Libros y cómic

JUNTO A TOMÁS HIJO

Rodrigo Cortés cuenta la historia de la humanidad entre grabados

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VALÈNCIA. En pleno siglo XXI parece que hay tiempo para todo menos para el tiempo. La vida acelerada, las redes sociales y la ética del “consumo rápido” ha llevado a un escenario desolador en el que casi no hay tiempo para la contemplación. Oficios como el del grabador no tienen cabida en un mundo en el que hay que producir a toda velocidad, pero aún hay quienes apuestan por una manera de contar las historias con tiempo y calma. 

Este es el caso de La piedra blanda (Random House) un libro escrito a máquina y ganzúa gracias a una historia de Rodrigo Cortés y al trabajo manual y artesanal de Tomás Hijo. Entre ambos escriben una historia de la humanidad, la literatura y la vida misma que se cuenta con cariño y sin ningún tipo de prisa.

 

Este relato, que les ha llevado más de cinco años de elaboración, surge de una simbiosis mental de ambos creadores y de una conexión única que les ayuda a generar una historia que se puede leer de diferentes formas. Para Cortés la clave de este relato es que ambos son admiradores de “las pequeñas cosas que les rodean” y que son capaces de llegar a un mismo punto del relato.

 

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Lo hace cada uno desde su camino propio, a través de “evocaciones e intuiciones” que les ayudan a generar este relato.“En lo gráfico generamos una especie de baile con el lector que nos sirve para hablar de un camino emocional que va más allá de la historia. Este no es un relato ilustrado, es un juego que se genera con imágenes y textos que a veces están de acuerdo y a veces se distancian enormemente para generar diferentes tipos de efectos”.

 

Poesía, ironía, misterio y maldad se dan la mano en un libro que parece un museo en el que perderse en cada página es un regalo. La historia sigue, de alguna manera, a Pedro de Poco, un “monje, ladrón, santo, mendigo” hijo y amante que busca su lugar en el mundo mientras se pierde el los recovecos de los grabados de Hijo, quien le abraza desde su propio imaginario: “Generamos La piedra blanda alejados de la idea clásica de novela, nace más bien de una prueba que mezcla diferentes tipos de historias y nuestra manera de plasmarlas. Nuestras decisiones sobre el texto se convierten en arbitrarias en un proceso en el que no han existido las reglas y que hemos escrito desde la intuición”.

 

“Rodrigo y yo tenemos una conexión muy fuerte y bebemos de los mismos referentes por lo que, conectados por nuestro pasado, escribimos desde nuestro mundo interno y con nuestra intuición de narradores para navegar por la historia sin autogestionarse en cada recoveco”. Un viaje que, para el lector, se convierte en todo un paisaje visual y emocional que se pierde por la vida de Pedro de Poco que ha sido creado entre las palabras de Cortés y el arte de Hijo. Con una creación emocional, artesanal y ante todo intuitiva ambos creadores se reúnen en un lugar en el que no existen las prisas y hay cabida para la parsimonia y el arte. 

 

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Se encuentran en un proceso que está muy alejado de la creación lineal y que surge de forma intuitiva y emocional, buscando que el lector encuentre en La piedra blanda un lugar para perderse sin seguir una lectura estricta que vaya de principio a fin. Algo que para Cortés se busca desde su inconsciente en el proceso de creación: “Es un libro que puede servir de consulta, no se puede leer de principio a fin, sino que se puede leer desde todos los detalles. 

 

Cada imagen y cada texto está pensado desde la gubia de Tomás y hay una meditación enorme tras las imágenes que componen La piedra blanda”. Es por ello que el lector puede encontrar imágenes que están en un extremo u otro de la página e imágenes que funcionan casi como un mapa monumental, algo que para ambos creadores hace que “la mente trabaje de formas inesperadas”.

 

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De esta forma, el trabajo común de ambos -fruto de muchas conversaciones y discusiones- da pie a una publicación en la que cabe la “tentación de pensar”. Una manera de leer que para Hijo acerca al lector a “un texto poético maravilloso que genera Rodrigo” que luego él convierte en imágenes para generar este libro que desde los primeros bocetos hasta su forma final se comprende desde “la lentitud y el cariño”: “Son cinco años de trabajo continuo en el que desde la poesía y los grabados contamos la historia de un mundo que nos inventamos para adentrar al lector en una historia que es más bien una experiencia”. 

 

Y que para Cortés debe consumirse en pequeñas dosis, pudiendo volver siempre a algunas páginas y viajando a través de ellas: “El libro funciona como un espejo que cada vez refleja de manera diferente, es una publicación que está pensada para leerse varias veces y que cada vez se podrá comprender de una manera”. 

 

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