Libros y cómic

'Aquí abajo', la novela que narra la Ruta desde la perspectiva de los "fiesteros de pueblo"

Tras la publicación de Les Closques (L'Altra, 2021), la joven escritora y periodista catalana Laia Viñas regresa al panorama literario con una historia protagonizada por un grupo de amigos del Delta del Ebro que peregrina los fines de semana a la Ruta Destroy valenciana

  • Laia Viñas, en una imagen promocional.

VALÈNCIA. Laia Viñas (Xerta, 1997) nació cuando la Ruta Destroy daba sus últimos coletazos, pero ha aprendido mucho sobre este fenómeno social y contracultural a través de sus padres, habituales de las discotecas valencianas en los años noventa. Ellos son precisamente los que aparecen en la foto de portada de Aquí Abaix, novela publicada el año pasado en la editorial catalana L’Altra y editada ahora en castellano por la editorial Colectivo Bruxista (en este caso, con una ilustración en portada de la artista plástica valenciana Azucena González). En la imagen los vemos posar ante la cámara en un parking a pleno día, y es obvio que no vienen de hacer footing. Son jóvenes, guapos, y probablemente ingenuos. Quizás en ese momento también piensan, como la protagonista de esta historia, que “de la Ruta saldrá una sociedad genial del futuro en el que mujeres y hombres bailaremos, trabajaremos y viviremos en igualdad”. No es exactamente lo que vemos en el siglo XXI, pero ésa es la cosa: una juventud sin soñar y equivocarse es una juventud perdida.

 

Viñas debutó en la literatura con Les Closques (L'Altra, 2021), una novela reconocida con un premio Documenta en la que viajaba al pasado tormentoso de la posguerra en las tierras del Delta del Ebro, donde ella nació y reside todavía. En Aquí Abajo (Colectivo Bruxista, 2025), la joven escritora y periodista catalana regresa al mismo lugar, pero el relato es muy distinto. Nos deja ver a través de un agujerito la vida de un grupo de chicos y chicas de un pueblo de payeses catalán que peregrina en coche los fines de semana a las discotecas de la Ruta Destroy. La acción transcurre en los años noventa, en ese momento de plena decadencia en el que Valencia ya estaba en la diana de todos los telediarios y programas sensacionalistas del país. El periodo en el que se fletaban autobuses y el “parkineo” seguía en auge, a pesar de que los controles policiales eran omnipresentes en las carreteras valencianas. 

 

También los protagonistas atraviesan su propia crisis de identidad, su propia decadencia. Se encuentran en esa frontera en la que ya no son adolescentes, pero tampoco adultos. Han empezado a asumir responsabilidades laborales -en trabajos que no les gustan-, y atisban un horizonte de vidas anodinas y convencionales que les repugna y les aterra al mismo tiempo. Casarse, pagar una hipoteca, tener hijos y levantarse todos los días para hacer lo mismo. La “fiesta” les proporciona una ventana de evasión transitoria ante este desasosiego.
 

Escrito de forma sencilla, pero con un estilo fluido donde se aprecia la madurez literaria de Viñas, Aquí Abajo nos ofrece un ángulo muy interesante. Es la Ruta vista desde la perspectiva de los fiesteros de ambiente rural, con el aliciente de que los protagonistas proceden de un pequeño pueblo de mil habitantes que no es muy diferente de aquellos en los que se ubican las discotecas valencianas de la CV-500. En los parkings se producen encuentros casuales entre iguales, dando lugar a situaciones cómicas relacionadas con las diferencias dialectales de su catalán del Ebro y el valenciano de la Ribera Baja. Sus vidas no son muy distintas: cuando acabe el maratón de fiesta, volverán a sus casas cruzándose con vecinos de camino a misa que les conocen por el nombre y los apellidos y les juzgarán en consecuencia. Unos y otros se encontrarán con la misma situación amarga, cuando tengan que incorporarse el lunes al trabajo en la construcción o en el campo con una resaca de campeonato. 

 

En Aquí Abajo no encontramos descripciones pormenorizadas de discotecas, disc jockeys o carreteras. La autora hace bien al no encerrar nuestra imaginación en escenarios reales, porque la verdadera intención de la novela es ofrecer un retrato impresionista de la amistad, que se captura a través de los detalles sensoriales y las emociones fugaces de la joven que conduce la narración en primera persona. A través del monólogo interior acelerado -sobre todo en los pasajes en los que la protagonista ha consumido sustancias-, que prescinde de comas y diálogos separados por guiones y saltos de línea, Laia Viñas consigue meternos en la mente díscola de esta chica inteligente, divertida e independiente, aunque también narcisista y muy autoconsciente de su imagen y atractivo juvenil. La imperfección hace que sea un personaje creíble y entrañable.

 

Otras ficciones

 

Tras el exhaustivo análisis de la Ruta Destroy desde el periodismo y el ensayo -aquí destaca antes todo el trabajo de Joan M. Oleaque, Luis Costa y Eugenio Viñas-, esta viñeta de la historia de España se ha convertido en un jugoso campo para la ficción. Por ejemplo, en el formato cinematográfico destaca sobre todo la serie televisiva dirigida por Borja Soler, a la que se suma el largometraje de Óscar Montón Quan no acaba la nit.

 

No es la primera vez que la Ruta pone el telón de fondo a una ficción narrativa. El periodista Carlos Aimeur ya lo hizo en 2015 con Destroy: El corazón del hombre es un abismo (Drassana), una novela con un punto de thriller en el que seguimos las andanzas de unos jóvenes trapicheros que se mueven en el entorno de la “fiesta”. Un año después se publicó No iba a salir y me lié (Roca Editorial), escrito por Emma Zafón junto con el propio Chimo Bayo. Es curioso que en todos estos casos se haya escogido la decadencia de los 90, y no el inicio del fenómeno, que es el de mayor interés cultural y rupturista, para enmarcar las historias. 

 

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