VALÈNCIA. Cuenta la mitología griega que Morfeo, el dios del sueño, era el encargado de dormir a los seres humanos para librarles, al menos por un rato, de las maquinaciones de los dioses. Este demiurgo, generalmente representado con pequeñas alas -y sin legañas, como los mortales- se dedicaba a vestirse de humano en sus paseos oníricos para desvelarle a sus iguales los grandes secretos del mundo. Al enterarse Zeus de tal atrevimiento decidió asesinarle, aunque su muerte nunca fue en vano, ya que sus poderes siguen presentes a día de hoy.
Cuando los humanos se tienden a sus brazos, Morfeo vuelve volando a los sueños, y les revela, a quienes se dejan, grandes verdades que jamás habrían podido imaginar antes. A veces, son terroríficas que se convierten en pesadillas, y otras son aburridas, como cuando se sueña que se trabaja o con una entrega. En los sueños lúcidos hay verdades imposibles, como que podemos volar o que los animales hablan, pero estos gestos dejan ver un deseo de libertad por parte de quienes lo piensan.
Al igual que cualquiera de los mortales, la artista valenciana Laura Pérez, también tiene muchos sueños. En algunos de ellos está dibujando, en otros se encuentra a sí misma y algunos de ellos le inspiran y dan el salto a su libreta de ideas, que siempre tiene a mano. Solo ahí, entre las letras, sobreviven al olvido.
A partir del próximo 5 de septiembre, Pérez se convierte en Morfeo y desvela sus verdades a los humanos en Nocturnos, una novela gráfica en la que se adentra en el mundo de la noche para desvelar parte de lo que sucede cuando se pone el sol. Un territorio invisible que ahora se cuenta entre viñetas -de la mano de Astiberri- en las que la autora habla de quienes somos cuando cerramos los ojos.
Tras un telón de oscuridad, Pérez comienza a analizar “las sensaciones que se reflejan en la noche” y se cede a esta para contar la vida que la habita: “El libro se convierte en un escenario y un lugar donde las cosas cambian para nosotros. La noche nos afecta de muchas maneras y afecta también a nuestros ciclos y nuestro entorno”.
“Me centro en la nocturnidad para hablar de ella de forma directa y hacerla protagonista”, señala la artista. Este trabajo es el que cierra el círculo de Ocultos (2019), Tótem (2021) y Espanto (2022) en los que también hay cierta aura de “ocultismo y misterio” y en los que la noche también toma un papel importante, pero más secundario. “Con este trabajo doy la bienvenida a una nueva etapa de mi carrera, cierro el ciclo y me abro a seguir hablando del misterio de forma diferente, en otro tono”, apunta la autora.