Libros y cómic

Chumbo, un 'Novecento' brasileño

Matthias Lehmann irrumpe con una enorme novela gráfica que narra la historia de las dictaduras brasileñas en el siglo XX y su huella emocional

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALÈNCIA. De adolescente, veía la película Novecento una y otra vez. Por supuesto, tenía una trama política relatada con pocos grises que era excitante a esa edad y en aquella época, pero en realidad había mucho más. Era un retrato nostálgico de una infancia maravillosa, en mitad de la naturaleza. Y poder seguir la vida de esos chavales hasta el final era toda una experiencia, por la curiosidad que despertaba ver cómo acababan y por comprobar cómo eran atropellados por la Historia.

En otro formato, en novela gráfica, de 370 páginas nada menos, Chumbo, de Matthias Lehmann, me ha recordado la experiencia Novecento. Todo sucede en Brasil, donde no hubo II Guerra Mundial, pero eso nos acerca el cómic más que alejarlo, porque en España tampoco hubo II Guerra Mundial y los movimientos fascistas de los años 30 pudieron también adaptarse a la posguerra y lograr sus objetivos: impedir la vida digna en beneficio de unos pocos.

En Chumbo, como en la obra de Bertolucci, también tenemos a dos críos, dos hermanos, hijos de un empresario minero de Belo Horizonte y, como es normal, se relacionan con los hijos de los trabajadores de su padre. En la misma semana en la que Feijóo ha anunciado en Catalunya que quiere eliminar los comités en empresas de 50 trabajadores, es irónico y gracioso leer en estas páginas cómo el patrón y los camisas verdes daban palizas mortales a los representantes sindicales de las minas.

En ese contexto, hay un hermano que espantado desde niño por lo que ve, se convierte en un izquierdista, periodista y escritor, que llega a entablar relaciones con las guerrillas que luchaban contra la dictadura. El menor, sin embargo, sigue la línea de afinidad con la derecha autoritaria. Pero no solo asistimos a esas dos trayectorias vitales, también a su despertar sexual, miserias e inseguridades.

Porque, al contrario de lo que pueda parecer, Chumbo no es un relato épico y lineal, aunque abarque una historia generacional completa, es una narración fragmentada, densa y llena de simbolismos. No es una novela gráfica para leer de un tirón, sino para recuperar una y otra vez y apreciar cada vez nuevos detalles. Tiene muchas vidas.

No es muy distinto a lo que vimos en La Favorita, también editada por La Cúpula en 2016, donde contaba la historia del extravagante rapto de un niño pequeño por dos ancianos y el relato alternaba el hecho real con la imaginación del protagonista, que se intrincaba con los libros que leía, obras clásicas de la literatura.

El dibujo de Lehmann, que exhibe un excelente dominio del scratchboard, está muy cerca de los clásicos del underground americano y toda esa escuela. Las escenas de sexo son poderosas sin llegar a lo explícito y el realismo sucio sobrevuela toda la obra, con pasajes oníricos y atención a los pequeños detalles.

En entrevistas, él mismo ha comentado que Maus de Art Spiegelman fue una obra capital para él a la hora de entender las viñetas. Sin duda, es la que le guiñó un ojo a la cultura elitista y le demostró que en este formato se podían abordar igualmente y con la misma o más fuerza los episodios históricos más graves y dramáticos. Pero luego Lehmann también cita como influencias a Crumb, Julie Doucet o Daniel Clowes. En un principio no he sentido a tamaño trío en estas páginas, pero luego, en una segunda lectura, sí que me he dado cuenta de que están muy presentes. La relación entre hombres y mujeres es muy de Crumb, hay escenas rompedoras e inimaginables a lo Clowes y no falta la espontaneidad narrativa de Julie en determinados pasajes.

Este proyecto está estrechamente relacionado con la familia del autor. No es una autobiografía, pero sus antepasados inspiran lo que le ocurre a los Wallace de Chumbo. Comenzó a dibujarlo en 2019, pero llevaba más de diez años rondándole la cabeza. Fue la llegada de Bolsonaro al poder lo que le impulsó a abordar la historia de la manera en la que lo hizo, retratando el pasado fascista, autoritario y dictatorial de Brasil, un país que no se libró de estos yugos hasta los 80.

Él mismo es de origen brasileño, aunque sea francés. Por eso, no se trata del típico caso de paracaidista que vende de manera sensacionalista la trágica historia de otro país. Es alguien que conoce en profundidad su cultura, su sociedad y detalles sumamente importantes como su gastronomía.

Su madre brasileña no dejó nunca que se desvinculara de la cultura de su país, se lo llevó siempre de vacaciones cuando era niño y, de alguna manera, él ahora ha querido reconstruir un Brasil que forma parte de su memoria afectiva. La obra por eso puede resultar árida al lector occidental que espera clichés turísticos o miserabilistas para sentirse bien, mejor persona, leyendo sobre pobreza y violencia, pero Lehmann profundiza en el Brasil auténtico, no en una fábula que la gente querría leer en Europa. La única concesión son las marcadas diferencias entre un hijo que quiere huir del determinismo de clase –rico metido a rojo- y otro que acepta todos los patrones de ambición e inmoralidad que han hecho rica a la familia.

Aún así, tomándose tan en serio su obra como solo suelen hacer por esas latitudes francobelgas, Lehmann se hizo con enormes carpetas de documentación visual e histórica y ha dibujado todo en técnica tradicional, a mano, hasta las páginas de prensa que se reproducen, un recurso muy importante en un trabajo que recorre la historia brasileña desde los años 30 del siglo pasado hasta 2000.

Tanto es así que al final nos encontramos con Sepultura interactuando en la vida de uno de los personajes, un giro inesperado, pero lógico si la historia atraviesa los 90 de Belo Horizonte como lo que fueron. De esta manera, tenemos un cómic realmente atípico en nuestras manos, que muestra un fresco histórico, pero permanece más atento a la profundidad de los personajes. Un extraño ejemplo de imaginación que se da la mano con la Historia.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo