos: “Esta situación es una ruina. Pensábamos que sería pasajero, pero ahora no sabemos ni siquiera si podremos abrir el próximo verano”. Oven también se ha ido reinventando sobre la marcha. Además de la campaña para recaudar fondos, en su web hay disponible merchandising de la marca que supone “algo de goteo para ir tirando”. “Hemos tenido inspecciones sin que nos avisaran y las hemos pasado todas. Estábamos haciéndolo bien. El nivel de contagios ha ido a peor, pero parece que no es culpa nuestra, como se pensaba antes”.
Ayudas
Pepe de Rueda apunta que 16 Toneladas sí ha recibido alguna que otra subvención. “El IVC nos incluyó por primera vez en unas subvenciones que antes solo estaban destinadas a teatros”. Desde la Asociación Valenciana de Salas Privadas de Música en Directo En Viu! se han esforzado para que así sea. “Llevaban tiempo hablando con el IVC porque veíamos que los teatros privados reciben dinero cada año y las salas de conciertos no”. De esta manera, “por primera vez” han entrado en estas ayudas, las cuales suponen para De Rueda el alquiler de tres meses. No obstante, explica que “lleva tanto tiempo gastando sin recuperar que la única solución es que puedan abrir pronto”.
En este sentido, para Oven ha sido más difícil todavía. David Pinup cuenta que “no han recibido ninguna ayuda más allá de los ERTE. La Seguridad Social la seguimos pagando. Durante tres meses se nos descontó algo, pero ya no. No ha habido ayudas ni para Oven, ni para Spook”.