El grupo Lectura Mutante impulsa a trazar los puntos de conexión entre las exposiciones del IVAM y otros especímenes culturales de distinta naturaleza
VALÈNCIA. La vida contemporánea está repleta de incesantes peligros acechando a la vuelta de la esquina. Uno de ellos, quizás no el más terrorífico, pero sí de los más presentes, es la tendencia a considerar la producción cultural como un almacén de compartimentos estancos. Así, nos acostumbramos a experiencias fragmentadas con la literatura, el audiovisual o la pintura, almacenando cada contenido en cajoncitos normativos con su correspondiente etiqueta y evaluación. Y claro, si una se entrega en exceso a eso de compartimentar la pulsión cultural, corre el riesgo de que su imaginación se vaya atrofiando poquito a poquito y acabe cubierta de líquenes entre archivadores de oficina. Para tratar de prevenir ese proceso ha nacido Lectura Mutante, un proyecto vinculado a las exposiciones del IVAM (Institut Valencià d'Art Modern) que busca generar conversaciones porosas e intercambios de perspectivas entre el arte y la palabra escrita (y leída). Una apuesta por la hibridación cultural en la que leer un volumen de relatos y contemplar una escultura forman parte del mismo orbe creativo.
Al timón del proyecto se encuentra el dúo Letra Salvaje, formado por David Marote y Víctor Navarrete. Como señala Marote, los humanos de estos lares “tenemos mucha práctica de leer en solitario o de establecer la lectura como una actividad individual, doméstica, pero la aparición de nuevos medios en los que leer ha desbordado esto. Al final todos somos lectores transmedia: utilizamos el libro, pero también leemos en dispositivos móviles, tabletas… Hay gente que lee el periódico en el móvil y libros en casa, o gente que lee libros en la tableta y el periódico sólo los domingos. Así que pretendíamos aprovechar ese hecho mutante, esa mutación que se ha producido en la figura del lector”. En la misma senda, su compañero recuerda que el imaginario hegemónico de la lectura “nos habla de una persona que lee sola, cuando llega a casa y que suele leer una novela que ha comprado. Pero, en realidad, nos pasamos todo el día leyendo: notificaciones, etiquetas, mails, multas, instrucciones… Y leemos en otros muchos lugares más allá del espacio doméstico, como el transporte público. Lo que pretendemos es ir activando y desactivando estos conceptos para poner en marcha otras prácticas de lectura y ver cómo la experiencia lectora va cambiando, se va abriendo”.
Tres son las patas de este proyecto. Por una parte, la programación del museo, que marca el punto de partida de la charla, esa primera hoja de ruta a partir de la cual va brotando la tertulia. Uno de los integrantes de Lectura Mutante es José Ríos, quien decidió sumarse a esta andadura para sentir en sus carnes eso de “juntar el gusto artístico con el gusto lector y literario. Muchas veces son caminos paralelos, pero que no convergen: aunque leas mucho, no hay tiempo de ir a los museos, o viceversa. Aquí hay una intersección de los dos mundos”.
Para Navarrete, vehicular las charlas mutantes al proyecto expositivo del IVAM lejos de ejercer de freno o limitación creativa funciona como “combustible para tratar cuestiones que en apariencia pueden parecer muy diferentes, pero que se entrelazan en las experiencias de cada participante. Se vehicula con un concepto de lectura que tiene que ver con las vivencias de cada persona. Ayuda mucho hacerlo a partir de las resonancias de las exposiciones: cuando visitas una muestra, enseguida relacionas lo que ves con películas, libros o situaciones que has vivido… Y queremos precisamente traer todo eso a la conversación en el grupo y, a partir de ahí, que se genere una lectura colectiva con las perspectivas de todos”.
El segundo elemento clave es la biblioteca del IVAM, cuyos fondos nutren el magma de lecturas que propone Letra Salvaje en cada sesión. De hecho, un peldaño esencial en el desempeño mutante es explorar los archivos bibliográficos de este centro. Como explica Marote, estos fondos les permiten “sugerir títulos que desborden el tema de las exposiciones”. “Me quedé bastante sorprendido de la gran biblioteca que tienen. Siempre que vas a museos ves las muestras, pero nunca te planteas el ir a la biblioteca, se piensa que es para estudiosos de la materia. Tienen una colección completísima y, al participar en este grupo, lo que apetece es poder emplear mucho tiempo luego en ir a investigar sus estanterías”, apunta Ríos sobre este espacio. Y es que, mientras que los proyectos expositivos acaparan fotos, focos y titulares, estos rincones repletos de volúmenes catalogados son grandes desconocidos para la mayor parte de la ciudadanía.
Y por último, pero no por ello menos importante, se encuentran las referencias propias que puede aportar cada participante desde su biblioteca personal. “La biblioteca del IVAM y la personal de cada participante conversan aquí como patrimonios culturales, nuestro objetivo es que se trata de una charla de tú a tú, sin creer que los fondos institucionales estén en un nivel superior”, subraya Navarrete.
En los días previos a cada sesión, Marote y Navarrete configuran una caja con un conjunto de lecturas relacionadas con la exposición que vehicula el encuentro. En su interior, a modo de itinerarios lectores, se intercalan piezas directamente vinculadas con la muestra y otras que abren nuevos caminos de debate, desvíos discursivos, asuntos que les han inspirado las obras exhibidas, etc. Los integrantes del grupo pueden consultar estos ejemplares en la biblioteca del IVAM con suficiente antelación para acudir a la tertulia con la cabeza amueblada de ideas y añadir otros títulos que les resulten interesantes para generar diálogo. “La idea es no centrarnos en interpretar lo que evoca un texto concreto, sino que los participantes vayan aportando, a partir de la visita de las exposiciones, las lecturas personales y los fondos de la biblioteca”, sostiene Navarrete. Así lo cuenta Marote: “Se abre la caja, se desparraman los libros encima de la mesa y entonces comienza la circulación. La gente se va pasando las obras de mano en mano y, a partir de las reacciones que generan, se va haciendo la dinámica”.
Y como una vez que destapas el tarro de la charla transversal sus torrentes desbordan el tiempo disponible, el proyecto cuenta también con un canal de Telegram que funciona a modo de repositorio. Allí se van guardando los títulos que estructuran cada tertulia y se añaden otras nuevas que vayan surgiendo. Porque una sabe cuándo empieza a conectar ideas, pero no cuándo o hacia dónde le van a llevar esas conexiones. “Me apunté a este grupo por la metodología novedosa que proponía, me parecería una buena forma de intercambiar pensamientos y saberes. Y ahí, la propia lectura que tú has hecho del material puede cambiar. Gracias a las aportaciones que hicieron el resto de participantes en la sesión y en los días posteriores a través del canal de Telegram he podido aproximarme a creaciones que no conocía y a las que quizás de otra manera no hubiese prestado atención”, indica Joaquín Artime, otro lector mutante.
La primera sesión giró en torno a la propuesta “Un ejercicio de violencia”, de Guillermo Ros. Y por el magma referencial que surgió durante el encuentro transitaron obras sobre el trabajo en la mina, pero también novelas gráficas como Maus, de Art Spiegelman, el cine de Haneke o textos del filósofo Lyotard. “El tema de la violencia es extremadamente transversal y, además, tal como lo trata Guillermo Ros nos permite reflexionar sobre una violencia que es casi ambiental, casi estructural, tiene que ver con el modo en que nos violenta el trabajo, el modo en que los violentan las prácticas cotidianas. Y sobre esto puede hablar y aportar cualquier persona”, reflexiona Marote.
La próxima reunión, que tendrá lugar el 2 de febrero, tomará como partida la muestra “Ensayos sobre lo cutre”, de Miguel Benlloch. Entre los asuntos que abordarán, Navarrete destaca (sin hacer spoiler del contenido de la caja) cuestiones como “el reajuste con el otro a partir de la compañía, la desidentificación, la revolución trans, la no diferenciación entre aspectos artísticos y de la vida, la normativización en el arte”
Frente a las inercias del compartimento, hibridación y resistencia mutante.